La accesibilidad a las TIC también como derecho de las niñas
Imagino que habrán olvidado el caso de “La peor madre de América”… Sí, Lenore Skenazy, una norteamericana residente en New York decidió un día dar un billete, algo de dinero y un plano de metro a su hijo Izzy de 9 años de edad para moverse solo por la gran ciudad. Lenore declaró a diferentes medios: «Como la mayoría de chavales, él anhela sentirse independiente, autónomo, sentirse mayor: le ilusiona moverse solo por New York, y sabíamos que tenía plena capacidad para ello. Y le dejamos hacerlo».
La razón de escribir el 25 de abril de 2013 es emplazar a todas y a todos a reivindicar el “Día internacional de las niñas en las TIC” y acompañar la campaña que en este sentido realiza la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones); pero sí, comenzando a hacer memoria del caso de Lenore y su hijo Izzy, quizá porque quiera suscribir, a su vez, estas otras palabras de Lenore, «Tener tanto miedo a monstruos que atacarán a nuestros hijos ¡convierte a los padres en verdaderos monstruos para sus hijos!».
Recordemos que las niñas y los niños salen a la calle a jugar, a interactuar, a comunicar y a participar con otros a pesar de que la calle pueda ser ese espacio urbano repleto en su mayor parte por desconocidos. Me pregunto, ¿sabremos diferenciar e identificar objetos y sujetos en una estación de metro? No es baladí la pregunta si creemos por cliché que el rostro cinematográfico o publicitario del delincuente o del acosador tiene algún tipo de protuberancia vestida con harapos malolientes. Y se nos olvida, en muchos casos, que la confianza puede acabar en violencia, ya que, por ejemplo, 649 mujeres han sido asesinadas por violencia de género en España en la última década según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y aún sin especificarse en estas estadísticas la cantidad de niñas y niños que sufren violencia, del tipo que sea, por sus mismos familiares. Por tanto, tampoco deberíamos de olvidar que el espacio doméstico no es un espacio de seguridad, atendiendo al cliché cultural establecido sobre el concepto familia y hogar.
Francesco Tonucci dijo, «La coetaneidad es pobre», quizá pensando en la capacidad de participar y de opinar de las niñas y los niños, y sobre todo en la posibilidad de la ayuda mutua en el proceso de aprendizaje recíproco. Y si trazáramos un eje vertical en esa diacronía de las diferentes edades que completan el ciclo vital humano sobre la brecha inter-generacional, podríamos también trazar un eje horizontal sobre la marca y brecha de género.
Señalamos ethos diferentes a las niñas y a los niños, segregando capacidades y características según género. Leyendo el número 92 de la revista “Telos” de Fundación Telefónica encontramos un artículo de María Sánchez Valle y Belinda de Frutos Torres titulado “Adolescentes en las redes sociales: ¿marca el género la diferencia?” indicando que los adolescentes utilizan las TIC para preferentemente comunicarse y en orden descendente para entretenerse, informarse y participar. Diferenciando por género la mayor incidencia de las adolescentes a comunicar y usar las redes sociales que los adolescentes pero inversamente una mayor incidencia a participar, esto quiere decir a comentar o a unirse a eventos, entre los que las adolescentes.
La superación de la brecha de género e inter-generacional debe de llevarnos a evitar posiblemente esa curva que exprese a día de hoy que en el cruce entre el eje vertical-edad y el eje horizontal- género se sugiera que posiblemente cuanta más brecha inter-generacional más brecha de género. Las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) posibilitan la superación necesaria de estas brechas sobre la neutralidad y horizontalidad en el uso de la Red. Así, quiero sumarme también al mensaje de este año de la UIT por el Acceso de las niñas a las profesiones TIC.
La infancia como concepto sigue siendo un constructo idealizado, como esa etapa dorada de rechoncha felicidad, pero extraemos de nuestra memoria las dificultades y los miedos sugeridos sobre las primeras experiencias vitales u otros acontecimientos o vivencias más dolorosas, cuando realmente tras pasar los lindes de estas primeras experiencias nos sorprendimos por nuestras capacidades innatas para modular y gestionar en espacios desconocidos junto a otros. La modulación es parte de y contribución a nuestra experiencia porque nos capacita a recorrer diferentes itinerarios “relatables” con otros. El ethos es algo compartido y participado en los lugares donde la vida ocurre, en las estaciones de metro como sobre cualquiera de los nodos y redes por donde transcurre la experiencia de Internet, y donde confluyen los conjuntos de pareceres que dan forma a las características del espacio.
Las niñas, protagonistas de las TIC, deben seguir asumiendo la participación en los juegos de las plazas y redes sociales sobre todos los itinerarios posibles y equipararse siempre a otros niños para desterrar la palabra brecha. Y, sin brecha, aprender jugando a decodificar los lugares e itinerarios donde están los sitios de encuentros entre todas y todos, porque el juego es ese gran delatador que identifica los objetos y sujetos donde se encuentren de manera performativa. Es complejo interpretar/entender esto, pero “sin performances no hay tiempo”.
El consumo del miedo siempre nos lleva a que maximicemos los datos del delito y del ciberdelito relacionado con la infancia y la adolescencia. Así, según datos de la asociación Protégeles, en el año 2012 (esta asociación) atendió 343 casos de cyberbullying… debemos de recordar que Protégeles es el Centro de Internet Segura en España y que diariamente se contabilizan por millones el número de interacciones que ocurren en la Red entre adolescentes.
Ahora digamos qué es más o menos.