En la interesante filmografía del director franco suizo Barbet Schroeder, “El venerado W” forma parte de su vena documental, que incluye otras dos obras excelentes: “El general Idi Amin Dada, autorretrato” 1977 , y “El abogado del terror” 2007.
La fuerza de Schroeder en el tratamiento del documental reside en su capacidad didáctica al introducir el ojo objetivo de la cámara en su encuentro con un portavoz del horror absoluto, en esta ocasión un “venerado” monje budista, Ashin Wirathu, dirigente carismático de un movimiento racista que preconiza abiertamente el genocidio o la eliminación física de la población musulmana en Birmania y la destrucción de sus casas y de sus bienes.
De la intolerancia de las religiones sean cuales sean
Como lo hizo antes con el dictador africano Idi Amin Dada, o con el nazi alemán Klaus Barbie y su abogado Jacques Verges , Schroeder da la palabra a sus protagonistas y se introduce aquí en el nido de ese movimiento budista neonazi, revelando informaciones y hechos, que a menudo han sido ocultados o minimizados en los grandes medios de información.
Contrariamente a lo que afirma el neonazi W, en su implacable discurso de odio e intolerancia, que califica a los musulmanes de “conejos” y ve en su reproducción “una amenaza para la religión budista y la raza birmana”, la comunidad musulmana en Birmania representa tan solo el 4 % de la población.
En el contexto general de exagerada islamofobia y de amalgamas diversas y variadas en nuestras sociedades occidentales, bajo la presión del terrorismo islámico sunita, el documental de Schroeder nos permite comprender mejor no solo la situación en Birmania, sino en el mundo entero, en relación con la supuesta amenaza demográfica musulmana, y los desplazamientos migratorios provocados por guerras y genocidios.
La más aplastante demostración y denuncia del genocidio, consiste pues en la confrontación con los desvaríos del propio W, el monje Wirathu, en contradicción flagrante con los mensajes de paz y tolerancia que pregona oficialmente el budismo. Sus declaraciones aparecen como el horror más absoluto, en contra plano de una realidad a menudo ignorada, o deformada.
En esa Birmania que sabíamos desde hace tiempo dirigida y dominada por una dictadura militar, y no obstante la llegada al poder de la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, el genocidio de los Rohingyas, minoría musulmana, ha sido y sigue siendo perpetrado, ante la indiferencia general de la opinión publica mundial.
Condenado a 23 años de cárcel en 2003, el budista neonazi W, fue liberado y amnistiado nueve años después, y su movimiento goza hoy, como ayer, de complicidades evidentes entre los altos mandos militares en su país. Varias leyes anti musulmanas y racistas propuestas por el movimiento de W, han sido aprobadas en Birmania.
El documental de Schroeder, pone pues de manifiesto de forma contundente no solo el horror de ese movimiento neonazi budista, sino la complicidad en el genocidio y persecuciones de los musulmanes de ese gobierno birmano, del que forma parte la no menos venerada Premio Nobel de la paz, y premio Sakharov del parlamento europeo, Aung San Suu kyi. ¿culpabilidad, impotencia o cómplice silencio?
El corazón muy libre de un cineasta del mundo
El franco suizo Barbet Schoreder, nacido en Teherán en 1941, en el París de los años sesenta formaba parte de la banda de Cahiers du cinema, de donde salieron los cineastas de la Nouvelle vague como Godard, Rivette o Chabrol. Se destacó Schroeder con Eric Rhomer al fundar “les Films du Losange”, como productor de sus respectivas películas, pero también de numerosos cineastas como Rivette, Eustache, Schlondorff, o más recientemente Haneke, Goupil y Deville, entre otros.
Sin embargo desde sus primeros pasos como realizador en la ficción, hizo banda aparte, confirmándose como el más americano y ecléctico de su generación y gran admirador de Charles Bukowski, sobre el que hizo un documental “The Charles Bukowski tapes” y una ficción “Barfly” (“el borracho”) 1987 con guion del propio Bukowsky, e interpretado por la pareja Mickey Rourke y Faye Dunaway.
Productor, guionista, actor ocasional y director, Schroeder ha mostrado en la ficción su gusto por las tramas policiacas y el género dramático, firmando grandes éxitos internacionales, como “Le Mystere Von Bulow” (“el misterio Von Bulow”) 1990, nominado a los Oscar de Hollywood y Oscar de mejor actor para Jeremy Irons. O también la muy brillante “Jf partagerait appartement”, (“Mujer blanca soltera busca”), 1992, con la actriz Jason Leigh.
De relieve así mismo en su filmografía la adaptación a la pantalla de “La virgen de los sicarios” 2000, magnífica novela del escritor colombiano Fernando Vallejo que firmó también el guion. La película fiel en su realización a la atmósfera y al espíritu de su autor fue enteramente rodada en Colombia, país en el que Schroeder pasó su infancia.
El centro cultural Georges Pompidou de París acaba de rendir un cálido homenaje a Barbet Schroeder, programando una retrospectiva integral de su obra, en su presencia, que se ha prolongado desde el mes de abril hasta el pasado 11 de junio. Su película “Le venerable W” de estreno en Francia este mes de junio, fue proyectada en sesión especial, fuera de concurso en el pasado festival de Cannes.
Recordemos que en España, el Festival internacional de cine de San Sebastián le dedicó una retrospectiva en 2006, en su 54 edición. Una obra de referencia para los amantes del cine fue publicada en esa ocasión “Barbet Schroeder, itinerarios y dilemas” , coordinada por Quim Casas y Joan Pons.
De aquella obra he extraído esta lúcida descripción que de si mismo daba entonces Barbet Schroeder: “Mi pasaporte es suizo, pero nunca viví en Suiza. Mi sangre es alemana pero no hablo alemán. Mi corazón es colombiano, pero no soy parte del país como para decir que soy colombiano, Estoy seguro de no ser francés sino de cultura y estoy seguro de no ser americano. Me quedo solamente con el corazón”.