Cuando han pasado más de sesenta años de la aparición de la «minifalda», una exposición en Londres, en el Victoria and Albert Museum, celebra a su creadora, Mary Quant, una jovencísima diseñadora de veinte años que en 1955 empezó a fabricar ropa, accesorios y productos cosméticos para consumo de unas adolescentes que diez años más tarde iban a ser las protagonistas de la «revolución» de los «Swinging Sixties».
La personalidad y el estilo de Mary Quant la convirtieron –durante las dos décadas que van de 1955 a 1975- en una de las creadoras de moda más célebres del Reino Unido.
Gran parte del centenar de modelos que quedarán expuestos hasta febrero del año 2020, han sido donados por mujeres que los usaron y que, en escritos que acompañan a los modelos, comparten con los visitantes algunas anécdotas relacionadas con esa ropa.
Como ejemplo, un impermeable rojo vivo con cuello blanco, fabricado en 1966, que han usado dos generaciones de la aristocrática familia de lady Michaelle St. Vincent.
Nacida en Londres en 1934, Mary Quant empezó a trabajar en la moda con quien después sería su marido, Alexander Plunket Greene. En 1955 abrieron la primera boutique, «Bazaar», en Kings Road, en el barrio de Chelsea, convertido en el centro de la vida artística e intelectual londinense.
La tienda y el restaurante en la planta baja se convirtieron en un punto de reunión de aristas jóvenes. En sus paredes, había constancia del paso por el establecimiento de actrices omo Audrey Hepburn o Brigitte Bardot, y músicos como los Beatles y los Rolling Stones. «Los tipos del sombrero bombín golpeaban en nuestros escaparates con sus paraguas gritando ‘inmoral’ al ver nuestras minifaldas sobre las medias de colores», ha escrito en su autobiografía publicada en 2012.
«Mary Quant tuvo un papel determinante en la identidad de la moda británica en el mundo, e hizo de Londres un centro internacional de la moda callejera», ha dicho Tristram Hunt, director del museo Victoria & Alberto, al digital Culturebox. Para Jenny Lister, conservadora de la muestra, «sus creaciones, voluntariamente andróginas, estaban pensadas para ser confortables y liberar físicamente a las mujeres, que cada vez trabajaban más. Su obra muestra como la moda puede incluso provocar los cambios sociales».
A partir de 1958 la ropa firmada por Mary Quant tenía las faldas cada vez más cortas lo que, según ella, «permitía a las mujeres correr detrás del autobús».
La minifalda acabó convirtiéndose en la referencia de la moda de los años «sesenta». En este punto hay que recordar que, al mismo tiempo y sin que hasta la fecha sea posible saber realmente quien fue el primero que tuvo la idea, al otro lado del Canal de la Mancha, en París, era otro diseñador, André Courrèges, quien reclamaba la paternidad de la «minifalda».
En 1961 Mary Quant abrió un segundo «Bazaar» en el barrio de Knightsbridge, y poco después, tras crear la «micro-minifalda» (que mis amigos madrileños de entonces definían como un «cinturón ancho») comenzó a exportar el «London Look» a otros países europeos y a Estados Unidos, iniciativa que le obligó a poner en pie todo un grupo comercial de producción y distribución que sin duda le proporcionó grandes beneficios económicos pero le hizo perder gran parte del encanto de sus primeras creaciones.
Tras bautizar con su nombre distintos productos de maquillaje, y lanzar al mercado el «impermeable de plástico» y el short («hot pants»), que fue su última creación de moda, se centró en los productos de maquillaje y en el diseño de objetos para la casa.
En 1988 Mary Quant firmó el diseño de dos mil vehículos «Mini 1000», con asientos rayados en blanco y negro, cuadro de mandos y cinturones de seguridad en rojo y faros, manivelas y parachoques en gris mate. Tanto los asientos, como el volante, llevan la firma de la diseñadora.
En 2000, la firma Mary Quant fue comprada por una empresa japonesa, país en el que existen dos centenares de boutiques que llevan su nombre.