‘Comprender Portugal’ es el reciente libro del profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo. Lo primero que hay que decir es que se trata de una obra absolutamente recomendable y más si se trata de propagar para bien a nuestro vecino Portugal, cuyo autor le confiesa «un inocultable amor» y como bien apunta, algo que comparten, «felizmente, muchas gentes», entre los que me encuentro.
El libro, dirigido al lector español, es citado como «una introducción a la historia de un país tan cercano como ignorado». En el prólogo, el autor afirma no ser ni historiador, ni filólogo, ni antropólogo, ni filósofo, tan sólo un profesor de Ciencia Política por lo que da su visión de «años de conversaciones, viajes y lecturas». Personalmente tampoco soy nada de eso, ni tampoco escritor o sociólogo, tan sólo un simple periodista, amante, eso sí, de Portugal y asimismo también con «años de conversaciones, viajes y lecturas» además de vivencias personales. Trataré pues, de aportar, valorar y también, modestamente, corregir algún dato del libro ya que, sin duda, hay muchas formas de abordar todo lo relacionado con el vecino país ibérico para, precisamente, comprenderlo.
Sí, somos muchos los amantes de Portugal en España, y más en Galicia, he escrito varios artículos al respecto y uno con el expresivo título, ‘Me declaro lusófilo’. Soy uno más de ese maravilloso Club Portugal que definiera el escritor Manuel Rivas. Mis ancestros figuran y viven en el Atlántico, en la estirpe galaico-portuguesa, incluso algunos me confunden como un portugués auténtico debido a mi apellido que allí escriben con v. Pero repasemos algunos aspectos del libro y de Portugal.
Conocimiento mutuo. Sí, como cita el autor, los portugueses viajan más a España, un 80 frente a un 50% pero precisamente es Portugal el país más visitado por los españoles. Muchísimos españoles lo único que conocen del extranjero es Portugal.
Localidades. En algún curso de periodismo que he impartido en la universidad de Tetuán, hablaba de tres ciudades españolas de parecida pronunciación, Valencia, Palencia y Plasencia, -decir que en el alfabeto árabe no existe la letra p-. Indefectiblemente, las asocio por la cercanía que tienen de pronunciación tres poblaciones portuguesas, Moura, Mourao y Marvão, esta última citada en las localidades a conocer por al autor del libro. A este respecto, me permito la licencia de citar alguna más del amplio listado, Miranda do Douro, Mértola, Valença do Minho, Melgaço, Aveiro, Braga y Figueira da Foz.
Traducciones. Contaré un caso concreto. Lobo Antunes, publicado inicialmente en España en la editorial Siruela, tenía como traductor al tristemente fallecido Mario Merlino (al que conocí fugazmente en Madrid). Las crónicas del escritor eran publicadas en la prensa portuguesa, Público y Visao, y las traducía en el suplemento literario del sábado de un conocido diario español. Pues bien, esas crónicas figuran en el tercer libro de crónicas, -los otros dos fueron traducidos por Merlino- pero eran traducciones ya del nuevo traductor, de cuyo nombre no quiero acordarme. Leer las crónicas del citado diario traducidas por Merlino, premio a la mejor traducción en 2004, y las mismas publicadas en el libro muestran bastantes diferencias, de hecho, algunas palabras cambiaban totalmente el sentido de la crónica.
Conclusión, desde entonces hay que leer en el original a Lobo Antunes cuyo cambio de editorial y de traductor en España poco le ha beneficiado. Como decía Merlino, habría que devolver un libro mal traducido.
Pero este mal, del que también alertaba en un acertado artículo el escritor Javier Marías, las malas traducciones existentes en España, por desgracia, tampoco es ajeno Portugal. Cito el ejemplo de Pablo Neruda traducido al portugués por la conocida editorial portuguesa Dom Quixote. Su traductor, el poeta y premio Reina Sofía de poesía, Nuno Júdice es una garantía, lo que falla no es el portugués, es que en la edición bilingüe, el castellano de Neruda está lleno de groseras faltas ortográficas de todo tipo. Pregunté personalmente a Júdice por esto y como buen portugués lo tomaba con resignación.
Literatura. Ofrece el autor un rápido vistazo de la literatura portuguesa con diez sugerencias de lecturas. Diez, creo, son pocas y por eso tal vez echo en falta al actual mejor escritor vivo que hay en Portugal, el ya citado Antonio Lobo Antunes. En su recorrido del siglo XIX no encuentro a Alvaro do Carvalhal con corta obra, traducida al castellano, y llevada al cine por el más que centenario director Manoel de Oliveira. Entre los actuales poetas novísimos portugueses citar a Hugo Milhanas Machado y Ana Carolina Martins.
Gallego-portugués. Me llama la atención que se dedique por el autor un capítulo de más de 50 páginas, 20 más que lo que dedica a la literatura portuguesa, a ese eterno debate del gallego-portugués o galego-portugues, que interesa más en Galicia que en Portugal y que cada uno tiene su opinión al respecto. El profesor, conocedor profundo del tema, ya ha escrito un anterior libro al respecto. Sin embargo noto la falta de una mención a ese otro portugués, el mirandés, que puede encontrarse uno recorriendo las tierras del Tras os Montes. Tierras, por cierto, objeto de un buen libro de crónicas realizado años atrás por Julio Llamazares. También echo de menos un análisis de la saudade, esa palabra intraducible y que refleja perfectamente el espíritu portugués y que algunos comparan con la morriña gallega.
Respecto a la dicotomía Lisboa/Oporto me remito a un artículo anterior, ‘Crónica de Porto’. Por cierto, el área metropolitana de Porto llega a los casi 2,5 millones de habitantes y no los 1,75 que cita la obra, son datos de 2011 que se pueden consultar en estadísticas oficiales, ignoro de donde proceden los publicados.
Gastronomía. La deliciosa anécdota que cuenta basada en Manuel Rivas es ampliable también a mi padre y sospecho que a la gran mayoría de los padres y abuelos gallegos que nos precedieron. Qué puede decir de este tema, alguien que se levanta tomando café Barco, o Delta, cuando lo hay, que usa aceite Gallo, que bebe vinho verde, una de las maravillas de Portugal, y vino del Douro, Alentejo o Ribatejo, -además del Rozès de Porto- que toma cerveza Super Bock y también Sagres, que cena sardinas enlatadas de Ramírez y que disfruta de una bica con un pastel de Belém. Suerte vivir cerca de la raia. Poco habría más que añadir, tan sólo corroborar con el autor que Portugal «es un genuino paraíso gastronómico».
Fútbol. Por conocer bastante del tema me explayo un poco más. La fecha de creación del FC Porto no es correcta, fue en 1893, en 1906 fue refundado pero tanto la Federación Portuguesa y la UEFA consideran la citada del siglo XIX. El club más antiguo es la Briosa, la Académica de Coimbra, fundada en 1887. Por cierto, niego su «dimensión nacional escasa», no hay tanta diferencia de aficionados entre Benfica y FC Porto, -mírese los seguidores de Facebook- hay una peña de los dragoes, por ejemplo, hasta en Tánger, ciudad, permítanme el inciso, vinculada a Portugal a través de Faro, al igual que otras con huella portuguesa como Asilah, -la Arcila española-, El Jadida o Alcazarquivir, donde la batalla de los Tres Reyes, en cuya llanura se encuentra un centro de estudios al respecto que pude visitar y donde da inicio el sebastianismo que aborda el libro.
No son correctos tampoco el número de titulos de Copa de los tres grandes clubes portugueses. Hay que citar que el campeonato de Portugal que se disputó de la temporada 1921/22 hasta 1937/38 era por eliminatorias, por lo cual unos lo consideran precedente de la Copa o Taça de Portugal, que nació en la temporada 1938/39 y otros, de la actual Primeira Liga, que según la Federación portuguesa nace como tal en 1934/35. Así la Taça –no confundir con la reciente Copa de la Liga- la ha ganado el Benfica en 25 ocasiones, Oporto 16 y Sporting, 15. El resto de títulos, coincide con lo publicado.
Más cosas, ocho finales perdidas en Europa por el Benfica, no hay precedentes de ningún otro club en el continente; dan para pensar, aunque no se quiera, en la maldición de Bela Guttman, por cierto maldición que emparenta con lo mejor de las abundantes leyendas galaico-portuguesas como la del famoso Gallo de Barcelos, símbolo nacional y, curiosamente, portada de libro.
También citar a otro equipo portugués, el Vitoria Guimarães, ciudad en donde no existe ninguna peña ni del Oporto, ni Benfica, ni Sporting y cuyos aficionados son de los más identificados con su club, sería comparable, mutatis mutandis, con el Athletic de Bilbao. La huella de Alfonso Henriques, que figura en su escudo, creador de Portugal, puede explicar ese espíritu.
Y de la selección portuguesa recordar que sus cuatro primeros partidos internacionales fueron contra España, saldados con cuatro derrotas lusas, de hecho, españoles y portugueses somos cada uno, respectivamente, el país contra el que más hemos jugado, un total de 35 veces, con un balance de 16 victorias españolas, 13 empates y 6 victorias lusas.
- ‘Comprender Portugal’, libro del profesor de Ciencia Política, Carlos Taibo Editado por Los libros de la Catarata.
Precio 16 euros.
272 paginas divididas en prólogo, cinco capítulos y bibliografía.
[…] “la locura dominante” que es el fútbol, no es mucho lo suyo. Ya lo advertí en su obra ‘Comprender Portugal’, editada también por Catarata, con errores sobre clubes y fútbol luso y que, por desgracia, […]
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