El gobierno húngaro, con el ultraderechista Viktor Orban al frente, ha dado desde el principio numerosas muestras de su postura anti-refugiados, fundamentalmente equiparando migración con terrorismo en la campaña para una consulta nacional.
Ahora prepara una nueva campaña contra la Unión Europea, iniciada ya con carteles alarmistas como el que reproducimos, según informaciones facilitadas al digital Global Voices por su corresponsal en el país Sara Heltai.
El gobierno de Orban, y su partido ultraderechista Fidesz, tienen ahora como objetivo el plan de la UE para relocalizar en el continente a los refugiados que actualmente se encuentran en Italia y Grecia. La primera tanda de paneles publicitarios de la campaña, que costará en torno a 1,2 millones de euros, ya se encuentran en las calles del país y ocupan páginas enteras en la prensa diaria de mayor tirada.
Los carteles, que son la publicidad de la respuesta jurídica de Hungría a los planes de relocalización de la UE, están apoyados también por mesas petitorias callejeras en las que militantes ultraderechistas lanzan mítines llenos de estadísticas dudosas y frases racistas y xenófobas. Y que según fuentes oficiales han conseguido ya un millón de firmas de apoyo al gobierno de Orban.
El plan de relocalización de la UE tiene establecida una subvención de 6000 euros por refugiado. En el verano de 2015 Hungría pidió a al UE una ayuda de 4 millones de euros para hacer frente a la afluencia de refugiados; una suma que no ha recibido porque, como se recordará, el país cerró sus fronteras, y que el gobierno de Orban sigue reclamando lo que ha llevado al Comité Helsinki húngaro (1) a emitir un comunicado en el que asegura que el gobierno Fidesz cree que los húngaros son imbéciles.
Sin embargo, para la mayoría de los refugiados llegados por barco a Grecia, Hungría es solo una etapa en su camino hacia países más “acogedores”, como Alemania o Suecia. A principios de septiembre de 2015, las autoridades húngaras les impidieron subir a los trenes que iban a Alemania, obligándoles a recorrer a pie los 170 kilómetros que les separaban de la frontera austriaca. Los organismos de defensa de los derechos humanos han denunciado los impedimentos creados como contrarios a las obligaciones internacionales del país.
A mediados de octubre se produjo el cierre total de las fronteras. A pesar de que todo ello ha tenido como consecuencia el descenso vertiginoso del número de refugiados que llegan a Hungría, el gobierno ultraconservador y eurófobo de Viktor Orban ha denunciado el plan de relocalización de la UE, argumentando que el país no quiere entrar en el esquema de “relocalización de urgencia” ni ser considerado “país en la línea de frente”. Y no es el único: también están en contra del plan los gobiernos de Chequia, Rumania y Eslovaquia.
Y mientras tanto, lo cierto es que apenas sabemos nada de esas decenas de miles de refugiados que hace apenas un par de meses veíamos diariamente llegar –y a veces morir en el intento- en barco a Grecia o Italia, atravesar la antigua Yugoslavia y Macedonia para alcanzar Hungría y continuar viaje –en peores condiciones cada vez- hacia el norte de Austria y Alemania. No sabemos nada de lo que está pasando con las cuotas adjudicadas a cada país y no parece que los refugiados estén llegando a nuesras ciudades, pese a que en algunas–entre ellas Madrid- los ayuntamientos hayan colgado en sus fachadas banderolas de bienvenida (Regugiees Welcome) que, nos tememos, de momento solo leen los turistas que vienen en confortables boeings y duermen en hoteles calientes y caros.
- Los Comités Helsinki son comités de vigilancia del respeto de los derechos humanos, surgidos en los países de la órbita soviética a mediados de los años 1970.