A estas alturas David Palomar no precisa de ninguna presentación. Este cantaor gaditano con denominación de origen viñero, es decir, del Barrio de la Viña, frente a la playa de la Caleta y a la Peña de Juanito Villar, enamorado de su tierra, de su ciudad, de su barrio y de los cantes de Cádiz, premiado por los cuatro costados, compañero en el arte de todos los grandes, flamencos y no flamencos, que lo mismo se le ve en un pequeño tablao que en el Teatro Real de Madrid, nos ha alegrado estas fiestas de Navidad 2017 con un recital de flamenco como solo él sabe hacerlo, en la Sala García Lorca de la Fundación Casa Patas en la noche del 22 de diciembre.
David Palomar en concierto. Sala Fundación García Lorca, Madrid. 22.12.17 Foto cortesía de DeflamencoLa voz de David Palomar es un portento de tesituras en clave de tenor, una técnica vocal depurada al límite, en la que los ayeos alcanzan sostenidos interminables, quejíos y quiebros propios de una sabiduría y un oficio fruto de muchísimo trabajo, determinación y por encima de todo, sentimiento, vivencia personal, amor por lo que está haciendo. Todo ello acompañado de una gran integración corporal en el cante en la que las manos son punto y aparte. El dominio de las pausas y los silencios para añadir emoción y a veces suspense en el espectador, espectacular. Todo ello impregnado de duende a raudales.
Palomar tiene un gran conocimiento de la importancia del dominio del espacio en escena, de cómo llenarla en base a una estética de movimiento que incluye, sobre todo en los palos festeros, pasos de baile. Pero lo que le hace realmente único es su cercanía, su constante comunicación con el público llena de ese humor gaditano inigualable, todo ello destinado a compartir, hacer reír y disfrutar. Es decir, tiene todo, está consciente de todo lo que hace de él un artista completo.
En el concierto estuvo únicamente acompañado por el maestro sevillano de la guitarra Rafael Rodríguez El Cabeza. No pudo darse mayor entendimiento, complicidad en las miradas y gestos, conversación entre cuerdas de ambos artistas.
La noche fue de las que marcan estilo. Con cantes de sus álbumes La Viña: Cantón Independiente de 2010 y de su última producción Denominación de Origen de 2015 y alguno más, Palomar ofreció casi dos horas de concierto. Se destapó para ir entrando en ambiente con la Nana Caletera que por algo estamos en vísperas de celebrar a Jesús. Siguió por sus Alegrías de Albero que dedicó al Beni de Cái en los veinticinco años de su desaparición y a otros ilustres cantaores de la tierra, Chano Lobato, Romera y Pinini. El aforo al completo de la sala ya estaba rendido.
La primera parte del concierto sigue por esos Tangos caleteros que suben de Cái al cielo, todo un cante a la bahía y al barrio más flamenco de Cádiz, el de Santa María. Y después por la reina de los cantes, seguiriyas, entre otras las Campanas del Alba de Camarón de la Isla derrochando sentimiento: Suenan las campanas del alba en la plazuela/qué alegría de verte aquí a mi vera. A la iglesia mayor fui pá pedirle al Nazareno/que me salvara a mi pare y me contestó que no/ que me dejaba a mi mare…Los ayeos se prolongan hasta el infinito, hasta que se le acaba el resuello.
David Palomar en pie para cantar la copla La pena negra. Cantaor y guitarrista que tanto monta el uno como el otro, ambos protagonistas, en estrechísima complicidad. No hay palabras. Luego un homenaje al guitarrista por bulerías, no una cualquiera, no, su Bulería del Duende, con nombre y por derecho propio. Aplausos, bravos y olés que solo se apagan para dar paso a un bolero universal, Donde estás corazón y después otro más, Piensa en mí, por supuesto en versión flamenca, con un diálogo entre cantaor y guitarrista que desgarra el alma y estamos hablando de dos canciones multiversionadas, pero estos dos consiguen que su versión sea única.
Y como estamos en Madrid, por soleá, canta Viva Madrid que es la corte y se agradece, aunque a estas alturas del concierto casi todos ya nos hemos transformado en gaditanos por obra y gracia del cantaor, con participación no menor del guitarrista, que tanto monta…
Para un largo fin de fiesta, como no podía ser de otra manera, una larga serie de Bulerías de Cádiz y los Puertos. El famosísimo Garrotin, los villancicos De Cái a Belén, donde no faltaron ni los ratones ni los calzones de San José, ni un cante a una virgen gitana. Luego llegaron los Tanguillos de Cái con letras donde nadie quedó olvidado, ni siquiera el cobrador de la renta. No podían faltar los personalísimos Fandangos de Palomar y para poner la guinda había que acabar con fiesta navideña por todo lo alto con villancicos por alegrías porque ha parío la Virgen María en el Portal de Belén, con lo que culminó el ambiente que se espera de estos días.
En resumen un conciertazo de flamenco del bueno que tendrá su continuación el próximo día 29 de diciembre con un espectáculo de Zambomba de Jerez con Pedro Garrido Niño de la Fragua como cantaor y director artístico, acompañado por la guitarra de Juan Manuel Moneo, de las cantaoras – bailaoras Coral de los Reyes, Ana de los Reyes y Eva Rubichi y al compás José Rubichi y Manuel Tarote. Mejor manera de terminar el año en la sala García Lorca, imposible. Con gente de Jerez, es decir, seguiremos en Cádiz.
