El fin de las cosas debe de ser espontáneo, es un juego espontáneo en un espacio posible… La pregunta vital será saber, ¿qué nos une?… para aparecer en un espacio de encuentro.
Debe de haber tantos juegos como innumerables utensilios para imaginarlos. El homo ludus, ciertamente todos nosotros adultos, celebraremos el día del juego, hoy 28 de mayo de 2013… sin más diversión que las ocasionales circunstancias que exceden esos gestos habituales, y quizá muchos ni lo sepan… para en una recóndita cápsula pasear mentalmente, divagando sobre uno de esos espacios que a veces suceden donde escondidos o perdidos, reconoceríamos la excusa de aquellos utensilios imaginados.
El espacio de encuentro fue y es un lugar acotado… por lo menos a mí siempre me fascinó el límite en el juego. Porque hay que hablar en concreto para invitar a acercarse al otro que posiblemente pueda ser tímido/a y desee poder aprender ofreciendo modular su cualidad. Sí, el juego es cualificación donde puedas reconocerte.
Si no, explorad la palabra concentración… esa intensidad hecha para algo donde se descarga su saber hacer. Ciertamente, es exploración.
Continúo fascinado: límite, espacio y exploración.
No es notorio poder descubrir a través de los medios de comunicación las sonrisas de niños y niñas de escasos recursos, quizá hoy en el día del juego, sonrojándose de diversión al haber encontrado un aro que rueda cuesta abajo… y que incesantemente lo vuelvan a rodar para continuar reconociendo ese espacio. La experiencia en el espacio no requiere mucho más, lo otro es acumulativo, dispersión. La sorpresa ocurre casi siempre en las cosas débiles, insospechadas, al dar una patada a algo que parece no seguir la ruta lógica de las cosas adultas y puedas seguir demostrando porque prefieres seguir siendo un niño o una niña. La sorpresa siempre es risa y los niños y las niñas se ríen, y mucho.
La palabra más y mucho más, sólo denota desconocimiento… de la misma manera que desconocer el límite de las cosas. En mi breve espacio y en mi economía de recursos el niño y la niña implosiona su realidad, modula las argucias más breves y contornea lo que otros perciben diferente… esto es jugar.
Por esto exigiría en el Día del juego, brevedad de espacio y pocos recursos… unos palos y un trapo, un aro, y el tiempo suficiente para saber recordar el nombre de los que quieran jugar conmigo. Los adultos piden y quieren demasiado. Quieren ganar y no se ríen. Habéis olvidado jugar para inventar.
La garantía de todos los microespacios olvidados es nostalgia de no haber, jamás, aprendido. Y hay veces que no se miden las cosas en secuencia sino que sólo son cosas paralelas que puedan confluir. Esto es un juego. Las normas de ese espacio donde me sincronice de nuevo contigo. Es donde está, nada más… hasta su límite.
Para aprender las reglas del juego, sus emociones… y aprender a gestionar tus emociones, y aprender a construir relaciones, y aprender a tomar decisiones, y poniéndose en el lugar del otro no volverte a llamar desconocido.
Ahora te invito, juega conmigo.
Un dato: Según la Revista “Trip Wire”, 61.9 millones de personas han participado en algún juego en red (online) durante 2011, con un incremento de 9 millones de usuarios sobre el 2010.
