Documental de investigación del director Juan Mejía y el productor Jake Kheel, en el que, a partir del asesinato de un guardaparque dominicano, descubren las realidades de deforestación, el tráfico ilegal de carbón, las tensiones xenófobas entre los dos países, la infiltración de Haití en territorio dominicano, y la corrupción que mina nuestros países latinoamericanos. Testimonio bien filmado de una realidad histórica, ecológica y social que sufre el Caribe y Latinoamérica.
El documental es un género que ha surgido como espejo social, histórico, político o periodístico. No ha perdido su objetivo temático de documento, pero ha acrecentado su poder visual y técnico, logrando convertirse en un género cinematográfico con atractivos propios y estilo impactante, a veces de denuncia y otras simplemente testimonial.
Y no solo ha alcanzado un espacio en la industria cinematográfica, sino que compite con las historias de ficción, porque, a veces, la realidad supera la ficción o por que su realización nos revela mundos insospechados, como en este caso con “Muerte por mil cortes”. Recordemos el famoso documental “Mondo cane”, el relativo al reconocido modista “Armani”, o los del famoso Olivier Stone.
En “Muerte por mil cortes”, la trama se desencadena con el asesinato a machetazos de Eligio Eloy Vargas, guarda del Parque Nacional Sierra de Bahoruco, que estaba patrullando la entrada ilegal de los traficantes haitianos de carbón en la zona protegida de los bosques dominicanos. Este hecho trágico envuelve a la familia, a un reportero y a los cercanos al parque, pero también revela la otra cara: la descontrolada deforestación, el abandono gubernamental de estos servidores públicos, el contrabando de carbón por parte de Haití, el tejido social desarticulado y sus problemas, que impactan la economía y la vida de los lugareños, creando circuitos de odio y pobreza.
Los realizadores llevaron a cabo una tarea ardua y de riesgo, aventurándose en zonas peligrosas, carreteras deficientes y arriesgando sus vidas.
La deforestación de los bosques conlleva a la erosión de la tierra y la alteración de los ciclos hidráulicos de la región. El río caudaloso que proveía de alimento y transporte es ahora un arroyo. A medida que se agotan los recursos naturales y no se planifica la reforestación, la calidad de vida desciende, el círculo de la pobreza se extrema y es más difícil el desarrollo y el progreso. Las vistas aéreas del documental muestran la tierras desérticas de Haití, y el comienzo de la deforestación en la zona dominicana protegida.
Se introducen los personajes a partir del relato de la muerte del guardabosque. Paso a paso, se sigue a los personajes y se van descubriendo los distintos problemas, el tráfico del carbón, la inmigración ilegal, la xenofobia, la negligencia gubernamental, la corrupción en ambas países, y el desamparo de los habitantes de la zona fronteriza. También nos muestra la interacción cultural entre los dos pueblos que comparten la bachata, el ron, el carnival y el vudu, ademas de uniones entre haitianos y dominicanas o viceversa.
El film hace un recuento histórico de la relación Haití- República Dominicana, y de cómo a pesar de haber sido Haití el primer país independiente de Latinoamérica, es hoy el más pobre de la región, mientras que República Dominica ha encauzado su desarrollo en una democracia.
El film marca una distancia frente a los hechos, lo cual lo hace creíble, porque el problema de ciertos documentales es la politización, la tendencia que desvirtúa la realidad. Este documental ha obtenido el Gran premio del jurado Seatle Internacional Film Festival, y el Premio a la Audiencia Doc-New York-2016.
Juan Mejía, de origen colombiano, con maestría en Documentalismo, es un director enfocado en los temas sociales. Entre sus filmes más premiados figura “Desterrados” y “ La lucha por la tierra”, que ademas de premios, obtuvo una beca Tribeca Institut.
Jake Kheel, formado en Estudios Ambientales en la universidad de Cornell, es vicepresidente de Sustentabilidad del Grupo Puntacana y de la Fundación Grupo Puntacana, implementando programas ecológicos por los cuales le han sido otorgadas varias distinciones.
Tuve ocasión de entrevistarlos en el marco del Festival Internacional de Cine de Miami, EE,UU. Comencé con el comentario del ambientalista y productor Jake Kheel:
“Soy productor y co-director del documental pero yo comencé con una investigación académica sobre la deforestación en la frontera Haitiano-dominicana.
Al contactar al productor Ben Selkow, formamos un equipo, conocí a Juan a través de este proyecto y ya llevamos cinco años trabajando juntos. Hice una investigación académica sobre flora y fauna en el 2001, el tema de la deforestación era una inquietud mía, pero recién en el 2012, comenzamos a trabajar sobre el documental con Juan, y el tema se amplió.
Como te comenté, soy vicepresidente de la Fundación Puntacana y dirijo los proyectos ambientales. Los ambientalistas conocemos muchas cosas, pero el término es un poco general. El Grupo Puntacana es una empresa que desarrolla varios programas, tiene hoteles, aeropuertos, yo manejo toda la parte ambiental, para minimizar los impactos en el medio ambiente: proteger los arrecifes de coral, las especies en peligro de extinción, deshechos sólidos, manejo de agua; o sea diversos tópicos. La inquietud del film proviene de esos estudios académicos que estuve llevando a cabo, y la realización del film es el trabajo de equipo y del encuentro con Juan.”
Juan Mejía responde desde su perspectiva:
“Yo soy antropólogo, luego hice una maestría en Estudios Latinoamericanos en Austin, Texas, EE.UU., después otra en Documental en la Universidad de Santa Cruz, en California. A mi me contactaron y formamos un equipo. Trabajamos durante cuatro años con Jake. Yo viajaba de New York a República Dominicana, filmábamos, veíamos el material y filmábamos nuevamente.
Partimos de un relato y fuimos siguiendo a los protagonistas. La historia del film se realizó cuando se editó la película y vimos todo el material. Mientras filmábamos, registrábamos lo que íbamos viendo, las situaciones que surgían, lo que la gente nos decía. Por ejemplo: el hermano del asesinado tiene que ir al Ministerio, y nosotros lo acompañábamos.
En cuanto a los testimonios de Haití, fue mucho mas difícil y tuvimos suerte de encontrar una persona que conocía el campo y la gente. En la producción como tal, hay poca recreación, son testimonios directos, entrevistábamos a la gente, le hacíamos preguntas, los seguíamos, reuníamos el material. Luego vino el proceso de edición.
La película tuvo una investigación, partimos de la deforestación, pero comenzamos a ver otros problemas: la producción del carbón en los bosques bajos y en la alta montaña, los camioneros, el cruce por el mar, el carnaval, la relación entre la gente… hasta que apareció el tema de la corrupción a altos niveles. Esa es otra película, y desde ya tenemos muchos proyectos para filmar.”