En Ohlala[1] no hay nada razonable. Es sorprendente, sin reglas ni fronteras y arte a raudales. Dirigido por los reyes mundiales del circo, los hermanos Knie, quienes han reunido para el espectáculo artistas de más de quince nacionalidades, acróbatas referentes mundiales, campeones del mundo de patinaje, bailarines de vanguardia, coreografías increíbles, humor y provocación, en un montaje de seducción y sensualidad que sumerge en un mundo de magia y fantasía.
A ritmo de música en vivo, con el hilo conductor de El lago de los cisnes y centenares de canciones, van apareciendo en escena las contorsionistas Sara y Jenny Haglund, el cuadro de vuelo aéreo de Jean Passos, lleno de seducción; una reinvención de la escena del poste de luz de Cantando bajo la lluvia con un artístico y discreto striptease acrobático actuado por Hamish McCann; en clave de comedia clown el ballet Cisne blanco y Cisne negro con los bailarines internacionales Pedro Izquierdo y David Moya. Culmina la primera parte con Patrick Schuhmann y y Pablo Valarcher haciendo un número de alto voltaje con el solo medio de un trampolín.
Continúa el cabaret con Yulia Rasshivkina, quien hace de todo con incontables hoolahoops, derrochando arte. Los imprevisibles y seductores látigos de Judith Perozo, los equilibrios, desequilibrios y acrobacias de Hamish McCann y León Fagbemi en Dos caballeros ingleses; Matt y Valentina, los patinadores que podrían marcarse un chotiss en un ladrillo y para terminar los bailarines georgianos Arrow: cuatro artistas asombrosos.
Decir todo esto es como decir nada porque Ohlala no admite descripciones con palabras, hay que vivirlo y disfrutarlo relajadamente, dejándose llevar adonde la fantasía lleve a cada cual, que en cualquier caso será muy lejos en ese mundo fantástico del cabaret.
- Hasta finales de julio en el Teatro de la Luz Phillips Gran Vía de Madrid.
