En los días más recientes he estado publicando en las redes sociales y en grupos de WhatsApp, una serie de palabras y frases mal utilizadas, tanto en lo oral como en lo escrito.
El asunto ha tenido eco en personas a las que les atrae el tema lingüístico, y en consecuencia, cada día el aporte ha ido enriqueciéndose con sugerencias y recomendaciones de los lectores, lo cual me ha facilitado el trabajo de selección. Se ha vuelto una especie de aprendizaje a distancia, salpicado de buen humor, pero con mucho respeto, que me ha motivado y comprometido a mantenerlo en la medida de las posibilidades.
Palabras como «diferiencia», «ajualá», «inauración», «haiga», «deligencia», «estrasnochado», «descosehar», «bayonesa» (por mayonesa), «atarrizar» y «tragiversar» entre otras, son comunes en el vocabulario de venezolanos y quizás en el de otros ciudadanos de habla hispana. Lo cuestionable es que muchos de los que incurren en esos dislates, son educadores o profesionales de la comunicación social, lo cual deja mucho que pensar sobre su preparación.
En el caso de Venezuela, lo de haiga, se ha convertido en un cáncer que ha hecho metástasis en varias esferas de la sociedad, ahora favorecido por el hecho de que supuestamente la malhadada palabra ha sido aceptada por la Real Academia Española, como si la docta institución fuese una instancia que determina cuál palabra puede usarse y cuál no. Digo supuestamente, porque hasta donde tengo entendido, su función es meramente de registro.
Aprovecho para dejar claro que no tengo nada en contra de la RAE, toda vez que su aporte es sumamente valioso en cuanto al buen uso de nuestro idioma, en función de mantener la unidad lingüística; pero de allí a atribuirle autoridad, que diste de lo moral, hay un gran abismo. Eso debe quedar muy claro, en virtud de darle a cada quien su justo valor.
A la larga lista de palabras mal utilizadas, cuya gama está compuesta por sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios, hay que agregar la forma de gratis, que al igual que las mencionadas, se ha enseñoreado en el habla cotidiana de los venezolanos y tal vez en la de otras naciones de la América española. Los medios de comunicación, especialmente las redes sociales, están plagados de ese despropósito, lamentablemente.
Es común leer u oír frases como: «El viaje lo hice de gratis»; «La entrada para el concierto será de gratis»; «La inscripción para el curso es de gratis», etc. Con contadas y honrosas excepciones, aparece gratis sin la preposición de, que es la forma propia del Castellano.
Es menester señalar que gratis es un adverbio de modo, es decir, indica la forma en que se obtienen las cosas. En el volumen dos de su libro Con la lengua, el profesor Alexis Márquez Rodríguez (+) señala que gratis deriva del latín gratiis o gratis, que se entiende como de gracia, por condescendencia, sin interés, de balde, etc.
Es posible que el uso de la palabra gratis, antecedida por la preposición de, esté asociado al hecho de que en Español, las locuciones adverbiales de ese tipo se construyen con esa partícula: «Compañeros de farra»; «Iban de paseo»; «Cocina de maravilla»; «Estará de paso por este lugar».
En opinión del laureado académico Márquez Rodríguez, plasmada en el libro que les mencioné, el uso de de gratis no ha sido tan frecuente como para arraigarse, lo cual no es del todo cierto. Puede ser que en determinado tiempo no tuvo mucho auge; pero desde mi época de escolar, de lo que ya han transcurrido varios años, solía escuchar a maestros, profesores y comunicadores sociales decir de gratis en lugar de gratis, que es la forma propia y que se debe mantener.
En publicidad es frecuente leer u oír frases como: «Regalos gratis», utilizada para promocionar la venta de productos, lo cual desde el punto de vista semántico es un disparate, aunque desde lo gramatical es válida. Y digo que es un disparate, porque todo regalo es gratis, pues lo contrario no lo sería.
Hay otra frase de la jerga publicitaria, ámbito en el que por cierto hay muchos disparateros, utilizada hasta la saciedad, para darle fuerza a la expresión, como: «Completamente gratis»; pero al igual que la anterior, está viciada, dado que no existen otras formas de definir lo que es gratis. O es gratis o no lo es, así de sencillo.
De lo anterior se puede colegir que en el afianzamiento de de gratis haya influido la frase adverbial de balde, que es equivalente a esta, y que en ocasiones es la responsable, es la culpable de que muy frecuentemente haya cosas de gratis.
Saludos Licenciado, hay comunicadores que hasta llegan a decir «de a gratis». Excelente explicación.