La empresaria Samira Kitman, propietaria de una fábrica y de la fundación Maftah-e Hunar que enseña caligrafía y el arte de la miniatura a mujeres jóvenes, elegida en 2015 “mujer afgana del año” y aspirante a llegar a ser “el Bill Gates de Afganistán”, vive ahora con una subvención estatal de 5 libras esterlinas diarias en una casa compartida en Lancaster, en el noroeste de Inglaterra, sin posibilidad de trabajar «echando de menos a su familia y desesperada» esperando que el Home Office le conceda el estatuto de refugiada para poder iniciar una nueva vida en Gran Bretaña.
En 2016, Samira Kitman figuró en el ibro “We Are Afghan Women”, escrito por Laura Bush, la mujer del expresidente George W. Bush. En 2014 encabezó una importante comisión del artesanado afgano que decoró con miniaturas, cerámicas y cuberterías el hotel de cinco estrellas Anjum en La Meca, en Arabia Saudí.
La mujer, de 32 años, escapó de Afganistán en enero de 2016, temiendo por su vida después de recibir cartas, llamadas y correos electrónicos amenazantes, en los que se le condenada por “trabajar para los talibanes”. Después de un intento de secuestro, abandonó el país y pidió asilo político en Gran Bretaña; una demanda que fue rechazada entonces porque el Home Office no encontró “motivos suficientes serios para creer que se enfrenta al peligro real de temer por su vida si regresa al país”. Samira Kitman apeló la decisión y ahora espera que finalmente le sea concedido.
En una información publicada en el diario The Guardian, Samira Kitman no quiere que el gobierno británico siga financiándole, «quiere llevar una vida normal, aprender a nadar y a conducir –dos cosas prácticamente prohibidas para las mujeres afganas- y espera que un día podrá hacer un doctorado y crear una escuela de arte en Lancaster”. “Quiero ser independiente, trabajar, aprender inglés y mantenerme. No me gusta tener que aceptar la caridad».