Se celebra el Festival Internacional de Jazz de Madrid 2015, en el Auditorio del Centro Cultural Conde Duque. Ya han pasado un par de ‘hits’ importantes por el Festival: Richard Bona y el Cuarteto Oregon. Pero puedo destacar dos auténticas leyendas del jazz: John Scofield a la guitarra y Joe Lovano, saxo tenor, acompañados de la percusión de Bill Stewart y el contrabajo de Ben Street. Desde los primeros noventa del siglo pasado estos dos artistas no habían actuado en Madrid, aunque si lo han hecho en otros festivales, como el de Vitoria en 2002.
John Scofield lleva en la brecha desde que tenía quince años y ahora tiene sesenta y cuatro. Largo recorrido, tanto de aprendizajes como desde hace años aportes legendarios al mundo de la música jazzística en todos sus aspectos. Desde rythm & blues, blues urbano, soul y rock and roll en sus primeras etapas hasta que se enamoró de la guitarra de jazz y de los estilos de Wes Montgomery, Tal Farlow y Barney Kessel. Estudiante en Boston a los diecinueve con los míticos guitarristas Jim Hall y Mick Goodrick. Siguieron las colaboraciones con bandas, solistas y grupos como Gerry Mulligan, Chet Baker, Billy Cobham, Charles Mingus, George Duke… La consagración absoluta con Miles Davis, donde durante tres años de presencia en su banda desarrolló su estilo de fraseo across the beat, liks propios del blues y funky. Funk y jazz improvisador, consolidados con su propia banda a partir de 1984. Ya convertido en leyenda ha compartido toque y grabaciones con otros míticos maestros de la guitarra – jazz; Metheny, Abercrombie; bajistas como Bill Swallow y Charlie Haden, percusionistas como Dennis Chambers y Jack deJohnette. Desde hace tiempo todos ellos pueden presumir de haber tocado con él, Scofield.
El principal empeño de Joe Lovano en la vida es ser feliz, una corriente que arrancó hace ocho décadas con Coleman Hawkins y siguió con Lester Young y Ben Webster. Desde hace años su autoridad jazzística como saxo tenor es indiscutible e indiscutida, resultado de una evolución admirable en torno a lenguajes y culturas musicales múltiples, con énfasis en el behop, postbop, hardbop, forjadas junto a mitos como Dizzy Gillespie, Lee Konitz, James Moody, Elvin Jones, Esperanza Spalding…Y se nota a lo largo de su actuación. Todo su cuerpo se pone al servicio de transmitir con su saxo todas las emociones posibles, mientras cuenta historias que marcan un recorrido por todas las sociedades norteamericanas a lo largo del siglo XX. A dúo con Scofield, claro. Ellos hacen hablar a sus instrumentos, sabemos lo que dicen y nos emociona el cómo lo dicen.
En el Conde Duque emocionaron a su público con ocho interpretaciones magistrales: Cymbalism, Museum, Slinky, Hangover, Past present, Ettenro, Mr. Puffy y Chap Dance.
En cada una de ellas, como en cualquier historia, hay una introducción, trama, nudo y desenlace. Las introducciones a cargo de Scofield. Lovano se mete en la trama, hay un fraseo intenso bien apoyado por Ben y Bill. Los solos de Bill Stewart con la batería ponen intensidades grandiosas y el bajo de Ben Street, en apariencia tímido, como escondido, es una clave de sentimientos compartidos, ya sea con la guitarra o con el saxo o con ambos. Cuarteto perfecto.
Improvisaciones en los continuos cambios de ritmo y de intensidad musical. Crean un espacio jazzístico sin límites, en los blues de Museum, en el swing de Slinki que hace llorar, vibrar, cantar o quejarse a la guitarra y en el gran duo guitarra – bajo. Eso sí, a cada intervención de Lovano, la emoción en la sala traspasa límites y es que el saxo es el elemento natural de expresión del jazz y con él, que parece sumergirse en el mundo emocional de cada espectador desde su propio mundo emocional, como pidiendo un intenso feedback del auditorio que no se hace esperar. ¡Si hasta parece que te mira a los ojos, inclinado sobre su saxo, casi fuera del escenario.
Entre los cuatro, con esa Hangover urbana que remite a una serie de dramatis personae, se ponen muy funkis, desgranando historias en una trama en la que Joe toma protagonismo contando que las cosas van bien, hay alegría hasta el slide off final. Con Past Present, la guitarra de John nos lleva hasta los años veinte del XX y la trama viene con sugerencias de narraciones de Scott Fitzgerald, y luego el solo de saxo nos sumerge en un espacio rítmico de danza y alma que tanto rememoran el Cotton Club, como los campos de algodón del sur y en el dúo posterior de guitarra y contrabajo hay algo de Bess y Sporting’ Life, mientras la percusión de Bill Stewart acentúa el drama hasta el paroxismo. Un dúo de Lovano y John pone tintes de amargura, tristeza, abuso injusticia…Past and Present, pasado y presente.
Con Mr. Puffy y Chap Dance las improvisaciones se multiplican. Un momento estamos en el Deep South, estamos de fiesta con gran swing, la percusión matiza con ups and downs, Scofield y Lovano se ponen sinfónicos a tope, se ponen a dialogar poniendo auténticas palabras en sus instrumentos, con profusión de vibraciones, picados de guitarra y luego hay violencia y muerte y al final resurrección o simplemente vida…
Let’s go dance! Despedida para levantar el alma, percusión, guitarra, contrabajo, locos años treinta, Chicago…Joe se despide con una improvisación agitada a la que se une todo el cuarteto con locos ritmos urbanitas, con muchas sugerencias de Rockwell y Hopper. Let´s go dance!