La intensificación de la violencia en el Norte de Nigeria ha obligado a emprender la huída a cerca de un millón de personas. Es difícil –dice un comunicado de Unicef- darse cuenta del significado de esta cifra: un millón de personas ha huido de sus hogares en Nigeria; 135.000 han pasado las fronteras de Camerún, Tchad y Niger.
Esto significa que los niños, que están inmersos en este horror, tienen que abandonar sus casas, no pueden volver a la escuela y arriesgan la vida todos los días: «Los últimos ataques a la ciudad de Baga han provocado otra huida masiva, aumentando el riesgo ya existente de crisis humanitaria en la región. Entre los refugiados, la mayoría son mujeres y niños”.
“La situación de ha agravado en las última semanas”, explica Manuel Fontaine, director regional de Unicef en el Oeste y centro de Africa: “debemos hacer todo lo que podamos para anticipar los efectos que la violencia en Nigeria pueda tener sobre los demás países de la zona”.
Para llevar a cabo sus actuaciones, Unicef –como el resto de organizaciones humanitarias que, con la excusa de la crisis económica de los últimos años, han dejado de percibir toda, o parte de la ayuda que les llegaba de los gobiernos- necesita cada vez más las donaciones de instituciones y particulares.
A Tchad han llegado más de 9000 refugiados desde los primeros días de enero de 2015; entre ellos hay más de 100 niños que “han hecho el viaje por sus propios medios, sin ir acompañados de sus padres”. En Camerún, el 60 % de los 25.000 nigerianos que se encuentran refugiados en el campo de Minawao son niños: “una evaluación reciente ha detectado índices de malnutrición alarmantes”. Y en Niger, en la región de Diffa se ha producido un considerable aumento del número de refugiados, entre los que “mujeres y niños representan el 70 % de las personas exiliadas en la zona”.
Unicef trabaja en la región proporcionando asistencia a los niños desplazados y refugiados, así como a sus familias. Una ayuda que comprende el acceso al agua potable, productos alimenticios, posibilidad de continuar su educación y servicios de protección, que incluyen la reunificación de los niños, muchas veces solos y perdidos, con sus familias.
También organiza actividades lúdicas y recreativas: «En Nigeria se han tratado más de 65.000 niños de malnutrición aguda severa; más de 13.000 han recibido ayuda psicosocial… En Camerún se han construido 10 instalaciones de agua y 160 letrinas… En Tchad, Unicef ha distribuido kits de alimentación terapéutica, mantas, ropa de abrigo, tiendas y agua potable. Y en Niger ha vacunado a casi 100.000 contra la rubeola, se ha ampliado escuelas para crear espacios destinados a a los niños refugiados”.