Un equipo de investigación ha analizado las opiniones de pacientes con enfermedades entre ellos, pacientes españoles, revela que tres de cada cuatro, están a favor de editar genes para tratar dolencias, patologías y enfermedades hasta ahora investigadas pero sin cura alguna.
En los datos que recoge el estudio, la mayor parte de la sociedad apoyaría la utilización de la edición genética para tratar enfermedades; sin embargo, su uso para mejorar las capacidades cognitivas, la capacidad de aprendizaje, o la memoria presentan más reticencias especialmente si hablamos de la fase prenatal.
Desde que apareciera en 2013 como herramienta de edición genética, la técnica CRISPR-Cas9 ha despertado muchas expectativas por su posible aplicación en personas enfermas aunque se ha visto empañada de un debate ético, no siempre visto con naturalidad.
Este trabajo ha sido realizado por un equipo internacional de investigadores y han colaborado tanto la Universidad Pompeu Fabra como el centro de estudios de ciencia, comunicación y sociedad y forma parte del proyecto Neuroenhancement and Responsible Research and Innovation liderado por George Gaskell, director del Instituto de Metodología de la Escuela de Economía de Londres, (Reino Unido).
Este estudio se ha basado únicamente en dos preguntas; si les parecía correcto su utilización para la cura de enfermedades (edición genética terapéutica) o para mejorar las capacidades cognitivas como la memoria, la rapidez de aprendizaje, etc. En todos los casos, y en todos los países, los pacientes comentaron que les parecía positivo que se mejorara la calidad de vida y el hecho de que los beneficios pudieran superar a los riesgos.
Las diferencias en la evaluación moral de la terapia frente a la de la mejora del individuo resaltan el hecho de que es el uso, en lugar de la tecnología en sí, el que conduce el juicio moral de las personas”, comentan los autores. “Sin embargo, los expertos científicos suelen centrar el debate en la propia tecnología, más que en su uso, lo que puede dar lugar a una regulación inconsistente, a la zaga del progreso científico”.
En este sentido se comentó la posibilidad de realizar un turismo médico exclusivamente proyectado para establecer las diferentes regulaciones sobre los usos y destinatarios de la edición de genes; algo que podría incluirse dentro de las políticas sociales. La opinión pública ya ha dado a entender que por encima de muchas situaciones, está la calidad de vida del paciente y sobre todo, la esperanza de ser alguna vez curado mediante terapia génica.
El acrónimo CRISPR es el nombre de unas secuencias repetitivas presentes en el ADN de las bacterias que funcionan como autovacunas. Contienen el material genético de los virus que han atacado a las bacterias en el pasado, por eso, permiten reconocer si se repite la infección y defenderse ante ella cortando el ADN de los invasores. CRISPR utiliza guías y una proteína Cas-9, para dirigirse a zonas elegidas del ADN y cortar. A partir de ahí se pueden pegar los extremos cortados e inactivar el gen o introducir moldes de ADN lo que permite editar sus letras a voluntad.
