Seis de cada siete personas en el mundo sufren sentimientos de inseguridad, pese a que la humanidad alcanzó antes de la COVID-19 sus mayores niveles de salud, riqueza y calidad de vida, indica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), informa la IPS.
Achim Steiner, administrador del PNUD, expuso que «a pesar de que el mundo disfruta de una riqueza sin precedentes, la mayoría de las personas sienten preocupación por el futuro, sentimientos que probablemente se han visto exacerbados por la pandemia» de la COVID-19.
El informe «Las nuevas amenazas para la seguridad humana en el Antropoceno (era en que la humanidad tiene un papel central en los cambios geológicos)» muestra que la sensación de seguridad de la población se encuentra por debajo del mínimo en casi todos los países, incluidos los más ricos.
Los datos muestran una baja en la esperanza de vida a nivel mundial, por segundo año consecutivo, debido a la covid, y un empeoramiento de todos los parámetros de medición del desarrollo humano.
Además, es probable que el cambio climático se convierta en una de las principales causas de mortalidad en el mundo, pues aun con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero, los cambios de temperatura podrían ocasionar la muerte de cuarenta millones de personas de aquí a fin de siglo.
Otras amenazas prominentes están relacionadas con las tecnologías digitales, las desigualdades, los conflictos, y la capacidad de los sistemas de salud para enfrentar los nuevos retos, como la actual pandemia.
El hambre acecha y va en aumento, con 800 millones de personas que la padecían en 2020 y 2400 millones en situación de inseguridad alimentaria, en parte por el agravamiento de las condiciones de vida ocasionado por la pandemia.
Alrededor de 1200 millones de personas viven en zonas afectadas por conflictos, y casi la mitad de ellas (560 millones) en países habitualmente no considerados como frágiles, lo que demuestra la necesidad de reexaminar la noción tradicional respecto a cuáles países son más vulnerables a los conflictos.
En 2021, a pesar de alcanzarse el producto bruto más alto de la historia (95 billones de dólares) y de la creciente disponibilidad de vacunas contra la covid en algunos países, la esperanza de vida a nivel mundial se redujo por segundo año consecutivo, una baja promedio de 1,5 años con relación a la tendencia anterior a la pandemia.
El número de personas desplazadas por la fuerza se duplicó en la última década, alcanzando la cifra de 82,4 millones en 2021. Y las personas LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales) no tienen pleno reconocimiento de su ciudadanía en 87 por ciento de 193 países considerados en el informe.
Las tecnologías digitales pueden ayudar a enfrentar muchos desafíos, pero también a agudizar problemas relacionados con la desigualdad, y se ha disparado la ciberdelincuencia, cuyos costos anuales se estiman en seis billones de dólares.
Entre 1995 y 2017 se produjo un ensanchamiento de la brecha de desigualdad en el ámbito sanitario entre los países con bajo y muy alto desarrollo humano.
Sin embargo, también países con algunos de los niveles más elevados de buena salud, riqueza y educación muestran mayor grado de ansiedad que hace diez años.
Los países con un desarrollo más alto tienden a beneficiarse más de las presiones ejercidas sobre el planeta y a pagar menos sus consecuencias, destacando el impacto del cambio climático en el aumento de las desigualdades.
Steiner comentó que «en nuestro afán desenfrenado por el crecimiento económico seguimos destruyendo nuestro entorno natural, mientras aumentan las desigualdades, tanto dentro de los países como entre ellos».
«Es hora de prestar atención a las señales que emiten las sociedades que sufren un estrés inmenso y redefinir el verdadero significado de progreso. Necesitamos un modelo de desarrollo adecuado, alrededor de la protección y la restauración de nuestro planeta, y que ofrezca oportunidades sostenibles para todos», agregó.