Del mismo modo que una conferencia se imparte, que no ‘comparte’, en la jerga religiosa se viene usando de modo impropio el término ‘compartir’ por relatar un viaje, presentar un informe, anunciar un programa, dar un testimonio, ofrecer solidaridad, dirigir un estudio bíblico, recitar un poema, cantar una canción, celebrar un culto o predicar un sermón.
Compartir es otra cosa. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), compartir significa: “Repartir, dividir, distribuir algo en partes. | Participar en algo.”
Claves ofrece idéntica definición, pero le antepone dos: “referido a un todo, tenerlo o usarlo en común dos o más personas: Mi hermano y yo compartimos la misma habitación”, y la segunda, “referido especialmente a sufrimientos o ideas, participar en ellos: Respeto tu opinión, pero no la comparto”.
El Casares, por su parte, añade a la definición común de cabecera la segunda acepción del DRAE: “Participar uno en alguna cosa”.
Así pues, un sermón no se ‘comparte’. El predicador predica y los feligreses escuchan.