Los jugadores profesionales de ajedrez que están sometidos a un alto nivel de competición varios días o semanas pueden perder hasta seis mil calorías, como por ejemplo, el reciente Torneo de Candidatos, ganado por el ruso Ian Nepomniachtchi, quien será el rival en noviembre del campeón mundial, Magnus Carlsen.
Lo normal son unas cuatro mil calorías gastadas por los jugadores profesionales. Un jugador medio o aficionado puede llegar a consumir unas quinientas calorías.
Según el doctor y profesor de Neurología de la Universidad de Standford Robert Sapolsky, los mejores ajedrecistas del mundo pueden quemar 560 calorías en dos horas.
El nivel de estrés, ritmo respiratorio y presión arterial aumenta en la competición lo que les hace consumir más energía y oxígeno. Además, el sueño puede verse alterado, la sensación de hambre se aleja y se ve afectada, por lo que influye en la pérdida de peso, se calcula que unos dos kilos, en este tipo de torneos profesionales.
No es de extrañar pues que tras el Torneo, uno de los candidatos, el chino Wang Hao, de 31 años, anunciara su retirada: «El ajedrez de competición me genera demasiado estrés y daña mi salud». Ha tenido problemas emocionales, nerviosos y gástricos. Su segunda parte del Torneo fue decepcionante: cuatro derrotas y tres tablas. Entró como número doce del mundo y terminó como el diecisiete.
El excepcional enfoque mental produce que en ajedrez un pequeño lapsus de concentración puede hacer perder la partida, se pueden hacer 39 movimientos buenos durante cuatro o cinco horas de juego, pero si se falla el 40, pierdes el juego. Así, el gran maestro brasileño Krikor Sevag Mekhitarian, de 34 años, afirma que el nivel no es el mismo en la primera que en la quinta hora de juego.
Esta tensión afecta a la salud, los jugadores de élite pueden perder en grandes torneos de cuatro a ocho kilos, por eso deben optimizar su dieta y nutrición. Los ajedrecistas jóvenes cada vez se preparan más, así renuncian a drogas y alcohol que era lo habitual en los años sesenta y setenta del siglo pasado.
Por su parte, el experto brasileño en Fisiología del Deporte en Sao Paulo Turibio Barros, quien fue el fisiólogo del Sao Paulo FC (1986-2010), considera que las largas partidas generan fatiga física y mental, añadiendo que las muchas horas ante el tablero producen problemas de postura, malestar en los hombros y dolores cervicales.
La fisioterapeuta Gerseli Angeli, de la Universidad de Sao Paulo, señala la importancia para los ajedrecistas de hacer ejercicios físicos regulares, además de que deben preocuparse de tener sillas con un buen soporte lumbar y una mesa con una altura y soporte adecuado.
Estudio en la isla de Man
Precisamente el ajedrecista chino Wang Hao se ganó el derecho a estar en el Torneo de Candidatos tras ganar en 2019 el Torneo Internacional de la isla de Man (Reino Unido).
Hay que recordar que en la edición anterior, en octubre de 2018, dicho torneo se convirtió en un campo de pruebas para la investigación científica. Los organizadores pusieron dispositivos fijos que evalúan el rendimiento cardíaco y los costes de energía en algunos ajedrecistas. Se comprobó que algunos participantes, sin levantarse de su silla, quemaron tantas calorías como consumen nadadores o corredores.
El gran maestro ruso Mijail Antipov consumió 560 calorías en dos horas de agotadora lucha mental: las mismas calorías que habría quemado corriendo ocho kilómetros o nadando durante una hora.
La frecuencia cardíaca de su rival, el estadounidense Hikaru Nakamura, aumentó a 130 pulsaciones por minuto durante el juego; el ganador del torneo, el polaco Radoslaw Wojtaszek, llegó a alcanzar 170 pulsaciones y algunos participantes llegaron hasta 220, lo que resulta un coste significativos de «energía».
Las observaciones efectuadas sobre unos veinte jugadores de ajedrez profesionales demostraron que, en promedio, queman alrededor de cien calorías por cada hora de juego disputada.
Con mayor definición se puede argumentar que el cerebro adulto consume hasta el veinte por ciento de la energía producida por el cuerpo. Cuanto más intensa es la actividad mental, más materia gris necesita ser alimentada. Por ejemplo, adolescentes y jóvenes, consumen más calorías, un sesenta por ciento, cuando estudian, resuelven problemas matemáticos complejos o aprenden nueva información que cuando miran una película o se van de viaje.
Raramente un adulto ha logrado perder peso al forzar la mente. Pero es cierto que a lo largo de los años, la cantidad de calorías que necesita el cerebro disminuye gradualmente y se suele producir un aumento de peso.
Según los investigadores rusos del Instituto Anokhin de Fisiología Normal en Moscú, el cerebro consume mucha energía, pero el estrés y las molestias emocionales pueden aumentar los costes de energía en un treinta a cuarenta por ciento.
Los científicos llegaron a esta conclusión al examinar a 75 estudiantes unos días antes y durante un examen. Cuanto más se acercaba la prueba, más energía se necesitaba. Y mientras que 72 horas antes del examen, los estudiantes consumieron alrededor de 750 calorías más de lo habitual, el día del examen quemaron mil.
Además quienes hacían operaciones informáticas y aprendían el texto de memoria quemaban 250 y 200 calorías más que los que descansaban.