Pasión por el estilo
En 1988 se publicaron en Francia los «Carnets de trabajo», más de mil folios de notas y borradores que desvelan la génesis de las obras de Flaubert, los métodos de su documentación, abrumadora, y los cientos de libros que leyó a lo largo de su vida (sólo para escribir «Bouvard y Pécuchet» se documentó en 1500 obras).
Los apuntes revelan una mente creativa y una disciplina de trabajo extraordinarias. Flaubert carga cada palabra, hasta el límite de su capacidad, de color, expresión, sonido y significado, buscando la musicalidad de cada frase y desarrollando un ingente trabajo de corrección: «Entre todas las expresiones, formas y giros, hay una sola expresión, un solo giro y una sola forma de lo que yo quiero decir», escribió.
Misticismo estético, obsesión compulsiva, agotadora, éxtasis literario. En una época en la que Balzac, Dumas y después Zola inundaban el mercado editorial, Flaubert tardaba años en alumbrar cada nueva obra. Escribía una o dos páginas diarias, a veces sólo un párrafo, y corregía incesantemente. Con este método comenzó a escribir «Mme Bovary» en septiembre de 1851 y no la terminó hasta abril de 1856.
Una obra maestra
Los amigos de Flaubert Maxime Du Camp y Louis Bouilhet, a quienes leyó el manuscrito de su obra «La tentación de san Antonio» le recomendaron que lo quemara y que buscara inspiración en la vida real. No quemó el manuscrito, que se publicó años después, pero les hizo caso, buscó un acontecimiento real para su siguiente novela y se inspiró en la noticia que leyó en un periódico sobre el suicidio de Delphine Couturier, esposa de Eugène Delamare, un antiguo alumno de Medicina de su padre. También tomó ideas de «Las memorias de madame Ludovica», escrita por su amante Louise D’Arcet, esposa del escultor James Pradier.
«Madame Bovary» se publicó por entregas en «La Revue de Paris» en 1856 y al año siguiente ya en forma de libro.
Emma Rouault es la esposa del segundo matrimonio del doctor Charles Bovary. Hija de un granjero rico, huérfana de madre, ha sido una lectora voraz de Walter Scott, de novelas románticas tipo «Pablo y Virginia» de Saint Pierre y de poetas como Lamartine. Se casó con el viudo Charles Bovary porque esperaba encontrar en el matrimonio la pasión y la dicha que le habían sido esquivas. Pero su marido es insustancial, de conversación «plana como la acera de una calle», y la ignora, una vida que la condena a un triste destino en un pueblo provinciano, Tostes, que recorre en incesantes paseos de los que regresa cada vez más frustrada.
Charles interpreta su estado como una enfermedad síquica. Un baile en el castillo del marqués de Andervilliers, un paciente de Charles, ejerce sobre Emma tal deslumbramiento que le cambia la vida. Se interesa por la actividad cultural de París, por sus salones y por las funciones de teatro y ópera, y sueña con estar allí. Pero la vida en Tostes aumenta su desesperanza y abatimiento. Charles pide el traslado a Yonville-l’Abbaye (trasunto de la localidad de Ry, en Normandía, el pueblo donde vivía Delphine) y allí la esposa conoce a León Dupuis, de inquietudes culturales similares, con el que vive una pasión platónica.
León se muda a París y Emma inicia entonces relaciones adúlteras con el terrateniente Rodolphe Boulanger, que la van alejando de su marido y de su hija. El tedio de la vida provinciana decide a Emma a fugarse con Rodolphe, pero este no acude a la cita. El fracaso la hunde más en una depresión que la lleva hacia el misticismo religioso y a comportamientos excéntricos.
Su reencuentro con León Dupuis en Rouen da lugar a una nueva relación de citas clandestinas, mientras cae en una vorágine de gastos suntuarios y derroches que terminan por arruinar la economía familiar. Hundida y humillada, deshonrada y arruinada, desesperada, no encontrará otra salida que la del suicidio.
Emma Bovary encarna el deseo de una vida sensual que busca el amor y el placer con tal intensidad que el esfuerzo para conseguirlos la convierte en una heroína que terminará inmolándose trágicamente.
La novela se puede leer como el manifiesto feminista de una mujer insatisfecha sometida al ambiente opresivo de la sociedad provinciana francesa, pero también como una crítica a la vida burguesa, a sus instituciones, sus costumbres y su modelo educativo.
La publicación de «Mme. Bovary» provocó uno de los escándalos literarios más violentos de la historia y casi acaba con su autor en la cárcel, acusado de inmoralidad (en España, ¡en 1961!, el editor Gonzalo Losada y el traductor Miguel Amilibia fueron condenados por publicar la novela).
La otra obra de Flaubert
Después de «Mme. Bovary» el público dio la espalda a Flaubert y ni «Salambó» ni «La tentación de san Antonio» fueron bien acogidas. Con «La educación sentimental», otra de las grandes novelas del siglo diecinueve, consiguió de nuevo la atención de los lectores, aunque sin alcanzar el éxito de «Mme. Bovary».
Se trata de una novela-río inspirada en Elisa de Schlesinger, una de las grandes pasiones amorosas del autor. Una obra de plenitud en la que su protagonista, Frédéric Moreau, es un ejemplo de lo que será el antihéroe de la novela moderna. Testigo de las turbulencias que se llevaron por delante la monarquía de Luis Felipe en 1848, a través del protagonista Flaubert lanza una mirada histórica que es todo un documento sobre aquel periodo. Es una pena que «Bouvard y Pecuchet», un intento de narrar la evolución política de la burguesía francesa desde 1789, quedase inacabada a la muerte del autor. Aún así, Flaubert consiguió con esta obra culminar su ideario literario, histórico y filosófico
En la obra de Flaubert hay que destacar también los cinco volúmenes de la «Correspondencia». Para algunos críticos, en las cartas dirigidas sobre todo a su madre, a Louis Bouilhet y a su amante Louise Colet, está lo mejor de la prosa de Flaubert (para André Gide es su mejor libro). En esas cartas está recogida sin pudor la célebre experiencia erótica con la bailarina Kuchiuk Hanem, que tanta importancia tuvo en la vida del escritor.
Una vida para la literatura
Gustave Flaubert nació el 12 de diciembre de hace ahora dos siglos en la localidad francesa de Rouen, hijo de un prestigioso médico cuya muerte obligó al escritor a vivir con su madre en la casa familiar de Croisset, donde residió hasta su muerte.
Vivió una época convulsa en la que se sucedieron las monarquías de Luis XVIII, Carlos X y Luis Felipe de Orleáns, las revoluciones de 1830 y 1848, la Segunda República, el golpe de estado de 1851 y el Imperio de Napoleón III. Fue testigo de la guerra franco-prusiana y de los acontecimientos de la Comuna de París. Conoció a George Sand y a los hermanos Goncourt y viajó a Túnez, Grecia y Egipto. El amor de su vida fue Louise Colet, con quien mantuvo una extensa correspondencia durante diez años.
Después de una serie de escritos de juventud, entre los cuales destacan «Noviembre» y «Memorias de un loco», Flaubert publica sus las grandes novelas, recorridas por la crítica a la burguesía francesa de su época.