Está poblada por ciudadanos que sufren continuos abusos
Desde la costa del Pacífico hasta sus agrestes y escarpadas sierras, pasando por imponentes cañones, insoldables sierras, volcanes, planicies y sembradíos, toda la fisiografía de Chiapas, situada al sur de México, refleja una imagen de grandeza, de virtuosismo, una multiplicidad de paisajes y destinos, que lo distinguen como un Estado maravilloso, único y sobresaliente en el mosaico de la tierra mexicana.
Sus atractivos turísticos naturales son majestuosos y diversos, desde notables vestigios del mundo maya hasta impresionantes paisajes, lagos y cascadas: Chiapas es hermosa se la mire por donde se la mire. También se dice que este territorio posee la mayor concentración de especies animales de toda Norteamérica.
En definitiva una tierra comparable al paraíso, pero habitada por unas gentes sometidas a continuas agresiones. El año pasado, en el mes de junio, la Red de Defensa de los Derechos Humanos, el Comité de Derechos Humanos de las Huastecas y Sierra Oriental (CODHHSO), y el Comité Popular de Derechos Humanos de Michoacán, solicitaron la intervención urgente ante la detención masiva de indígenas tzotziles integrantes del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo en Chiapas.
El acoso a las comunidades indígenas es constante. Unas veces por la tierra, otras por el agua, otras por la imposición de carreteras que atraviesan sus territorios sin que se les consulte, o bien por incumplimiento de promesas por parte de los dirigentes políticos, el caso es que deben estar protestando continuamente. Esas protestas, por otra parte, suelen acarearles detenciones y encarcelamientos injustos. Injustos porque se les acusa de delitos que no han cometido, con el fin de acallar sus reclamos.
La gente que integra estas comunidades es pobre, apenas asiste a la escuela porque tiene que buscarse la vida, y muchos ni hablan español. Trabajan la poca tierra que tienen (los que poseen algún trozo), de donde extraen algo para su sustento, pero rara vez para comercializar. La mayoría subsiste vendiendo objetos en los mercados informales (sin legalizar). Y no son tolerados.
Despreciados por su color
En Chiapa de Corzo (antes Chiapa de los Indios), habitaron antiguamente los indios chiapaneca, una etnia ya casi extinta, porque la modernización, el etnocidio y la invasión cultural se encargaron de ello. Hoy, los que sobreviven son indios “desindianizados”. Ya nadie se acepta como tal, pero la forma de sus ojos, el color de la piel, y sus pómulos resaltados, denuncian su origen.
En este hermoso pueblo sobreviven cientos de indígenas que mantienen su precaria dieta con la venta de sus artesanías a los de piel blanca y ojos azules que abarrotan su plaza, pero desde hace unos meses son agredidos, perseguidos y despojados de sus productos porque el presidente municipal (alcalde) priista, considera que da mal aspecto que «indios, sucios, harapientos y piojosos» deambulen por la plaza vendiendo sus productos que, además, perjudica al comercio tradicional (el que está en lonjas).
La brutalidad, el racismo y el desprecio con el que los «fiscales» arrebatan (roban) la mercancía artesanal a las mujeres indígenas, casi niñas, es indignante. José Luis Escobar Pérez, activista social, ha denunciado este atraco a las autoridades, pero lo único que ha recibido es indiferencia y burla. Como si el mero hecho de defender a la gente sin recursos fuera algo deplorable…
Niñas abusadas por el maestro
En la localidad de Nuevo San Juan Chamula, municipio de Las Margaritas, familiares y vecinos han denunciado hace unos días el abuso sexual a un grupo de entre 15 y 20 niñas, cometido por el profesor Esteban Fidel Román Román, de la primaria bilingüe Ignacio Zaragoza. Hasta la fecha, sólo diez de las niñas, (de seis años de edad) han declarado, pues temen que si lo hacen “alguien” podría tomar represalias en contra de sus familiares.
Los padres han denunciado que, tres meses después de iniciarse el curso, las niñas ya no querían ir a sus clases, tenían miedo al entrar a su salón, se quejaban de dolor de estómago y rehusaban llorando a ir a la escuela. Los progenitores comenzaron a cuestionarse la razón y, tras interrogar a las niñas, éstas acabaron describiendo lo que hacía el profesor: las pegaba con reglas, ponía gel en sus caras (lo que a algunas de ellas le producía dolor de cabeza y desmayos), y le pedía a las niñas que se quitaran la ropa. Llegado a ese punto, “hacía tocamientos en la parte íntima de las niñas». Para que no hablaran de ello, el profesor las amenazaba con matar a sus padres.
El 11 de marzo, el profesor Román fue detenido y encarcelado. Ese mismo día, antes de la tarde, obtuvo su libertad bajo fianza pagando 35.000 pesos (1.932 euros), y hasta ahora nadie sabe su paradero.
Este hecho se suma a una larga e indignante lista de casos de violencia sexual por parte de maestros contra niñas y adolescentes que han quedado en la impunidad. Sólo hace unos días (el 22 de marzo, concretamente), integrantes del Comité de Derechos Humanos Digna Ochoa denunciaron al maestro José Antonio Aguilera Morales, profesor de la escuela Juan Sabines Gutiérrez por el acoso sexual de dos adolescentes de 13 y 16 años en la comunidad de Nueva Esperanza, municipio de Tila, también en Chiapas.
Eufrosina Cruz Mendoza es una mujer indígena que ha conseguido ocupar un escaño en la Cámara de Diputados del Gobierno de México, lógicamente peleando sus derechos como una leona, pero la realidad es que en México, si eres indígena, mujer y pobre, estás “fregada” (perdida, fastidiada, jodida).
