Miles de personas se han congregado a mediodía (hora española) de este 1 de marzo 2024 ante la iglesia ortodoxa del distrito de Marino, en el sudeste de Moscú, donde habitaba cuando estaba en libertad y donde se ha celebrado el funeral por el disidente ruso Alexei Navalny, fallecido repentinamente, y en circunstancias que no se han aclarado el pasado 16 de febrero de 2024 en la colonia penitenciaria del Artico, donde se encontraba cumpliendo una condena de diecinueve años por «extremismo».
Sus colaboradores en la Fundación anti corrupción, su viuda, Yulia Navalnaia, y los presidentes de varios gobiernos occidentales han señalado a Vladimir Putin como responsable de la muerte de quien estaba considerado como su «enemigo número uno».
Algunas televisiones europeas han transmitido todo el acontecimiento en directo, desde primeras horas de la mañana cuando empezaron a llegar los asistentes, que formaron una larga cola de espera, muchos de ellos portando flores y sin esconder las lágrimas. Siguiendo el rito ortodoxo, el cuerpo de Alexei Navalny ha estado descubierto dentro del ataúd durante toda la ceremonia, a la que han asistido diplomáticos occidentales, entre ellos algunos estadounidenses, franceses y alemanes, así como Yekaterina Duntsova, cuya candidatura a la elección presidencial, prevista para mediados de marzo, ha sido anulada.
A la salida de la ceremonia religiosa la multitud ha tirado las barreras metálicas, colocadas por la policía en varios centenares de metros del camino que lleva de la iglesia al cementerio cercano de Borissovo. El Kremlin había alertado contra cualquier manifestación no autorizada: «Cualquier manifestación no autorizada constituirá una violación de la ley. En consecuencia, quienes participen en ella se considerarán responsables, de acuerdo con la ley en vigor», declaró a la agencia oficial TASS el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov. Los periodistas de agencias internacionales han constatado la existencia de varias decenas de policías, algunos antidisturbios, desplegados por la zona.
A pesar de todo ello, el equipo de Navalny –que denuncia casos de corrupción de las élites rusas apoyándose en investigaciones minuciosas, y que está siendo desmantelado por las autoridades en los últimos años, deteniendo a sus miembros o forzándoles al exilio- había hecho un llamamiento a los moscovitas para que acudieran a despedir al opositor, y había pedido que quienes les apoyan en el extranjero se reunieran delante de memoriales dedicados a otras víctimas, para honrar su memoria.