Seis años después de hundir a Irlanda en la mayor crisis financiera y económica de su historia, tres responsables del Anglo Irish Bank se han sentado en el banquillo de los acusados en la segunda semana de febrero de 2014.
Están acusados de contribuir a la ruina de Irlanda. “Un juicio sin precedente en un país que todavía intenta comprender lo que le pasó”, escribe el periodista Thomas Hubert en la web del canal internacional France 24.
Está previsto que el juicio de Sean Fitzpatrick, antiguo presidente del banco, Pat Whelan y William McAteer, ambos responsables financieros de la entidad -los primeros directivos de banco que se sientan en un banquillo a causa de la crisis mundial-, dure seis meses, todo un record en la historia judicial del país, a lo largo de los cuales se va a juzgar la legalidad de algunas operaciones financieras orquestadas por los acusados, que obligaron a la nacionalización forzosa del Anglo Irish Bank en enero de 2009. Una operación que costó a los contribuyentes irlandeses treinta mil millones de euros. Los 16 cargos contra esos altos ejecutivos se apoyan en un dossier de 24 millones de documentos a disposición del tribunal en un servidor informático.
“En el centro de todo el asunto, unos extraños préstamos ‘ocultos’ y un multimillonario atrapado por la crisis financiera”. En 2008, un ciudadano riquísimo llamado Sean Quinn consiguió, gracias a complejos montajes financieros, hacerse en la Bolsa con el control de una cuarta parte del capital del banco; el problema fue que, poco después, la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, y el subsiguiente caos mundial, dejaron al inversor en una situación muy precaria por lo que el Anglo Irish Bank decidió intervenir “prestando cientos de millones de euros a clientes de confianza y a la familia de Sean Quinn… para que compraran acciones del banco” por un valor de 3.000 millones euros, que ahora les reclaman mientras Quinn se ha declarado en bancarrota. “La acusación mantiene que esos préstamos permitieron manipular el mercado, haciendo subir artificialmente la acción (del banco) mientras que debió hundirse”, ha explicado al periodista de France 24 Ian Kehoe, coautor del libro “Citizen Quinn”. La defensa va a argumentar que los préstamos no fueron ilegales y que las autoridades estaban al corriente; lo que en claro significa que la crisis bancaria irlandesa “no puede imputarse solo a las actuaciones de algunos banqueros e inversores”.
El colectivo ciudadano que semanalmente se concentra en Dublín para protestar por los setenta mil millones de euros que costó salvar los bancos del país no espera gran cosa del juicio. Dice que meter a los acusados en la cárcel no va a devolver a los irlandeses el dinero empleado en salvar a los bancos aunque, según su portavoz Diarmuid O’Flynn, “es bueno ver que a esa gente se la juzga. No pedimos que les metan en la cárcel sino que les priven de sus bienes, que les obliguen a trabajar para la comunidad y que vivan del mínimo de la ayuda social”.
El colapso del Anglo Irish Bank llevó al gobierno irlandés a nacionalizarlo en 2009 y a invertir más de 30.000 millones de euros en su rescate. Un año después, ahogado por la deuda, el país pidió un rescate a la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional por valor de 85.000 millones de euros.