Es una historia vieja: en Arabia Saudí una parte importante de su población de nuevos ricos- riquísimos gracias al maná del petróleo- contrata personal de servicio doméstico procedente de países asiáticos pobres, al que tiene la pésima costumbre de tratar como esclavos e incluso maltratar directamente, de palabra y de hecho. Muchas veces, las organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado la situación, con poco éxito todo hay que decirlo.
La denuncia, en este caso, llega de las víctimas. Son filipinos –mayoritariamente filipinas- representadas por Nargelene Méndez, una sirvienta que ha denunciado a su patrón (un policía jubilado) en Facebook, donde también ha pedido ayuda. El vídeo está arrasando en la redes sociales, solo el primer día recibió más de 40.000 visitas, hasta el punto de que la Embajada de Filipinas en Arabia Saudí se ha visto obligada a tomar cartas en el asunto, según denuncia en la sección Los Observadores del canal internacional France 24 una filipina perteneciente a una organización clandestina en el reino árabe, que en su país es legal como sindicato (y cuyas consideraciones han contrastado suficientemente los periodistas del canal francés).
En el vídeo que ha colgado en Internet, Nargelene denuncia que tiene que dormir en la lavandería de la casa, un lugar que es reducido y estrecho como un cajón, y habla de los malos tratos que reciben, ella y otras sirvientas de la casa: “Ayer pegaron a mi colega. A mi también me pegan. Ayúdennos, por favor. Lo suplico».
En Arabia Saudí trabajan más de un millón de filipinos –escribe Dorothée Myriam Kellou en la página web de France 24-, algunos son ingenieros o administrativos en oficinas. Pero otros son servidores domésticos, la mayoría mujeres procedentes de medios rurales pobres, con poca instrucción. Ellas son quienes sufren enormes abusos por parte de quienes les contratan, debido sobre todo a la prepotencia que les da ser quienes avalan sus permisos de residencia y trabajo mediante un sistema, eufemísticamente llamado de “apadrinamiento” (kafala). Esto supone que frecuentemente el “amo” confisca el pasaporte del sirviente, quien vive literalmente encerrado en la casa donde trabaja, lo que le convierte más fácilmente en sujeto de violencia psicológica, física y sexual, según ha denunciado la organización Human Rights Watch (HRW), que también ha documentado varios casos de trabajos forzados y esclavitud.
Según HRW, las autoridades saudíes entienden mal los casos de sirvientes que consiguen escapar al control de la persona que les tiene contratados, y salir del confinamiento de su habitación. En el caso de que consiga llegar a una comisaría de policía para denunciar los abusos que sufre, puede verse detenida si el patrón ha denunciado su fuga, o le ha acusado de cualquier delito. Puede incluso tener que comparecer ante un juez.
Algunas embajadas se prestan a refugiar a estos trabajadores que huyen, y en algunos casos incluso les ayudan a salir del país. Aunque lo normal, según HRW, es que los sirvientes abusados busquen ayuda «en la calle», aunque también quienes se presten a esconderles pueden ser denunciados ante la justicia.
Algunas organizaciones humanitarias filipinas intentan ayudarles a distancia, fundamentalmente presionando a su gobierno para que finalmente «entre en vigor el mémorandum of understanding, firmado entre los gobiernos saudí filipino, que garantiza unos derechos mínimos a los trabajadores doméstico”, tales como un salario mínimo, un día de reposo a la semana y un tiempo de trabajo diario fijado de antemano.
Este tipo de abusos hacen que el Comité Filipino encargado de los asuntos de trabajadores en el extranjero (COWA) desaconseje que los aspirantes al servicio doméstico en el extranjero elijan Arabia Saudí como destino.
http://youtu.be/9LIL2bUDkP4