El conocido como Grupo de los XV, o Les XV, fue creado en París en 1946 para promover la fotografía social con valores artísticos, continuando la labor de Le Rectangle, un movimiento fundado por Emmanuel Sougez que perseguía esos mismos objetivos y que se disolvió al iniciarse la Segunda Guerra Mundial.
Los XV, denominación que atendía al número de fotógrafos que integraban el grupo inicial, se reunían en el estudio de André Garban y cada año organizaban exposiciones en varias sedes. Su obra histórica tuvo un merecido reconocimiento en una gran muestra celebrada en 1982 bajo el título de “Paris 1950 photographié par le Groupe des XV”.
Entre los fotógrafos más destacados estaban Marcel Bovis, Louis Cailloud, René-Jacques, Théresè Le Prat y Emmanuel Sougez. Sobre todos ellos se imponen la figura y la obra de Robert Doisneau, de quien se puede ver estos días en Madrid una amplia selección de sus mejores fotografías.
Fotógrafo de parís
Robert Doisneau (1912-1994), hijo de una familia obrera de la periferia de París, comenzó su carrera fotográfica a las órdenes de André Vigneau, el multifacético creador vanguardista francés impulsor de la fotografía surrealista. Con él hizo la portada del primer libro del novelista Simenon (Doisneau se consideró toda su vida ilustrador, además de fotógrafo). Vigneau le presentó al fotógrafo Man Ray y al escritor Jacques Prévert, con quienes Doisneau comenzó una de las carreras más intensas de la fotografía del siglo XX.
Doisneau, creatures de reve, Paris, 1952Después del servicio militar, Robert Doisneau trabajó como fotógrafo de publicidad para la fábrica Renault en Billancourt. Al estallar la guerra ingresó en el ejército francés, que abandonó para unirse a la Resistencia, en donde luchó contra el nazismo falsificando fotos y documentos de los combatientes. Como fotoperiodista fue testigo de la liberación de París en 1944.
Terminada la guerra se afilió al Partido Comunista, al que le unían su identificación con el mundo del proletariado y su solidaridad con las clases más desfavorecidas. Ingresó en Rapho, la agencia de Charles Rado, donde permaneció durante años. A pesar de recibir ofertas para integrarse en la Agencia Magnum, Doisneau siempre se mantuvo fiel a Rapho, que le proporcionaba reportajes para el New york Times y las revistas Life y Fortune.
Reflejó las experiencias que contemplaba en las calles de París en publicaciones como el libro de Jacques Yonnet “Rue dés maléfices. Chronique secrete d’une ville”, donde los protagonistas son niños, gendarmes, mendigos, parejas de novios… que transitaban las calles de la capital francesa. En esta misma línea colaboró con el escritor Jacques Prévert y el poeta Blaise Cendrars ilustrando “La Banlieue de Paris”.
También publicó sus fotografías en las revistas Le Point y Action. Life y Paris Match divulgaron su obra internacionalmente. En 1949 hizo una incursión en la fotografía de moda para la revista Vogue mientras continuaba retratando las escenas de las calles de París, esta vez para el libro “Le Vin des rues” del escritor Robert Giraud, al que siguieron seis de otros tantos escritores. Alcanzó su mayor éxito en los años 50, después de que el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedicara una gran exposición personal. En 1955 fue uno de los fotógrafos europeos elegidos por Edward Steichen para la histórica exposición “The Family of Men” en el MoMA de Nueva York.
Aunque su obra la realizó casi totalmente en blanco y negro, Doisneau también utilizó el color, sobre todo en trabajos de encargo, como en su serie “Palm Springs”, de 1960, para la revista Fortune, cuyas fotografías formaban parte de una serie de reportajes sobre la construcción de campos de golf el esa localidad del desierto de Colorado. En esta exposición hay una extensa muestra de estas fotografías, la mayor parte de las cuales fueron descubiertas en 2007, cuando el director del departamento de fotografía de Fortune encontró las cajas en las que permanecían olvidadas.
Aunque hay que tomarlo como una muestra de afecto y consideración, los lectores de la revista Photo le eligieron como «mejor fotógrafo del siglo xx». Sus hijas Francine Déroudille y Anette son quienes se ocupan de la divulgación del legado de Doisneau. En el catálogo de esta exposición Francine escribe, sobre la fotografía de su padre, que la visión ideal de las imágenes de Doisneau es fruto de la inserción misteriosa de una emoción en un cuadro, con la esperanza de restituir un momento especial de la vida.
Besos robados
Robert Doisneau definía la fotografía como “el arte de la ilusión” y como “un testigo falso”. Se refería a que la realidad que muestran las fotos depende en gran medida de las decisiones del fotógrafo y de la tecnología utilizada para su toma. Nadie mejor que él para hacer esta definición porque Doisneau es el autor de una de las fotografías más conocidas del siglo XX que es ejemplo perfecto de esa definición de falso testigo. Con el tiempo, el documento gráfico se convirtió en un icono de la ciudad de París como capital del amor y, pese a los años transcurridos desde que se tomó, mantiene aún una vigencia que se manifiesta en multitud de expresiones.
Se trata de “El beso frente al Ayuntamiento”, una fotografía considerada durante muchos años como ejemplo de improvisación y de ese instante que Cartier-Bresson definiría como “el momento preciso”. Sin embargo, como se descubrió muchos años después de la toma, esta fotografía fue en realidad el resultado de una puesta en escena minuciosamente preparada por el fotógrafo. Françoise Bornet, la protagonista de la fotografía junto a su entonces novio Jacques Carteaud, reveló en 1995 el secreto de cómo se había organizado la puesta en escena, así como el dinero que ambos recibieron de Doisneau para representarla siguiendo sus directrices. Incluso las personas que aparecen en el escenario donde se desarrolla la acción recibieron órdenes muy concretas del fotógrafo.
La revista Life incluyó la fotografía en un reportaje sobre el amor en París que publicó en la primavera de 1950. Desde ese mismo momento se reprodujo prácticamente en todos los periódicos y revistas y fue adoptada por los amantes de todo el mundo como un representativo icono del amor en el siglo XX. En 2005 Françoise Bornet vendió la copia del vintage que tenía en su poder por 155 000 euros.
- TÍTULO. La belleza de lo cotidiano
LUGAR. Fundación Canal. Mateo Inurria. Madrid
FECHA. Hasta el 8 de enero