,,,,Pero un día se apareció lleno de vida y contento,
diciéndole a todo el mundo eh! se equivocaron de muerto,
el lío que se formó eso sí que es puro cuento,
su mujer ya no lo quiere, no quiere dormir con muertos,
no estaba muerto estaba de parranda, que no estaba muerto, que estaba de parranda…
Cuando el verano da sus últimos coletazos y las informaciones empiezan a situarnos en donde lo habíamos dejado, asistimos de nuevo al triste desenlace de una enfermedad por la que los periodistas decimos en las noticias que se lucha. El maldito cáncer que se sigue llevando por delante a las personas. Luches o no, te abate y te vas.
Una de las mejores cosas que ha dado Cataluña ha sido Peret. La figura de la rumba catalana se despide mientras en bodas veraniegas se siguen entonando sus canciones en todo el territorio nacional. No conozco a nadie que no se las sepa y menos si está un poco achispado cuando entra en la vorágine de la fiesta y el despiporre.
Estamos llenos de canciones pegadizas, de las que tildan del verano de, y aunque en éste haya pegado fuerte el tal «Bailando» de Enrique Iglesias, no nos olvidemos, que nadie ha dejado de bailar cuando se lo han puesto eso que dice, «que no estaba muerto, estaba de parranda…»
Un gitano grande que tuvo que hacerse un hueco en la vida solamente porque era gitano. Ser gitano y ser despreciado era todo uno; solo por la raza, solo porque algunos robaban. Ahora los que se sientan en los escaños da igual dónde y da igual de qué partido, roban y nadie les mira mal; o al menos tienen los huevos de seguir yendo como si no supieran de qué les están hablando.
Así ha querido este grande de la rumba catalana, que le despidan en su entierro cantando todos esa melodía que les hará seguro sonreír y derramar la lágrima que luego se quede en la arena. Deberíamos todos elegir una canción para que entonen mientras yacemos en la caja de pino con mejor o peor destino. Los hay que quieren que sus cenizas se vayan con el viento, otros prefieren ver la ciudad y que les visiten propios y extraños y algunos para que lean en voz alta cuándo nacieron y cuándo llegaron al final. Otros quieren que se escriba un epitafio, aquí yació Pepe, «Él descansa y nosotros también», que os lo cuente Nieves Concostrina que sabe mucho de fiambres. Otros quieren que los recuerden siempre con el legado que han dejado por sus costumbres, por su savoir faire y ahora, este genio de la canción española que nació en Cataluña a pesar de que allí estén Pujol y sucursales, por su música.
Yo no sé si el tal Jordi cuando se presente ante la justicia querrá que le entonen una cancioncilla que al menos nos haga sonreír. No tiene la menor gracia que se haya burlado de los suyos. Yo creo que le va al pelo esa de “¡Borriquito como tú, tururú, que no sabe ni la u, tururú, yo sé más que tú, y tú, y tú!”. Que le despachen con un Cola Cao que es otro gran invento catalán y al trullo a contar los días que le quedan.
Un colega nuestro sale hoy diciendo que España funciona a base de bares, camellos y farmacias. No sé en cuál de los tres se instalan los Pujol. Se lo podría preguntar a Lagarde que al parecer también ha metido la mano en la caja. Esto es para reventar. Parece que es contagioso y los franchutes han visto que como no pasa nada, hacen lo propio. Alguno habrá que se salve, no vamos a generalizar, que los hay que trabajan, y mucho, cobran y luego se van sin haber mangado, pero pocos, cada vez, son menos, están todos de parranda, ¿verdad Bárcenas?
A ver si en otoño entran unos cuantos a la cárcel y nos quedamos despojados de ladrones. Mientras eso sucede, aproveche los últimos coletazos del verano del catorce que ha sido más movido que una rumba. Yo me quedo con, “Una lágrima cayó en la arena, en la arena cayó una lágrima … una lágrima cayó en la arena, yo la quisiera encontrar…»
Descansa en paz amigo Peret y gracias por enseñarnos a bailar al son de la vida.
