Si no fuera porque es real cien por cien, se podría pensar que estamos ante un sainete o una ficción novelada por capítulos. Se trata de la vida y miserias de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo (bajito y gordo) y de la ineptitud y corrupción de un gobierno permeabilizado por el narcotráfico a quien el mayor traficante del mundo se le ha escapado dos veces de cárceles, supuestamente, de máxima seguridad.
Oriundo de Sinaloa (Badiraguato, 4 de abril de 1957), Estado situado en el Golfo de California, eminentemente agrícola, pero también profundamente dedicado al narcotráfico, Guzmán comenzó siendo un campesino casi iletrado en las plantaciones de amapola. Hoy, sigue siendo iletrado porque no tuvo tiempo de ilustrarse, pues lo suyo fue la creación del Cártel de Sinaloa, una organización extendida por todo el mundo valorada en algo así como tres mil millones de dólares. Es que era listo.
Consciente de que era perseguido por las fuerzas oficiales y que también debía de protegerse de sus colegas de fechorías, se especializó en la construcción de túneles que le permitirían escapar de sus captores. Aun así, no pudo evitar su primera captura en 1993, y su ingreso en la cárcel de máxima seguridad (supuestamente) de Puente Grande, en Jalisco. De allí se escapó dos años después. Por supuesto con ayuda “oficial”: salió en un carrito de ropa con destino a la lavandería.
La libertad le duró varios años, hasta que una rocambolesca persecución le hizo dar nuevamente con sus huesos en la cárcel. Esta vez fue “alojado” en un penal mucho más “seguro”. Y también se escapó. El entramado fue de auténtica película, con actores de todos los estratos del funcionariado: un túnel del que nadie sabía nada, perfectamente equipado, trazado milimétricamente hasta su baño, le puso en la calle. Cayeron cabezas, porque la vergüenza del gobierno fue descomunal. Pero se tapó todo.
Allí ha estado, en la calle, en su Sinaloa del alma (aunque se le ubicaba fuera del país) hasta este jueves (8 de enero de 2016) cuando, vete tú a saber cómo, le han echado el guante en su mismísimo territorio. En concreto en Mazatlán, Los Mochis, desde donde sale un ferry para arribar a la península de Baja California (también territorio de su organización), fronteriza con EEUU por el norte.
Al igual que sus fugas y sus capturas anteriores, en esta ocasión sólo ha faltado la banda de música para amenizar la detención: a toda prisa se divulgaron fotos, videos, comunicados…, y el presidente Peña Nieto lo dijo en su twitter con estas palabras: “Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”. Y dicen que fue gracias a que los “espías” detectaron que estaba preparando el rodaje de una película sobre su vida, o que estaba en pleno rodaje, que no queda muy claro. El caso es que el día 15 de este mes de enero se estrena una, según publican en 24horas sobre el episodio del túnel, y se comenta que qué necesidad tenía Loera de financiar una película sobre su vida si ya hay varias.
Dicen las fuentes oficiales que la captura ha sido posible gracias a la «diligencia” de la marina, pero hay algunos indicios que apuntan a una importante colaboración de la norteamericana DEA (Drug Enforcement Administration, Administración para el Control de Droga). Es perfectamente posible que el Gobierno haya aceptado la ayuda, porque la fuga del túnel les dejó en total descrédito. No quisieron acceder a la petición de extradición de los gringos, cuando le detuvieron por segunda vez, con el argumento de que sus reclusorios eran más que seguros, pero la corrupción que permea todos los estamentos hizo posible lo imposible: el Chapo en la calle. Nuevamente.
Ahora parece que sí, que lo mandan “al otro lado”, como dicen en las zonas fronterizas, donde tiene varias causas pendiente. En México volvería a escaparse, porque tiene dinero suficiente para comprar hasta al mismísimo presidente del país. Hay quien dice que la fuga del túnel le costó unos 1500 millones de dólares. Pero qué es eso para Guzmán Loera, quien, según Forbes, durante cuatro años estuvo en sus listas con la nada despreciable fortuna valorada en mil millones de dólares. Pero era 2012. Le ha dado tiempo más que suficiente para “ahorrar” hasta ahora. Si lo dejan un par de meses en México, vuelve a escaparse. Seguro que ya tiene en marcha la siguiente fuga.
México, descrédito del Gobierno con el dólar a 18,20 pesos
El PRI, partido en el Gobierno, no se puede permitir el lujo de que se le siga mirando como inoperante y corrupto, entre otras lindezas, porque están en juego las elecciones a gobernadores de este año, y las presidenciales de 2018, y hay mucha espada en alto. Pero los escándalos de estos últimos años (incluida su famosa Casa Blanca, y el fiasco de sus reformas, así como la crisis de derechos humanos, la impunidad, y un largo etcétera, están sumiendo a la gestión de Peña Nieto en algo insostenible para la ciudadanía.
La gota que colmó el vaso fue el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa y en los asesinatos de la colonia Narvarte, en el Distrito Federal. Hay quien dice que cómo es posible que el Gobierno sea capaz de encontrar a El Chapo y demuestre tanta incompetencia para con los miles de desaparecidos de todos los años, donde hay un número incontable de niños…, y con los 43. Lo consideran un burdo montaje para lavar la mala imagen gubernamental en todos los sentidos. El remate: la caída del precio del petróleo, y la escalada del dólar, que ya se vende por encima de los 18 pesos.
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