La pianista madrileña Marta Sánchez se fue a Nueva York hace cinco años para hacer un master de jazz con una beca Fullbright, y allí se ha hecho notar en el mismo corazón del jazz, en la Gran Manzana, en el círculo más competitivo del mundo jazzístico. Una mujer con carácter, allí formó su quinteto y allí su álbum Partenika se ha situado entre los diez más importantes de 2015.
Vive en Nueva York, pero es una habitual de festivales y salas de jazz en España. Ahora se ha presentado en el Centro Conde Duque, en el penúltimo concierto del Festival de Jazz Madrid 2016, el 29 de noviembre. Un concierto con composiciones suyas al 100%. Dos de Partenika, seis más han sido la presentación de un nuevo álbum aún no editado. Ha dado de pleno en el clavo, en compañía del norteamericano Caleb Curtis, arquitecto sónico del saxo alto, constructor de estructuras melódicas con casi una década en las sessions de Nueva York; de Ariel Bringuez, saxo tenor cubano afincado en España que dice ‘dedicarme a este arte es un regalo del universo. Para mí la música es un continuo estado de superación como ser humano’… Otro cubano, Rainier Elizarde, con una trayectoria excepcional como contrabajista, una de las figuras más respetadas y solicitadas del jazz latino; y el amigo y colaborador de siempre con la batería, el porteño Andrés Litwin, que tras realizar estudios superiores en Amsterdam se vino a España y aquí está feliz, participando en conciertos de jazz y de pop rock.
Abre y cierra el concierto con Opening y Partenika dos temas de su premiado álbum del mismo nombre. Sonidos experimentales y clásicos, siempre combinando elementos de jazz, pop y rock. Es una música compleja en la parte rítmica y muy expresiva en la parte melódica, con armonías espontáneas muy sofisticadas. Un trabajo de exploración profunda en el jazz moderno en el que participa todo el quinteto.
La arquitectura instrumental del quinteto está basada en una estructura óptima en cada momento, con el protagonismo armónico de las voces de los saxos alto y tenor y de la batería protagonista de la parte rítmica. Los armónicos de piano y contrabajo imprescindibles y excepcionales.
El cuerpo central del concierto lo ocupa la presentación de las canciones de ese álbum aún sin nombre que por lo escuchado esta noche se augura como un paso adelante en la trayectoria de Marta Sánchez, como compositora, intérprete y directora del quinteto. El tema Danza Imposible con sus solos de ambos saxos, la conversación entre piano y contrabajo y el dúo de saxos con acompañamiento de cuerdas y percusión, grandioso; la inmersión en bebop de El Girasol con una armonía suave de saxos y piano, al que se sumaron los golpes de contrabajo y batería; armonía a veces atonal con textura improvisada, verdaderamente de futuro premio. Scillar con una rítmica bellísima y un tanto inquietante, con un trío de saxos y contrabajo en diálogo ascendente y un solo de contrabajo que pone en todo su maravilloso valor a este instrumento en el jazz. La observación de las manos de Caleb Curtis sobre las keys de su saxofón toda una experiencia emocional. Lo mismo se puede decir del tema Flesh, ambos de una solvencia profesional óptima.
Cuando Marta Sánchez habla de sus músicos interactuando con el público, los presenta como sus hermanos, su familia, sus amigos. Llevan años juntos y esto se nota, se vive, en la fusión concertante de los distintos lenguajes instrumentales.
Dos temas más Copa de luz y Board muestran un despliegue de claves y sonidos con pocas notas muy trabajadas. Hay momentos en los que todos los instrumentos se funden en percusión con un resultado sónico genial. De nuevo solos de saxo alto y tenor en los que compiten en arpegios múltiples; al fondo el contrabajo genial de Reinier Elizarde. Y el piano suave de Marta Sánchez.
Con Partenika se despide el quinteto con un solo maravilloso de contrabajo, quizá el mejor del festival, enfatizado por dos notas de piano; saxos protagonistas en todos los colores posibles de voces, improvisaciones y agudos geniales. Faltaba el solo de batería que nunca puede faltar en un concierto de jazz. Todos se unen a la percusión lo que crea un concierto por sí mismo. ¡Y la sala en pie!
Ha sido una noche de emociones intensas. La labor de dirección de Marta Sánchez de sobresaliente. Marcando ritmo y notas con chasquido de dedos al comienzo de cada tema. Arriesgando siempre, como intérprete y como directora, permitiendo al público acercarse a conocer su realidad, su reflexión precisa sobre su música y su entorno.
