Es difícil imaginar que las diferencias políticas puedan dirimirse en un tablero de ajedrez, pero hay ocasiones en que parece que la realidad supera a la ficción. Los hechos han ocurrido en la Knéset, el Parlamento de Israel.
El diputado del Partido Laborista, Michael, Mickey, Rosenthal, en una entrevista en televisión, minusvaloró la inteligencia de los representantes del partido gobernante, Likud, y en especial de los que componen los últimos puestos. El entrevistador le preguntó si está dando a entender que un tercio de los 30 diputados conservadores son estúpidos: «Creo que un gran número de ellos no eran dignos de llegar a la Knéset«, sostuvo Rosenthal, quien ejerció el periodismo antes de la política.
Ante estos comentarios, uno de los afectados, Oren Hazan, le retó a una partida de ajedrez para dirimir su inteligencia: «Yo invito a Rosenthal a jugar una partida de ajedrez conmigo» e incluso le ofreció que las iniciara con blancas. Se da la circunstancia que Hazan, de 35 años, tiene el último escaño, el número 30 del Likud, reservado normalmente a los jóvenes.
La elección del ajedrez por Hazan no es debido al azar, el pasado noviembre de 2016 se disputó un torneo de ajedrez en la Knéset y el diputado participó en el mismo, no sin antes, exclamar al ver las piezas sobre el tablero, «Pero ¿dónde están los dados?» Y es que Rosenthal trabajó en un Casino en Burgas, Bulgaria donde por cierto, fue acusado de proxenetismo y consumo de drogas duras.
Hazan recientemente mostró su apoyo a la candidata francesa al Elíseo, Marine Le Pen, incluso después de su derrota. Un diputado francés y judío, de la UDI (Unión de Demócratas e Independientes), Meir Habib, le contestó señalando que es mejor que no hable «de cosas que no entiende» recordándole que la líder de la extrema derecha francesa niega el Holocausto judío.
Por su parte, las palabras del diputado laborista también tuvieron contestación y polémica incluso desde sus propias filas, Avi Gabay, quien aspira al liderazgo del partido dijo que no iban a vencer al Likud «con insultos y charlas superficiales, son declaraciones innecesarias».
Otro diputado del gubernamental Likud, Miki Zohar respondió que es por este tipo de comentarios por los que los laboristas permanecerán en la oposición «durante los próximos años».
La Knesset también vivió recientemente otro episodio con la condena a uno de sus miembros, en concreto el diputado árabe-israelí Basel Ghattas, sentenciado a dos años de prisión por entregar teléfonos móviles de contrabando a presos palestinos acusados de terrorismo. Renunció a su escaño y empezará a cumplir su sentencia el próximo 2 de julio. El exdiputado justificó su acción, ocurrida en diciembre de 2016, por «motivos humanitarios».