Los sindicatos de periodistas SNJ, SNJ-CGT, CFDT-Journalistes, miembros de la FEP, y con la Federación Internacional de Periodistas y otras numerosas delegaciones de sindicatos de periodistas de toda Europa, llaman al conjunto de los periodistas para que participen en gran número el domingo, en la marcha de homenaje a los 12 colegas, amigos y policías asesinados a sangre fría el miércoles último en los locales de Charlie Hebdo, así como para honrar a las demás víctimas posteriores relacionadas con ese luctuoso suceso.
Este atentado incalificable tenía el objetivo de acabar con la redacción de ese semanario y buscaba acallar a sus periodistas: No lo han logrado. A pesar de la conmoción que alcanza a toda la profesión y a los ciudadanos de este país, podemos alzar la voz y decir CHARLIE VIVIRÁ, ahora es patrimonio universal.
Desde el miércoles próximo, un número especial de CHARLIE HEBDO será editado, con una tirada de un millón de ejemplares, por los redactores que se salvaron de las balas de los asesinos.
No es la primera vez que los enemigos de la libertad de prensa, los amos del oscurantismo, intentan reducir al silencio a los Wolinski, Charb, Honoré, Cabu, Tignous y a tantos otros periodistas y caricaturistas. Intentan silenciar la obra de sus plumas y sus lápices afilados contra todos los sembradores de odio.
Pero más allá de la matanza cometida en Charlie Hebdo, está la libertad de informar, el derecho de los periodistas a criticar, caricaturizar y denunciar. Contra eso apuntaban quienes dispararon, en pleno París, sus balas múltiples y utilizando armas de guerra.
Hoy, recordamos lo que decía Albert Londres: «Nuestro oficio no es para agradar, tampoco para hacer daño; se trata de poner nuestra pluma en las llagas».
Han tratado de asesinar también a la democracia. Han querido reducir al silencio y aniquilar la inteligencia, el humor y la cultura.
De modo que el combate que debemos continuar en memoria de nuestros colegas de Charlie, que preparaban un número sobre el racismo, tiene que denunciar a los extremistas que predican el racismo y el odio.
El impulso extraordinario de solidaridad de los ciudadanos, en Francia y en otros muchos países europeos y en otros continentes, se convierte en ánimo extraordinario para los defensores de todas las libertades, en primer lugar la de informar.
