Los últimos cazadores bosquimanos que quedan en África han decidido demandar formalmente al Gobierno de Botsuana por sus intentos “ilegales e inconstitucionales” de matarles de hambre para que se vayan de sus tierras ancestrales en la reserva de caza del Kalahari Central.
Los bosquimanos dependen de la caza de subsistencia para alimentar a sus familias, pero enfrentan al acoso, torturas y arrestos cuando les descubren cazando. A principios de este año, el Gobierno de Botsuana emitió una prohibición nacional para cazar, sin notificárselo a los bosquimanos del Kalahari y sin ofrecer compensación alguna.
Esta sería la cuarta vez que los bosquimanos se ven forzados a recurrir a acciones legales contra los mandatarios, en su deseo desesperado de que les dejen vivir en paz en su tierra.
En la histórica victoria judicial de 2006, el Tribunal Supremo de Botsuana dictaminó que los bosquimanos tenían derecho a vivir y a cazar en su tierra. Pero, a pesar de la sentencia, no se les ha concedido ni una sola licencia de caza.Paradójicamente, los adinerados cazadores de trofeos están exentos de la prohibición y siguen cobrándose jirafas y cebras legalmente en haciendas privadas.
El bosquimano Roy Sesana aseguraba hace hace unos días que “se trata de un movimiento premeditado para hacernos pasar hambre y que nos vayamos de la CKGR [Reserva de Caza del Kalahari Central, según sus siglas en inglés]. Saben que dependemos de la caza y decidieron prohibirla dentro de la CKGR.” Por su parte, el presidente de Botsuana, Ian Khama, quien a su vez es miembro de la junta directiva de la organización Conservación Internacional, afirma que esta medida fue adoptada para proteger la menguante fauna del país.
La caza como negocio
Sin embargo, resulta contradictorio que prohíban cazar a los indígenas, que cuidan mejor que nadie de su entorno y cazan de forma sostenible para alimentarse, mientras se lo permiten a los turistas de élite que pagan sumas astronómicas por matar animales como actividad de ocio. Los bosquimanos cazan con arcos, flechas y cerbatanas, y no suponen ninguna amenaza para la vida salvaje de la reserva.
Curiosamente, el Príncipe de Gales ha respaldado una reciente campaña contra la caza furtiva lanzada por United for Wildlife, una coalición de organizaciones defensoras de la naturaleza, entre las que se encuentran WWF, Conservación Internacional, y The Nature Conservancy, y que también cuenta con el apoyo del presidente Khama, lo cual esstá muy bien, siempre y cuando sean capaces de distinguir entre ilegales y pueblos indígenas que cazan para obtener sustento.
Stephen Corry, director de Survival Internacional, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales, ha denunciado que los «Indígenas de todo el mundo están siendo acusados de “furtivos” porque cazan para alimentarse. Y se enfrentan a arrestos y palizas, torturas y muerte, mientras que se alienta la caza mayor entre quienes pagan por ella. Es hora de que reconozcamos que los pueblos indígenas y tribales son los mejores protectores de la naturaleza. Hasta que esto ocurra, continuaremos persiguiendo estos abusos y destacando el hecho de que las vidas y las tierras de los pueblos indígenas están siendo destruidas por la industria de la conservación, el turismo y los grandes negocios».