Cada vez que nos enteramos de un hecho violento, una corriente fría recorre nuestra humanidad y congela el alma. Nuestro entorno se resiste a cambiar. A diario se presentan horribles casos de agresiones.
Pilotos y ayudantes asesinados, pequeñas víctimas de energúmenos que les arrancan la vida, linchamientos, embestidas en contra de comunitarios, accidentes espantosos y la continuidad de la violencia hacia la mujer.
Debería ser parte de una pesadilla la naturalización de la violencia, la justificación de las actitudes agresivas contra las mujeres, que muchas veces culminan con la muerte; los casos paradigmáticos que han ocurrido, como el de Cristina Siekavizza, que ha generado un repudio generalizado, o el de Mindi Rodas, la jovencita a quien el hombre con quien convivió le arrancó la mitad de la cara con un machete, pero no pudo cercenarle su optimismo ante la vida, fue detenido y ya en prisión la mandó a matar, y más recientemente, Mitzie Alejandra Sánchez, asesinada supuestamente para cobrar un seguro de vida, hecho por el que está sindicado su marido.
Y al tener que reportar esos hechos muchos periodistas no se inmutan, algunos aducen que deben acostumbrarse, pues es el trabajo que realizan quienes cubren sucesos. Pero humanizar la noticia es fundamental para lograr que la población tome conciencia y actúe, que denuncie hechos violentos que puedan estar llegando a un punto sin retorno y sacudir así las tullidas estructuras del Estado.
El enfoque de derechos humanos en los reportes contribuye a que se perciba el fenómeno en su dimensión justa, y no solo numérica. Escribir sobre la vida de la persona, su entorno y el significado de su muerte, más que el suceso mismo, es honrar su memoria.
Como un aporte a estos objetivos, desde el 2002 y hasta el 2012, Cerigua hizo una investigación en prensa escrita sobre violencia contra las mujeres, en la que documentó los asesinatos que ocurrieron en ese lapso, el incremento del fenómeno, algunas de sus características, así como la forma en que fueron reflejadas en la Prensa.
En el 2002, cuando se obtuvieron los primeros resultados de la investigación, las autoridades reportaron 163 asesinatos de mujeres, mientras que los cinco periódicos analizados publicaron 161. En 2003, los medios reportaron el 56.9% del total de asesinatos registrados por el Estado; en el 2011, solo el 47% de los hechos ocurridos a nivel nacional fueron publicados en las páginas de los cinco diarios monitoreados.
Se señaló que en esas noticias persistía la tendencia a publicar el tema de la violencia contra las mujeres con cierta carga de sensacionalismo, amarillismo y morbo. En algunas hasta se inducía la conclusión de que la culpa era de la víctima, quien vestía de manera provocativa, estaba en la calle a altas horas de la noche o en lugares impropios.
Relevante espacio ocupa en el análisis la promulgación de la Ley contra el Femicidio, la exclusión en los últimos años de imágenes explícitas de los cuerpos de las mujeres y la creación de los juzgados de Femicidio, entre otros avances.
Una síntesis de esa extensa investigación fue presentada por quien esto escribe en el II Congreso Centroamericano de Comunicación, organizado por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Mariano Gálvez (UMG), la semana anterior, el cual abordó temas sobre comunicación, política, sociedad, habiendo contado con ponentes nacionales e internacionales.
Felicitamos a las autoridades de la UMG por tan importante y exitoso evento.
