La sombra de la sospecha ha caído otra vez sobre el fútbol profesional. Esta vez en Bélgica. La fiscalía federal belga acaba de confirmar que –al menos- los resultados de dos partidos de aquella liga pudieron estar amañados en la temporada pasada. Pero la onda expansiva de este asunto alcanza a otros países europeos. Ha habido acciones policiales y registros relativos al caso en el “plat pays”, pero también en Francia, Luxemburgo, Serbia, Macedonia, Montenegro y Chipre.
En el telediario de la hora del almuerzo de la RTBF, la primera noticia apuntaba entre los principales sospechosos e implicados a agentes de los jugadores, dirigentes de los clubes y árbitros. Entre estos últimos, la encuesta judicial apunta dos nombres Sébastien Delferière y Bart Vertenten. Ambos habrían recibido “regalos” y, tras los partidos, habrían compartido varias veces mesa con el más señalado de los detenidos, Mogi Bayat, un agente de origen iraní descrito antes hagiográficamente como ‘un destacado profesional’.
El comunicado del fiscal responsable del caso amplia el espectro a “abogado, un despacho contable, un entrenador, periodistas y eventualmente otros responsables de los clubes, agentes de los jugadores, árbitros y otro tipo de cómplices”. “Incluso un joyero”, ha añadido un reportero de la RTBF.
En la operación contra la corrupción en el fútbol belga han participado más de dos centenares de policías de siete países. La gran redada empezó el miércoles 10 de octubre. Además del citado Mogi Bayat, otro agente, Dejan Veljkovic, serbio, menos conocido que el anterior, está detenido. La policía serbia ha confiscado 800 000 euros en varios lugares de Belgrado y de la ciudad de Nis (Serbia). Ese dinero estaría destinado a una operación de blanqueo de fondos provenientes de Bélgica, según la cadena de televisión serbia N1.
Ha sido interrogado también Ivan Leko, croata, y entrenador del FC Brujas, quien pasó la noche en el calabozo de la comisaría. Otro detenido, Herman Van Holsbeeck, quien fuera manager del Anderlecht, pudo dormir en su casa aunque continúe bajo sospecha.
La operación policial apunta a irregularidades en las comisiones pagadas en los traspasos de jugadores; también a los amaños de partidos de la Liga Jupiler (la liga belga). “Actividades llevadas a cabo en el marco de una organización criminal, con blanqueo de dinero y corrupción privada”, dice el fiscal federal.
La investigación parece haber empezado con la sospecha que levantaron algunas transferencias, con sus comisiones correspondientes y también el pago de salarios que llamaron la atención de la Unidad de Fraudes Deportivos de la Policía Federal belga. Asimismo, consta alguna denuncia interna llegada de dentro del campeonato de fútbol de Bélgica, por parte de profesionales situados en los márgenes inferiores del campeonato.
Domicilios, oficinas y sedes de clubes han sufrido registros. Entre las sedes registradas por la policía, están las de los equipos Standard de Lieja, Anderlecht, Genk y Brujas. Según una información de la cadena pública RTBF, diez de los dieciséis equipos de la primera división belga están siendo investigados; aunque la sospecha sobre partidos supuestamente amañados sea –por el momento- de sólo de dos y ninguno de los equipos citados participó en ellos. La noticia es chocante para los aficionados de toda Europa. Porque de inmediato surge una pregunta: “¿Y aquí qué pasa?”
Tras vencer (2-0) a Inglaterra en el último Campeonato Mundial de Fútbol (Rusia 2018), Bélgica quedó tercera. Y su juego brillante permanece como uno de esos buenos recuerdos futbolísticos que le quedan a cualquier aficionado normal. Por eso resulta aún más amarga esta operación que relanza el espectro de la corrupción y la infiltración del dinero –a escala mayor- en el fútbol.
“Con el mercadeo instalado en el fútbol, los clubes se convirtieron en objeto de deseo para especuladores y millonarios. Llegaron y llegan a nuestro fútbol los jeques y ‘petro-ricos’, que nada entienden del balón –y mucho menos de fidelidad a unos colores- y se creen que a esto se gana fichando a los que más veces salen en la tele. Exijo que no haya un solo hincha que no deteste a estos nuevos engendros, equipos que vendieron su alma al poderoso caballero en busca del éxito sin reparos”, dice Nacho Carretero en Jot Down Magazine
Nuestro colega Carretero establece el fin histórico del fútbol –digamos- entrañable hace casi un cuarto de siglo. “El fútbol, tal y como siempre lo hemos conocido, terminó en 1994”, dice Carretero, “en concreto en el verano de aquel año, cuando se disputó el Mundial de Estados Unidos. Ocurrió en el acontecimiento cuatrienal algo insólito: Nike hizo un anuncio sobre balompié protagonizado por la selección de Brasil”.
Después, según esa tesis más o menos verosímil, vinieron las franquicias, las multinacionales, los patrocinios cargados de oro y oropeles, la publicidad apabullante, las compras de derechos entre grupos audiovisuales vinculados a grupos de presión y a oligopolios mediáticos.
Lo sabemos, pero hoy queda, además, un regusto amargo para quienes siguen yendo a los estadios modestos (entre los que me encuentro). Recuerdo ahora un tuit del jugador belga Axel Witsel cuando estaban a punto de llegar a la final de Rusia. El centrocampista Witsel escribió entonces: “El futuro es belga”. Desde luego, aquel juego alegre y espléndido no tenía –ni se merece- ninguna sombra de sospecha.
