Este 4 de octubre se festejó el Día Mundial de los Animales, instituido por la Organización de las Naciones Unidas en 1978 para considerarlos «seres sintientes», proteger a los que están en extinción y condenar la destrucción de sus hábitats, que es también la principal causa de pérdida de biodiversidad.
Se eligió los 4 de octubre en recuerdo de Francisco de Asís, nacido en 1182 en Italia y santo patrón de los animales.
Desde siempre, la humanidad ha observado a los animales.
Aristóteles buscó comprender su lugar en el mundo y en sus obras Historia de los animales y Generación de los animales los clasificó en terrestres, acuáticos y aéreos, vivíparos ovíparos y les asignó un alma sensitiva; distinguiéndolos de las plantas, que solo tienen alma vegetativa.
Pero pareciera que todo eso se nos olvidó porque hasta hace relativamente pocas décadas, la Ciencia volvió a tomar en serio el tema.
Sabemos que todos los animales enseñan a sus crías a imitar a sus semejantes y relacionarse con el resto; a distinguir el alimento bueno del podrido y elegir las presas para cazar; que pequeños y grandes prefieren la compañía de las hembras, pero cuando está cerca un depredador recurren a los machos.
Que hacen amigos y crean enemigos y desarrollan las conductas necesarias para sobrevivir en sus respectivos ambientes.
Y aprenden a huir de los depredadores, entre los que estamos en primer lugar; porque somos causantes de la destrucción de sus hábitats y promotores del tráfico ilegal.
Hay por eso cientos de miles de especies en peligro de extinción y a varias, como las lagartijas, el estrés las ha modificado y vuelto más chicas.
Acciones deliberadas hacen desaparecer en todo el mundo animales preciosos, como las guacamayas rojas, faisanes y venados de la Reserva de Biósfera Maya en Guatemala.
Osos polares se refugian por falta de hielo en instalaciones soviéticas abandonadas, como sucedió esta semana en la isla Kolyuchin de Rusia..
Y en México peligran, entre muchas otras, las ballenas y la vaquita del Golfo de California; que conocida como totoaba es el mamífero marino más asolado del planeta y su situación empeoró porque están siendo explotadas por cárteles mexicanos, que lavan dinero vendiendo sus buches a voraces criminales chinos que las venden a precios exorbitantes por sus supuestas cualidades afrodisiacas.
Está también desapareciendo la fauna de la zona donde el expresidente López Obrador destruyó la vida vegetal y animal por su terquedad en construir el Tren Maya.
Y en cambio, en el mundo se multiplican ratones y ratas; que además de ser horribles y del daño que ocasionan, han servido para experimentar medicamentos que han curado millones de personas, porque compartimos con ellos el 85 por ciento de los genes.
Pero son los bonobos y chimpancés nuestros parientes más cercanos.
El comportamiento de los chimpancés lo conocimos por la fantástica y recientemente fallecida Jane Goodall, quien nos mostró que son capaces de fabricar herramientas, buscar plantas curativas y aplicárselas, besarse y acariciarse para consolarse o establecer alianzas.
Y según estudios recientes, de ellos podría derivar nuestra afición a consumir alcohol, porque ingieren el equivalente a medio litro de cerveza diario en las frutas maduras y fermentadas de las que se alimentan.
A los bonobos nos parecemos en que les gusta disipar tensiones o resolver conflictos, teniendo relaciones sexuales; lo que solemos hacer de cuando en cuando los humanos.
Algo que me cayó de novedad buscando información para este artículo, es que hay aves que vuelan hacia los huracanes.
Lo asegura Katherine Latham en una nota del 25 de septiembre para BBC News Mundo, advirtiendo que por su fuerza destructiva muchas aves marinas permanecen en tierra o se elevan altísimo para esquivarlos; otras los aprovechan.
Y en la temporada de huracanes del Atlántico Norte, el pequeño petrel vuela casi hasta el ojo de la tormenta para encontrarlos; sabe que calamares, pulpos y sepias suben a la superficie arrastradas desde las profundidades marinas y su valor para buscar y capear esas tormentas recibirá como recompensa un festín.
Y como en este mundo hay de todo, la Universidad de Boston, con apoyo de algunos auténticos premios Nobel, entregó recientemente los premios Ig Nobel a las investigaciones con ambiciones científicas más estrambóticas.
Los relacionadas con animales los ganaron una investigación japonesa sobre seis vacas pintadas como cebras para evitar a las moscas y el descubrimiento que a los lagartos arcoíris del sur de Togo, les fascina la pizza de cuatro quesos.
En fin, termino este artículo recordando que en 2023 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reconoció la dedicación a la divulgación científica de la astrónoma mexicana Julieta Fierro Gossman, fallecida este 19 de septiembre, bautizando a una nueva especie de luciérnaga encontrada en terrenos universitarios, como Pyropyga julietafierroae.
