Cuando la edición anual del Foro Económico Mundial concluyó la semana pasada en Davos, Suiza, su resultado lleno de lugares comunes no sorprendió a nadie. Sin embargo, hubo menos retórica populista y proteccionista de parte de Estados Unidos, informa Thalif Deen[1] (IPS) desde Naciones Unidas.
La presencia del presidente Donald Trump fue un espectáculo político adicional en el marco de este acontecimiento, que se realizó del 23 al 26 de este mes de enero de 2018.
El mandatario declaró con orgullo que su país está «abierto a los negocios», ante lo que el comediante Jimmy Kimmel acotó: «Y quién mejor para hacer esa declaración que un hombre que declaró quiebra seis veces». Kimmel se refería así a la ocasión en que Trump se autodeclaró empresario «multimillonario» antes de postularse a la Presidencia de Estados Unidos.
Trump se está volcando cada vez más hacia el bilateralismo en vez del multilateralismo: se retiró del Acuerdo de Asociación Transpacífico y amenazó con hacer lo mismo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pareció más contenido antes del Foro, que congrega a elites empresariales del mundo, aunque llegó a Davos inmediatamente después de fijarar aranceles a la importación de paneles solares y máquinas de lavar.
Apuntando implícitamente contra Trump, el primer ministro de India, Narendra Modi, dijo en el Foro de Davos que «las fuerzas del proteccionismo están elevando sus cabezas contra la globalización». Su intención no es solo evitar la globalización, sino también revertir su curso natural, planteó.
Ben Phillips, de la Alianza para el Combate a la Desigualdad, con sede en Nairobi, dijo a IPS que «Davos está terminado», enfatizando que la edición 2018 finiquitó el concepto de que el Foro podía cambiar el mundo.
Fue incluso más allá y sentenció que el encuentro anual es «un club de citas rápidas para plutócratas y políticos». Pero la idea de que impulsaría una sociedad más igualitaria está muerta, agregó.
La semana pasada, el presidente del Foro, Klaus Schwab, elogió a Trump, quejándose de que su «fuerte liderazgo» hubiera sido blanco de «prejuicios e interpretaciones tendenciosas».
Schwab también felicitó a Trump «por la histórica reforma tributaria aprobada el mes pasado, que reduce en gran medida la carga impositiva de las empresas estadounidenses».
Según The New York Times, miembros de la audiencia abuchearon a Schwab cuando formuló esas declaraciones.
Para Phillips, ahora Davos es el Davos de Trump, ya que, sostuvo, se perdona el racismo y la crueldad del mandatario. «Y Trump se convirtió en el Trump de Davos: su proclamada revuelta contra la globalización ahora es expuesta como un mero ataque contra los migrantes pobres, y no como un desafío a las elites globales», opinó.
Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional, dijo a IPS no ver ninguna evidencia de que los líderes de corporaciones o gobiernos reunidos en Davos realmente hayan entendido la necesidad urgente de brindar justicia a la población o al planeta.
«Aunque hablan de crecimiento inclusivo y acción climática, no investigan ni cuestionan su propio rol en cuanto al impulso que dan y a cómo se benefician del sistema subyacente, que ha creado el mundo fracturado en el que vivimos», añadió.
Sin embargo, Morgan se sintió inspirada por muchos participantes jóvenes, particularmente mujeres que conoció en el Foro, y que son vanguardistas gracias a sus grandes ideas y a su liderazgo colectivo, explicó.
Según ella, las acciones relativas al cambio climático estuvieron más presentes en los debates de Davos este año, pero no con la velocidad o en la escala que se requiere en proporción al desafío que el asunto representa.
«Las alteraciones climáticas son la nueva norma, lo que significa que la única manera de avanzar es transformar nuestra energía y nuestros sistemas de uso de la tierra», destacó.
Phillips dijo a IPS que lo que ha puesto fin al mito de Davos como fuerza igualizadora es su incapacidad de arrojar resultados.
El economista Branko Milanovic, exfuncionario del Banco Mundial, concluyó que Davos «ha producido cero resultado» en cuanto a reducir la desigualdad, exacerbando políticas que nos han devuelto a «comienzos del siglo XIX».
Phillips declaró que una mayor igualdad nunca se consiguió porque sí, sino que siempre fue consecuencia de un esfuerzo colectivo.
Hasta la habitualmente cauta Organización de las Naciones Unidas (ONU) expresó su preocupación ante las llamadas de Trump a que los países persigan sus propios intereses en esta era de globalización y multilateralismo.
El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al-Hussein, dijo que «es el guión del siglo XX». Trump urgió a todos los países a perseguir sus propias agendas, señaló, omitiendo el hecho de que, de así hacerlo, chocarán «con las agendas de otros, y llevaremos al mundo de regreso a 1913».
Planteando una perspectiva diferente a Davos, Phillips puso de relieve un acontecimiento que tuvo lugar muy lejos de suelo suizo. Como resumieron los medios de comunicación: «Olviden a Davos. Dandora es la clave para abordar la desigualdad».
Dandora es un tugurio de Nairobi, situado en la cima de una montaña de basura. Fue allí, y no en el Foro Económico Mundial, donde centraron su atención organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y sindicatos, que aunaron esfuerzos en la Alianza para el Combate a la Desigualdad.
En Dandora se llevó a cabo un «Festival Usawa» (festival por la igualdad), impulsado por Juliani, estrella del hiphop keniata, y organizaciones de la sociedad civil.
En distintas partes del mundo, festivales e instancias similares congregaron al público para reclamar un cambio.
Quienes participaron en Davos se quejaron de estar atrapados en la niebla, varados en zanjas y casi enterrados bajo la intensa nieve. En contraste, el sol brilló en la montaña de basura de Dandora, donde los participantes cantaron y tomaron en sus propias manos la iniciativa para el cambio, dijo Phillips.
- Publicado inicialmente en IPS Noticias