Si hay algo que caracteriza a Rubén Olmo, Premio Nacional de Danza 2015, es la profundidad de su estética y conciencia corporal. Es todo mindfulness desde el principio, desde que empieza a gestar sus coreografías. Y esta es precisamente, la auténtica definición de su espectáculo Horas contigo con el que se ha presentado en estreno absoluto en este Flamenco Madrid 2018.
Horas contigo resume la ya larga historia de la forja de un maestro de la danza que comenzó en el conservatorio de Sevilla cuando solo contaba nueve años de edad. Allí se tituló en danza española y danza clásica.
Su amor por el flamenco era algo innato, algo que siempre estuvo ahí y que quiso canalizar con maestros como Eva Yerbabuena o Rafael Amargo, después de una etapa más clásica con Manolo Marín, José Galván, Aída Gómez o el Ballet Nacional de España. Hasta que llegó el momento de formar compañía propia.
En Horas contigo está acompañado de primeros espadas como Patricia Guerrero y Eduardo Leal en la danza; el cante está a cargo de José Luis García Cheíto; las cuerdas en la guitarra de José Suárez Pitín y en el piano de Alejandro Cruz; los vientos en la gaita y flauta de Rubén Díaz y a la percusión David Rodríguez Chupete. En la dirección artística está presente el toque vanguardista de Israel Galván que comparte tarea con el propio Rubén Olmo.
Está fuera de duda la enorme influencia de las técnicas pictóricas del chiaroscuro del siglo XVII, de Caravaggio y Ribera en los diseños de iluminación de todas las grandes compañías de danza actuales. Pero el diseño de Rafael Gómez se lleva la palma. Los instrumentistas y el cantaor están siempre de atrás, invisibles. Y la danza se desarrolla en una permanente semioscuridad con los pertinentes cambios de color, con la que quizá se pretende crear una atmósfera onírica para todo lo que sucede en la escena.
Pero sobre todo predomina la BELLEZA, como debe ser en todo espectáculo de danza. En la Falsa Farruca donde la medida de la lentitud y el crescendo son perfectas. El traje rojo diablo del bailarín parece un toque al estilo de Galván.
Una ronda de danzas celtas al son de la gaita preceden a las Sonatas del Padre Soler acompañadas por el piano, ambas portadoras del sello personal dancístico de Olmo, creativo y versátil, sello de maestro. Alegría para los ojos, belleza como alimento para las almas.
En esta perfecta estructura de espectáculo no podía faltar un intervalo por seguiriya, con cante y toque de atrás destinado al recreo de otro de los sentidos, el oído y a través de él contactar con las emociones más profundas.
Tanto la danza de Patricia Guerrero con música de Eric Satie, como la de Eduardo Leal, primero como solista y después a dúo con Rubén Olmo, que termina en un reto absoluto de danza sin músicos, o mejor dicho ellos con sus pies crean la música, el ritmo, el compás, la percusión. Como si quisieran demostrar que la danza se basta a sí misma para producir todo lo que se espera del espectáculo. Se basta y emociona al máximo. El reto es quizá el mayor éxito de la noche.
Rubén Olmo citando a Martha Graham: La danza es la lengua oculta del alma.
Y se autodefine con esta frase: Lo que hoy soy es lo que me transmitieron mis maestros y que con cuidado y mimo fui acomodando a mi propia estética. Cada uno de ellos me transmitió su verdad, que yo he transformado en mi verdad. Todo mi pasado está en mi presente y espero que en mi futuro. Yo no elegí la danza, la danza me eligió a mí.
Y todo eso es lo que vemos en Horas contigo.
