Bajo la presión de las autoridades chinas y hongkonesas, acaba de cerrar Apple Daily, el diario más popular de Hong Kong, al igual que ha ocurrido con al menos otros veintidós periódicos de todo el mundo en los últimos cinco años, después de haber sufrido acoso judicial o asfixia económica.
Este fue el caso, por ejemplo, del periódico en línea Vtime en junio de 2021, en Rusia, y, en marzo de 2021, del diario Akhbar Al-Ayoum en Marruecos, y de 7 Day News y Eleven en Birmania. Esta lista no exhaustiva muestra que ha habido periódicos «asesinados» en los cinco continentes y en condiciones políticas muy diversas.
«Más allá de los asesinatos y la violencia contra los periodistas, y de la vulneración de sus derechos, el asesinato metódico de los propios periódicos se ha vuelto frecuente», observa el secretario general de RSF, Christophe Deloire: «Cuando se anuncia la muerte de personas jurídicas, la emoción no es tan intensa como la de la muerte de personas humanas. La desaparición de periódicos en un país a veces pasa inadvertida para el público internacional. Para el espectador distraído, la desaparición de un periódico también puede hacer pensar que es víctima de una mala gestión o del descontento público. Sin embargo, con demasiada frecuencia, los periódicos son víctimas de asesinatos deliberados y dramáticos para el derecho a la información».
El método de la asfixia
Apple Daily tuvo que poner fin a sus actividades después de que se congelasen sus activos por imposición del gobierno de Hong Kong, lo que impidió que pudiera pagar a sus empleados y proveedores. Este método de asfixia económica organizada se utiliza ampliamente para conducir a los periódicos al cierre.
El último diario independiente en árabe de Marruecos, Akhbar Al Youm, creado en 2009 y conocido por su línea editorial crítica con el poder, ha vivido un lento descenso a los infiernos. Tras el encarcelamiento de su fundador y director, Taoufik Bouachrine, el diario se vio privado de toda publicidad pública y no se benefició de ninguna de las ayudas destinadas a la prensa durante la pandemia de la COVID-19, lo que finalmente le obligó a parar las máquinas en marzo de 2021.
En Egipto, el también diario independiente Tahrir News, publicado únicamente en versión digital desde 2015, tuvo que cerrar sus puertas en mayo de 2020, tras haber visto bloqueada su publicación por las autoridades, sin motivo y durante meses, lo que lo privó de ingresos cruciales para su supervivencia.
La misma situación se dio en Camboya. En septiembre de 2017, después de más de veinticuatro años de existencia, el diario en inglés The Cambodia Daily tuvo que cerrar después de ser víctima de una presión económica sin precedentes impuesta por el gobierno. El periódico era la punta de lanza de la lucha por la información independiente.
En América Latina, fue en Nicaragua donde las autoridades lograron silenciar a El Nuevo Diario en septiembre de 2019, después de cuarenta años de actividad. Era una voz crítica del régimen que había cuestionado con firmeza la represión de las manifestaciones de abril de 2018 contra el gobierno de Daniel Ortega. En virtud del monopolio estatal del papel y la tinta, se le denegaron las materias primas imprescindibles para la producción de un periódico.
El método del acoso
A los periódicos molestos también se les puede asesinar lentamente mediante procedimientos judiciales o con un marco legal difuso y abusivo. En Rusia, VTimes tuvo que bajar la persiana el 12 de junio de este año, un mes después de haber sido inscrito por el Ministerio de Justicia en el registro de «agentes extranjeros». Ante un riesgo penal especialmente grave, este medio digital independiente fundado en 2020 prefirió detener sus actividades.
En esa misma situación se encontró la web Akhbor en Tayikistán, víctima de acoso judicial, y a la que las autoridades del país incluyeron en la lista negra después de publicar contenido crítico sobre temas espinosos.
Una política que también supuso la desaparición, en Burkina Faso, del bimensual Mutations. En 2018, tras una denuncia por difamación contra el medio, tanto la entidad como su director fueron condenados al pago de una exhorbitante multa de diecisiete millones de francos CFA (unos 26.000 euros). Se trataba de una carga económica insoportable para el diario, que tuvo que cerrar.
En Zambia, fueron los atrasos fiscales por valor de varios millones de euros los que obligaron al diario The Post a cesar su actividad, en junio de 2016. Una aplicación muy selectiva de la legislación precipitó la desaparición de uno de los periódicos más críticos del país, semanas antes de unas elecciones generales cruciales para el régimen.
Pura y simple censura
En Birmania, el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021 firmó la sentencia de muerte, en apenas unas semanas, de todos los medios independientes del país, al menos en su versión en papel. Ya en marzo, la junta gobernante revocó por completo las licencias de varios diarios, como 7Day News y Eleven. Otros periódicos independientes, incluido Standard Time, chocaron inmediatamente contra la censura impuesta por los militares y con la escasez de papel. Hoy en día, los quioscos birmanos no ofrecen más que periódicos de propaganda.
En Turquía, el fallido golpe de Estado de julio de 2016 desencadenó una gran purga. Debido al estado de emergencia, muchos periódicos están prohibidos, entre ellos, los diarios Zaman y Taraf, o el medio pro kurdo Özgür Gündem, liquidados por decreto en el verano de 2016. Numerosos periodistas de estas redacciones están procesados por «pertenecer a una organización terrorista y atentar contra la integridad del Estado», e incluso han sido encarcelados.
En Hungría, los periodistas de Nepszabadsag, un importante diario fundado durante el levantamiento contra el yugo soviético sesenta años atrás, se enfrentaron a otra forma de cierre abrupto: sin previo aviso, el propietario del periódico -el grupo húngaro Mediaworks-, impidió el acceso a las oficinas, tras haber decidido en apenas unas horas suspender la publicación, alegando que sus ingresos estaban en caída libre… El grupo fue revendido unas semanas más tarde a un otro grupo de prensa cercano al primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Sobrevivir en internet
Para sortear estos diferentes métodos de represión, algunas cabeceras consiguen organizarse para mantenerse a flote en internet. En Venezuela, el histórico diario El Nacional se vio empujado a cesar su edición impresa octubre de 2018, después de 75 años de vida. Sin embargo, esta gran voz crítica con el régimen venezolano ha logrado continuar su misión gracias a su versión en línea.
En Azerbaiyán, el último periódico de la oposición, Azadlig, fue obligado a interrumpir su tirada impresa en septiembre de 2016, pero aún continúa informando desde internet.
Lo mismo ocurre en Níger, donde Moussa Aksar, director de l’Evénemet, uno de los diarios de referencia del país, consigue que sobreviva una edición digital de su periódico gracias a que se ha hecho cargo de una granja y vende leche de vaca, leche de camella y mangos. La versión en papel del periódico dejó de publicarse en 2018, como consecuencia del agotamiento de los ingresos publicitarios y del acoso judicial contra su director, que hizo revelaciones sobre la malversación de fondos por parte de altos cargos políticos y militares.
La mayoría de los países y territorios que reducen al silencio a la prensa independiente de esta manera se encuentran entre las peores posiciones de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa que RSF publicó en 2021: Hong Kong ocupa el puesto 80, por delante de Zambia (115), Nicaragua (121), Marruecos (136), Birmania (140), Camboya (144), Venezuela (148), Rusia (150), Turquía (153), Egipto (166), Azerbaiyán (167), Tayikistán (162) y China (177). Las únicas excepciones son Burkina Faso y Níger, que se sitúan, respectivamente, en los puestos 37 y 59 de 180 países.