Una de cada tres personas con sobrepeso mayores de 45 años pueden tener prediabetes y no lo sabe. Si en el historial médico además figura una presión arterial alta y el colesterol por encima de los valores normales, la persona puede tener un síndrome metabólico que desarrollará posteriormente una prediabetes y como consecuencia de ello, una diabetes tipo 2, si no cambia sus hábitos de vida.
Todo comienza con un sobrepeso al que no le damos importancia, una resistencia a la insulina que figura en la analítica rutinaria y una advertencia por parte de nuestro médico que cabecera que nos aconseja cambiar de estilo de vida.
Cuando tiene lugar una resistencia a la insulina, conocida por prediabetes, el cuerpo nos alerta que no está utilizando correctamente esta. No se nota, no tiene síntomas, no nos damos cuenta, pero está teniendo lugar.
La insulina es una hormona producida por el páncreas que ayuda a que la glucosa en la sangre entre a las células de los músculos, grasa e hígado, donde se usa para obtener energía.
Además de estos factores de riesgo, otras cosas que pueden contribuir al problema de resistencia a la insulina incluyen ciertos medicamentos, tales como los glucocorticoides, algunos antipsicóticos y algunos para el VIH. A esto hay que sumarle si padece además, trastornos hormonales, como el síndrome de Cushing, acromegalia así como apnea del sueño.
La glucosa proviene de los alimentos que una persona consume. El hígado también produce glucosa cuando el cuerpo la necesita, como cuando una persona está ayunando. Cuando los niveles de glucosa en la sangre, también llamada azúcar en la sangre, aumentan después de comer, el páncreas libera insulina en la sangre. La insulina entonces reduce la glucosa en la sangre para así mantenerla en el rango normal.
La resistencia a la insulina se produce cuando las células de los músculos, grasa e hígado no responden bien a la insulina y no pueden absorber la glucosa de la sangre fácilmente.
Como resultado, el páncreas produce más insulina para ayudar a que la glucosa entre a las células. Mientras el páncreas pueda producir suficiente insulina para superar la débil respuesta de las células a la insulina, los niveles de glucosa en la sangre se mantendrán en un rango saludable.
Cuando se tiene demasiada grasa abdominal, (grasa visceral alrededor de los órganos), así como un sedentarismo acusado, es normal que el índice de la masa corporal (IMC), pueda ser correcto, pero este cuadro desarrolle la enfermedad de hígado graso que el paciente repito, no nota. Si tiene obesidad y además, tiene factores de riesgo tales como los descritos, debe intentar revertir la resistencia a la insulina y prevenir o retrasar la diabetes tipo 2 si ya le ha sido diagnosticada una prediabetes.
Para diagnosticar esta prediabetes con el fin de evitar la diabetes tipo 2 futura, es conveniente hacer la prueba de A1C que reflejará el promedio de glucosa en sangre durante los 3 últimos meses. De igual forma, se medirá la glucosa plasmática ala prueba oral de tolerancia a la glucosa. Si aparece que la tiene es posible que si no cambia su estilo de vida pueda desarrollar diabetes en los próximos cinco o diez años.
