Alfonso Losa, un bailaor y coreógrafo madrileño con trayectoria internacional impresionante, ha colaborado con todos los grandes de este país, con éste lleva creados siete espectáculos, presentados en los festivales de mayor prestigio, Bienal de Sevilla, Festival de Jerez, Festival de Las Minas, Suma Flamenca y Madrid en Danza. Premios, dos veces en el certamen de Danza Española y Flamenco de Madrid; Soleá en el Concurso Nacional de Córdoba, 2007, Desplante en el Concurso de Las Minas 2008.
Alfonso Losa acaba de presentar en el XXII Festival de Jerez, en el Teatro Villamarta, su último proyecto Con – Secuencia. Un proceso que trata de narrar la trayectoria vital y artística de este bailaor y coreógrafo madrileño, en el que reflexiona sobre dinámicas y motivaciones, en principios estéticos tradicionales, influencias contemporáneas y en el propio papel del artista como elemento generador de cambio.
Por tanto Con – Secuencia no es una propuesta cerrada, sino más bien una vía abierta al crecimiento desaprendiendo para aprender, con apoyos en las estructuras ya adquiridas y muy especialmente en sus colaboradores, en la dirección musical de su guitarrista Yeray Cortés, todo un milagro de juventud, sabiduría y responsabilidad. En el maravilloso diseño de iluminación de David Picazo y Marino Zabaleta y en el resto de sus artistas, Ismael de la Rosa El Bola y Manuel Tañé al cante; La Tana como cantaora invitada y bailaora a ratos. Y la percusión extraordinaria de Manuel Masaedo. Y el diálogo permanente con su director de escena, Florencio Campo.
Sobre el escenario pocos elementos, los justos en cada secuencia. Juega constantemente con la armonía compositiva en cada cuadro, colocación de los artistas, movimiento que asegure la armonía de las partes en el todo, lo que podríamos llamar mobiliario, que puede estar o no. Y creando realidades a partir de la nada con un diseño de iluminación absolutamente impactante y creativo, realmente state of the arts, que fluye de manera natural, sin caer en lo excesivo en ningún momento. Hay en todo ello sabiduría a raudales.
El recorrido de secuencias comienza con una Búsqueda que Alfonso Losa lleva a cabo bailando con su reflejo en un peculiar espejo que muy bien puede ser efecto de iluminación. Él solo, como en cualquier búsqueda personal. Los músicos ocultos gracias al milagro de un efecto de opacidad lumínica prodigiosa. Las secuencias siguen por palos solemnes y festeros, Alegría, Luz Molina, Tientos y Tangos, Seguirilla, En la sombra, Soleá y un apoteósico final por Bulerías.
El baile como medio de expresión es tan antiguo como la historia de la humanidad. Pero hablamos de flamenco, que es un sentir, un vivir y un transmitir a otros. Baile, guitarra, cante, compás, ahí reside toda la historia del flamenco, purismo de ayer hasta cualquier transición a las dinámicas de hoy, siempre en el respeto a los valores clásicos del baile flamenco, pero que en el fondo, a nivel de sentir y hacer sentir nada cambia. Esencias y duende más mil historias acumuladas.
Así, el baile de Alfonso Losa va jugando con sus motivaciones, sus ritmos internos, el amor, como en una investigación que no acaba ahí, que sigue abierta a la improvisación cada nuevo día, algo que sin proponérselo va sustanciando la personalidad del artista. Y en esa historia secuencial, que es la propia vida, el artista, el hombre, corren un riesgo en el que hay que seguir avanzando para no morir a mitad del camino.
Con – Secuencia es una invitación a compartir y en la noche del 1 de marzo lo logró con el público del Villamarta. Desde la serie de Bulerías con las que inicia la búsqueda, despeje por Alegrías que baila marcando la identidad de lo jondo. Flamenco por naturales, sin artificios en los tientos-tangos al son del cante de La Tana, momento de iniciación de nuevos códigos dentro del respeto a la ortodoxia del baile, que borda en el zapateado.
Auténtico hito de la noche como no podía ser de otra manera fue la seguirilla cantada por Manuel Tañé en íntima complicidad con el bailaor. Un momento brillante de la coreografía en lo que atañe a espacialidad, en la que Losa imprimió a su baile una verticalidad sobria elevada a categoría de arte. Cante, toque y baile compitieron en excelencia. Excelencia también en el compás de los silencios, de manera especial en la secuencia en la que baila con su sombra como introducción a una soleá interiorizada y exteriorizada en alma y cuerpo en perfecta conjunción, modelo de jondura.
Alfonso Losa dio una clase magistral de cómo moverse por la escena en perfecta complicidad con los desplazamientos lumínicos, alcanzando un hito genuino en las bulerías, fiesta y celebración de un logro que a propósito deja abierto a futuro, con el que se cerró el espectáculo. En resumen, profesionalidad, arte, armonía y belleza en una gran noche del Villamarta.
