Luis de Luis[1]
Con mucha inteligencia Mario Gas ha decidido apartarse de Fellini evitando comparaciones tan innecesarias como sin sentido: la legendaria película ya está hecha y es insuperable e insuperada, incluso, también, por su propio autor.
Lo que no significa que la historia de Campanó, Gelsamina y El Loco no deba ser contada de nuevo y, con mucha osadía, Mario Gas ha asumido el riesgo y ha afrontado el reto. El resultado ha sido uno de los mejores montajes en lo que va de temporada.
Gas y Vázquez devuelven a los personajes su naturaleza de payasos errantes que recorren un país de luz fría y azul, de bruma pegajosa y de soledad estremecedora. Como tres Chaplins a la deriva se cruzan y entrecruzan intentando trazar sus propios caminos.
Una atmósfera onírica invade toda la función, mientras – apasionados, puros, elementales, encantadores, desencantados – Campanó, Gelsamina y El Loco vuelven a lanzar su conjuro sobre los espectadores para hechizarles.
Y donde digo Campanó, Gelsamina y El Loco debería decir Lara, Echegui e Iglesias pues son ellos tres quienes – iluminados, sonámbulos, frágiles – hacen que todo un patio de butacas quede encandilado mientras sigue sus idas y venidas, sus vueltas y revueltas, sus andanzas y sus pasiones mientras intentan salir (o al menos entender) la rueca inacabable en que la vida les ha encerrado.
Verónica Echegui llena de tosca, pura e indefinible inocencia a una Gelsamina que, como un duende, brinca alrededor de un apesadumbrado y lúcido Alfonso Lara y un Alberto Iglesias, tan embustero como bailarín. Ambos hechizados y desconcertados la siguen en su danza hacia ninguna parte. Es verdad, por tópico y desgastada que esté la expresión, Mario Gas ha firmado un poema escénico: tan inaprehensible como grácil, tan conmovedor como único, tan bello como único.
- Luis de Luis es crítico teatral.
FICHA ARTÍSTICA
- REPARTO
Alfonso Lara
Verónica Echegui
Alberto Iglesias - Autor: Federico Fellini
- Versión: Gerard Vázquez
- Dirección: Mario Gas
- Producido por José Velasco y Concha Busto