Survival, el movimiento internacional que defiende a los pueblos indígenas, ha hecho un balance de los acontecimientos y las campañas emprendidas en 2016 para evitar que estas minorías acaben siendo exterminadas por la ambición de las corporaciones empresariales y el “progreso”.
La organización se congratula de haber convencido al ministro de Justicia brasileño para que firmara el decreto que reconoce el territorio de los kawahivas no contactados. Esto supuso un gran impulso para esta campaña destinada a evitar la extinción de este pueblo indígena.
Consiguieron salvar a las awás Jakarewyi y Amakaria de una muerte segura. Gracias a sus esfuerzos, y a la gente que les apoyó, las hermanas, pertenecientes a una comunidad no contactada, fueron trasladadas en helicóptero a la cuidad más cercana para recibir tratamiento médico. Se recuperaron completamente y volvieron a su hogar en la selva en septiembre.
Provocaron cierta incredulidad cuando lanzaron la campaña que combate las espantosas violaciones de derechos humanos cometidas en nombre de la conservación de la naturaleza y que demuestra que los pueblos indígenas son, de hecho, los mejores conservacionistas. Sin embargo, ahora, la ONU y la IUCN (la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) reconocen cada vez más el papel de los pueblos indígenas en la conservación y los medios internacionales también comienzan a hacerlo.
Pero quedan muchas batallas por ganar y, a veces, los logros quedan empañados por noticias como la que se conoció casi a finales de año: el asesinato en Perú de la única persona que hablaba una determinada lengua amazónica.
Se trata de Rosa Andrade, de 67 años, quien vivía con el pueblo indígena ocaina al que pertenecía su padre; su madre provenía del pueblo indígena resígaro.
Las tribus ocaina y resígaro fueron víctimas de la fiebre del caucho, que comenzó a principios del siglo XIX. Decenas de miles de indígenas fueron esclavizados por los intentos de los barones del caucho de extraer este material de la Amazonia. Muchos de ellos perdieron la vida exhaustos, fueron violentamente asesinados, o murieron por enfermedades tan corrientes para nosotros como la gripe o el sarampión, pero que para ellos son mortales.
Por su parte, los resígaros fueron aniquilados, y Rosa y su hermano se convirtieron en los últimos hablantes de la lengua de este pueblo.
Rosa era también una de las últimas personas que hablaban la lengua ocaina, y se la consideraba un pilar de su comunidad. Conocía un amplio repertorio de canciones e historias en ambas lenguas y, recientemente, el Gobierno peruano la designó para enseñar a los niños ocainas. La comunidad sospecha que el responsable de su asesinato es un forastero conocido por su comportamiento violento. Sin embargo, el fiscal local ha declarado que no hay suficientes pruebas para procesarle.
Cinco mil lenguas, de las seis mil que se hablan en el mundo, son indígenas, y se estima que cada dos semanas desaparece una de ellas. Hay más de un centenar de pueblos indígenas aislados en el mundo, y sus lenguas son las más amenazadas.