México: 5 años de impunidad en el incendio de la guardería ABC

En 2009 murieron 49 niños y 75 resultaron afectados por un incendio

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Memorial levantado en el Distrito Federal. Están representados todos los niños.

 

El año pasado, con motivo del cuarto aniversario de un episodio que no debió suceder jamás, describí esta tragedia como algo inimaginable en un país desarrollado. Se acababa de estrenar un documental que mostraba el caso en toda su crudeza y, mediante otras acciones, parecía que aún había esperanzas de obtener justicia.

Fueron las declaraciones del subprocurador Renato Sales Heredia las que permitieron vislumbrar un importante giro en las investigaciones para depurar responsabilidades. Fue un hermosos sueño. Este mes se cumplen 5 años… y nadie ha ido procesado.

Ninguno tenía más de 5 años y vivían en Hermosillo, capital del Estado de Sonora, situado en el centro del país. Muchos de ellos eran bebés. Estaban en su guardería (bautizada ABC), pero no “guardados” y, mucho menos, protegidos. Era un local a pie de calle desprovisto de las más elementales medidas de seguridad, como se pudo comprobar, cuyos vecinos más próximos eran un almacén municipal abarrotado de todo tipo de enseres y documentos, y una gasolinera. Hacía unos meses que se había producido una inspección para comprobar si “cumplía” con las medidas supuestamente necesarias para desarrollar su actividad. El encargado de ello dictaminó deficiencias y carencias. Nadie lo subsanó. La recomendación quedó olvidada.

Un buen día, alguien decidió que había que quemar unos documentos comprometedores, depositados en el almacén situado al lado de la guardería ABC. Evidenciaban robo y corrupción de más de un funcionario o político. Lo hacen en el mismo almacén, pared con pared con el recinto de los niños, y se les va de las manos el fuego. Un fuego se transmite rápidamente a la desprotegida estancia infantil. La tragedia está servida.

Habla una psicóloga

Olga Lizeth González Domínguez es una de las psicólogas que atendió a los padres desde el primer momento. Ha callado durante todos estos años, pero, dice, ya no puede seguir haciéndolo. Ha escrito un relato que espera “sirva para honrar a esos niños y a sus padres”. Afirma que no se ha atrevido “a hablar de esto con nadie que no le tenga confianza, porque es tan complicado, que no sabía cómo elaborarlo, porque es demasiado fuerte, pero hoy, 5 años después, tengo que hablarlo por honrar a esos niños, por honrar mi hijo y su futuro”.

Eran las 5 de la tarde. “Llego al Hospital General (hay) mucha gente (…) se me acerca un residente de psiquiatría y me dice, esto esta horrible, me tuve que tomar un calmante, nunca nos entrenaron para esto… Allá, en aquel cuarto, está uno de los niños; su familia acaba de entrar a despedirse y allá en aquel otro, y en aquel otro, están atendiendo algunas urgencias.

En eso me llaman nuevamente y me dicen; vente al C4, aquí va a empezar lo pesado, necesitamos ayuda. Me traslado y llego. Si el infierno existe ahí estaba, era horrible y conforme iban pasando las horas se iba poniendo peor (…) Pues el C4 es la morgue, un lugar chico; ahí nos juntaron a algunos psicólogos, nos explicaron la situación. Los padres y familiares de los niños empezaron a llegar después de buscar en todos los hospitales y no encontrar a sus familiares; ahí fue el último lugar del planeta tierra donde querían llegar los papás (…) había tanta gente que tuvieron que poner unas vallas de acero afuera con seguridad para que la gente no se brincara.

Conforme iba pasando la noche iba llegando más gente, vecinos, familiares toda la gente conocidos de los niños que se dividieron para localizar a sus criaturas (…) me daban el nombre para que fuera atrás de la valla a hablarle a sus papas para que la identificaran (…) yo caminaba por ese pasillo, no podía creer que en mi práctica clínica algún día iba atravesar por algo así, dar ese mensaje. Había mucho bullicio, pero cuando yo llegaba al límite de la calle la gente se callaba; había un silencio absoluto y entonces ahí sucedió el momento mas horrible que jamás he vivido: tenía que anunciar en voz alta el nombre de la niña o niño identificado: nadie, nadie, nadie, quería escuchar el nombre de su hijo. Nadie quería que mi boca pronunciara es nombre, ni siquiera yo quería hacerlo.

Al decir el nombre se escuchaban gritos, la gente se abría en una valla para dar paso a los papás del bebé que se había nombrado. Los familiares no podían ni avanzar, no podían ni caminar, se desmayaban en el camino, todavía me preguntaban: ¿está muerto? Ellos ya sabían pero querían que yo les dijera otra cosa… ¿Estás segura que está muerto? ¿Están seguros que es mi hijo (a)?. Las mamás, todavía con los uniformes del trabajo, desgarradas… se arrastraban literalmente, se arrastraban por el piso porque no podían caminar, pero querían llegar (…) después de que lograban entrar al lugar y rectificar la foto, venía el peor momento (…) Acompañábamos a los padres a identificar los cuerpecitos de sus hijitos; los papas caminaban y se paraban enfrente de un vidrio y detrás la doctora traía cargando el cuerpecito. Eran tan chiquitos… y lo ponía encima de una mesa acero inoxidable, y ahí estaba su bebé! Su bebé quemado!

No pueden imaginarse lo que se vivió ahí, era el crujir de dientes, el abismo, el infierno, lo peor de lo peor, no eran llantos los sonidos que hacían (los) padres: eran aullidos, un grito entre dolor y llanto que jamás he vuelto a escuchar; era su cuerpo que se estremecía, era un grito que salían de las entrañas, era insoportable ver eso. Las mamás y papás se pegaban al vidrio, los nombraban, les decían despierta hijo, hija, les daban besos al vidrio, rogaban, suplicaban que querían tocarlos, cargarlos (cogerlos), otros golpeaban cosas, ni siquiera podían abrazarlos (…) estaban ahí, sin vida, parecían dormidos, sin quemaduras, o una que otra en su carita; pero había otros niños que estaban completamente calcinados, aunque se les veía su naricita, sus manitas, se veía que eran ellos; los papás se abrazaban entre ellos, querían abrazar a su hijo, (pero) no se les permitía…”

La doctora González Domínguez asegura que lo que presenció fueron reacciones que nunca “había visto en un ser humano de tan cerquita. (…) algunos me decían abiertamente sus deseos de quitarse la vida y yo trataba de recordarles el resto de los hijos, que valía la pena vivir por ellos, aunque sea, les pedía, que vivieran las próximas 48 horas para enterrar a sus hijos, algunos querían despedirse de sus bebes. Nunca les dijeron adiós, querían decirle: mi amor, fue un placer tenerte con nosotros, me hubiera gustado estar ahí, ayudarte cuando me gritabas (…) sacarte de ahí corriendo….y yo agarraba lo que sea, una bolsa de mano, una cobija (manta) y se las daba y les decía: despídete de tu bebé, esta aquí ahora en este momento…. y lo que las madres y padres decían y hacían es tan fuerte que no puedo ni siquiera escribirlo… “

Los últimos (niños), recuerda, “entraron como las 3 de la mañana. Para la madrugada ya había acabado todo, todos se habían ido; ahí estaban los niños atrás, los niños que se habían levantado en la mañana, unos a fuerzas, porque no querían ir, otros emocionados…”

Al final de su escrito la psicóloga se dirige a los progenitores: “ y a los padres quiero decirles que no están solos, y no son los únicos que se acuerdan de esos minutos; yo también me acuerdo de esas escenas, yo estuve ahí con ustedes. La vida me puso como testigo de su dolor y no fue en vano, porque muchas, muchas cosas de mi vida han cambiado para bien después de vivir esa experiencia junto con ustedes. No están solos. Tal vez en este país las autoridades sí los dejaron solos, pero los países que han avanzado hacia el primer mundo jamás hubieran permitido que esto sucediera (…). No pierdan la perspectiva de lo correcto y lo incorrecto; ustedes están en lo correcto en lo que exigen, y se me hace poco comparado con el dolor que los vi vivir (…) también quiero decirles que los admiro por seguir viviendo, por la compasión y por la fortaleza de retomar sus actividades…”

Además de los que se fueron, hay 75 niños que no se recuperarán jamás de las consecuencias del incendio: pulmones afectados, quemaduras de por vida. Muchos han sido operados en centros especializados de EE UU. Sus lesiones mejoran en muchos casos, pero otros no podrán librarse nunca de unas quemaduras que deforman parte de sus cuerpo, de sus problemas de respiración, de sus dolores.

Los responsables viven felices

Hace escasas fechas se ha sabido que la Cámara de Diputados ha creado un grupo especial que dará seguimiento a las investigaciones ministeriales de este caso, pero nadie echa las campanas al vuelo, puesto que la declaración del subprocurador Sales Heredia no ha devenido en detención alguna. Tampoco ha vuelto a hacer declaración alguna al respeto.

El grupo de diputados tiene nombres y apellidos: Lourdes Quiñones, Cristina Ruiz, Francisco Cepeda y Sergio Chávez, del PRI; José Enrique Reina y Alejandra López; del PAN; Verónica Juárez (presidenta de la Comisión de Derechos de la Niñez) y Lorenia Valles, del PRD; Judith Guerrero, del PVEM; Zuleyma Huidobro, de Movimiento Ciudadano; Magdalena Núñez, del PT, y Lucila Garfias, de Nueva Alianza. El próximo 20 de junio se desplazarán a Hermosillo, donde se reunirán con los padres de las víctimas. Tomemos aire y esperemos que, de una vez por todas, alguien que cobra por proteger a los ciudadanos, haga algo.

También la diputada Dinorah Pizano está echando una mano. Su intención es la de implantar la ley del 5 de Junio, impulsada por los padres de los niños fallecidos, en el Distrito Federal. Tiene una gran confianza en que se apruebe en la siguiente legislatura (ahora están de vacaciones) y que el Reglamento (también desarrollado por los especialistas que contrataron los progenitores) sirva para que las estancias infantiles sean seguras y deje de existir la denominada guardería “changarro” (espacios que, simplemente, explotan el negocio de guarderías para lucro personal, como si los niños fueran sillas, mesas o cualquier objeto susceptible de comercializarse). Aunque parezca mentira, en México no existe una ley de guarderías a nivel nacional. Cada Estado tiene, o no, una “normativa” que, en la práctica, es papel mojado, pues su contenido es tan general, que lo mismo serviría para acoger gallinas en las instalaciones.

Pero mientras los políticos de buena voluntad tratan de obtener justicia, los responsables directos de la tragedia no sólo viven felices sin imputación alguna, es que aspiran a seguir escalando en el poder.

Juan Molinar Horcasitas fue el primer director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y, por tanto, quien autorizaba la subrogación de guarderías y estancias infantiles como la de ABC, que son gestionadas por particulares, a quienes paga un buen pellizco el Instituto. En el momento del incendio ya no tenía este cargo, pues se había convertido en Secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), donde estuvo hasta 2011. Allí hubo otro suceso fuerte en el que se vio involucrado: la quiebra de Mexicana de Aviación. En estos momentos, Horcasitas, quien participó activamente en el Pacto Por México (un acuerdo de PRD y PAN para ayudar al partido gubernamental PRI a llevar a cabo las reformas del país) cuenta con el respaldo del presidente Peña Nieto, quien le ha integrado en el Consejo Rector del Pacto y en la Secretaría Técnica.

Daniel Karam era el director general del IMSS en sustitución de Horcasitas. Su nombre apareció en el dictamen del Ministro Arturo Zaldívar como responsable de la tragedia, pero como Molinar y el gobernador, resultó sin vinculación con la tragedia. Sigue en la dirección del Instituto Médico.

La coordinadora nacional de la guarderías subrogadas era Carla Rochim, de profesión decoradora de interiores. Jamás apareció por Hermosillo ni han podido localizarla en estos cinco años. Sigue en paradero desconocido.

El gobernador del Estado de Sonora, al que pertenece Hermosillo, era, aquel aciago día, Eduardo Bours Castelo (PRI). El ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, concluyó que la responsabilidad de este político consistía en no haber diseñado políticas públicas en materia de protección civil y también determinó que Bours no estuvo involucrado en la violación grave de garantías en el siniestro. Lo ecos de la tragedia le hicieron perder la gubernatura y han segado la hierba a sus ambiciones políticas, pero no han mermado su influencia en el PRI de Sonora.

EL cargo se lo arrebató Guillermo Padrés Elías (PAN), pues el incendio ocurrió en plena campaña. Una vez investido como mandatario, Padrés se comprometió a destituir al entonces procurador Abel Murrieta Gutiérrez, quien inició las investigaciones del origen del siniestro en la administración de Bours de forma que no pagara nadie. Pero el procurador no fue destituido; por el contrario, Padrés lo ratificó… Hoy sigue siendo gobernador en el mismo Estado. Murrieta es diputado por Cajeme (Sonora) y aspira a ser alcalde de la misma localidad.

El alcalde de Hermosillo era Ernesto Gándara Camou, y fue el primer funcionario que se presentó en el escenario del horror, pues aún no habían terminado de sacar a los pequeños. No fue vinculado como responsable de falta de garantías y su premio es ser senador de la República por el PRI.

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Ninguno de los presidentes del país, el de entonces (Calderón) y el de ahora (Peña Nieto), ha hecho nada para obtener justicia. Tampoco el gobernador de Sonora.

 

El presidente de la nación en 2009 era Felipe Calderón (PAN) (sí, el de la lucha contra el narcotráfico que dejó 60.000 muertos y más de 20.000 desaparecidos durante los seis años de su mandato). Calderón hizo posible que uno de los dueños de ABC se fuera de rositas: Marcia Matilde Gómez del Campo, es prima política suya. A esta señora jamás se la vio por el incendio, ni en ningún lugar relacionado con la tragedia. Jamás hizo declaraciones a la prensa ni se dirigió a los padres. En enero de este año ha ido exculpada por el magistrado Pablo Ibarra Fernández. Los otros socios, Gildardo Francisco Urquídes Serrano y Sandra Lucía Téllez Nieves, siguen con sus negocios en la misma región sin que nadie les moleste. Ibarra ya no está en Sonora, porque le han trasladado a Tijuana.

Al presidente actual tampoco parece quitarle el sueño la tragedia ABC. En plena campaña presidencial aseguró a los padres que si ganaba las elecciones se ocuparía del caso. Llegado a Los Pinos (residencial presidencial), no solo no ha respondido a las solicitudes de los progenitores de los menores, es que les ha ignorado en sus propias narices. Fue a Hermosillo a inaugurar un hospital y se negó en redondo a dedicarles ni cinco minutos.

Mención aparte merece el comportamiento de Marcelo Castillero Manzano. Era director del Hospital de Especialidades de Guadalajara, Jalisco, a donde llevaron a diez niños con quemaduras en el 85% de su cuerpo. Allí no se les podía atender convenientemente… pero se negó a que fueran trasladados al hospital de Shriners, de Sacramento, California, un centro que se había ofrecido ya a atender a la criaturas. Fue destituido diez días después, pero regresó a su puesto. Si alguien quiere localizarle, no hay problema: el pasado 16 de abril fue nombrado delegado del IMSS en Jalisco.

Otros personajes ambiciosos y sin entrañas en esta historia de injusticia son: Claudia Pavlovich, entonces diputada en el Congreso de Sonora, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel, y Ulises Macías Salcedo, arzobispo de Hermosillo. Los tres se caracterizan por defender a ultranza a los “pobres” propietarios de la guardería, “linchados” por los medios de comunicación y por los padres. Claudia es senadora hoy en día.

En cualquier país desarrollado, este episodio habría hecho rodar cabezas desde el primer momento, incluida la del presidente del gobierno ¿Qué pasa en México?

Vídeo rodado en El Zócalo:

 

Concha Moreno
Periodista. Tras más de 30 años en el sector de la construcción en general, de la mano de una publicación para profesionales, un buen día nuevos derroteros la llevaron al mundo de la política, pero sin dejar la comunicación. Esa época determinó el comienzo de un camino dirigido a la solidaridad, a la defensa de los derechos humanos, a la denuncia. Poco después dejó España y se instaló en México. Allí comenzó a publicar en el periódico México Inteligente, donde tuvo su propia columna. Posteriormente, colaboró con el Periódico de Puebla y con revistas literarias, donde editó poesía. Un buen día contactó con Periodistas en Español, medio que le permitió relatar a los españoles lo que sucedía en el país azteca, así como describir las maravillas de su naturaleza. Tras siete años de estancia en México, a mediados de 2018 regresó a España. Actualmente sigue los avatares mexicanos y continúa contándolo en Periodistas en Español.

4 COMENTARIOS

  1. No se si realmente aporte algún valor mi comentario, pero nunca me he atrevido a mirar o leer una nota completa con respecto a este tema. Saben, no tengo hijos, pero tengo sobrinos y los amo tanto que realmente no alcanzo a imaginar el dolor tan grande que vivieron los padres y familiares de estos angelitos que fallecieron en esa terrible tragedia, es más, me niego siquiera a imaginar eso. Quise leer el escrito de esta psicóloga y realmente no pude terminarlo, las lagrimas empezaron a inundar mis ojos, no conocí a ninguno pero eso no impide que cada vez que me topo con una nota al respecto o con alguna noticia donde la víctima es un niño siento que mi pecho se contrae de dolor, porque son los seres más inocentes del mundo, llenos de energía de esperanza, de amor, de nobleza, toda absolutamente toda la sociedad tenemos la obligación de cuidar a esos niños, de educarlos, porque ellos serán nuestro futuro. Estoy totalmente de acuerdo con que se debe seguir luchando por obtener justicia por lo que pasó, no comprendo cómo es posible que las autoridades no hayan hecho algo, cómo es posible que no se detengan a los responsables de semejante tragedia, si bien no por provocarla, sí por no prevenirla.

    • Lorena, el dolor que se siente con sólo pensar en la tragedia es enorme.Leer algún comentario, la mera descripción de lo que pasó… altera el temple de cualquiera. Hablar con cualquiera de los padres es una prueba de fuego, te lo aseguro, porque tienes la sensación de que todo sucedió hace unos días. Su inmensa tristeza habla a las claras de un sufriendo que no les abandonará nunca. Aún así sacan fuerzas para luchar porque los políticos aprueben una ley que impida que vuelva a suceder una tragedia similar. Por si en algún momento tienes la oportunidad de ver uno de los documentales que se han hecho sobre el incendio, te informo de que yo no pude ver más de 5 minutos. Me consta que quien lo presencia se une a los miles que ya piden justicia en todo el país…
      Saludos.

  2. Qué vergüenza es el gobierno de México, solo ven por sus intereses, pero algún día los culpables se van a retorcer en el infierno, existe la justicia de Dios que a esa nadie se escapa espero y algún día les llegue y sientan en carne propia lo k es un dolor de ese tamaño k no tiene nombre.

    • Los políticos mexicanos no son muy diferentes a los de otros muchos países: insensibles al dolor de los menos favorecidos y con el corazón como una roca cuando tienen que pagar por su dejadez, por su egoísmo y por su inoperancia. Su egoísmo es mucho mayor que su necesidad de justicia. Una justicia hecha a la medida de sus intereses.

      Piensa un poco en quienes son los que están pagando la crisis en España, quienes no tienen ni un trabajo que les permita alimentar a su familia… y quienes tienen varios sueldos.

      Corruptos, indeseables y desalmados, los hay en México y en España. Pero estoy segura de que un caso como el del incendio de la guardería ABC, en España tendría en la cárcel a mucha gente desde hace cinco años. No se habría librado ni el presidente del país.
      Saludos

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