Un país de viejos y un sistema de pensiones comprometido, esa es la realidad de España: que envejece a marchas forzadas, que no tiene descendencia que mantenga el sistema de pensiones y que no puede ser garantizado nada más que para los próximos diez años.
Así lo ha comentado el secretario de Estado para la Seguridad Social, Octavio Granado en la presentación del informe «Las pensiones en España» realizado por el Consejo General de Economistas, quién recalca, que la causa es el avance de la pirámide poblacional; es decir, la generación del baby boom ya tiene más de 45 años y empieza a haber jubilados de esas familias que eran de 5 a 10 hermanos. Actualmente existen más personas jubiladas que personas en activo, cuyos impuestos son los que ayudan a financiar a los pensionistas, añade.
Teniendo en cuenta la esperanza de vida de la población española, lo normal es que los trabajadores se jubilen más tarde. Vincular estas pagas a un único indicador puede causar a largo plazo efectos más perversos que positivos, ha afirmado en sus declaraciones.
Dado que la esperanza de vida en España es muy alta, tenemos que asegurar una pensión inicial razonable para posteriormente garantizar su revalorización. El pensionista no puede actuar de la misma forma que un activo, recalca, para compensar los problemas de su vida.
El secretario de Estado ha comentado el interés del gobierno de España por trabajar para la Seguridad Social de forma que se reduzca el déficit y que el recurso al Fondo de Reserva sea el menor posible. En el pacto de Toledo sería conveniente que fuera valorada la posibilidad de que el fondo se nutriera de aportaciones de la economía del país, y no solo del sistema actual de pensiones.
Cómo revalorizar los subsidios para mantener el poder adquisitivo del pensionista, es la actual línea de trabajo del gobierno de Sánchez.