La ONG Human Rights Watch (HRW) sostiene, tras «una extensa revisión del caso», que el juicio al periodista marroquí Omar Radi por el que se le condenó a seis años de cárcel «no fue un proceso justo» ya que se apoyó en «argumentos especulativos».
En un comunicado público, HRW afirma que a Radi «se le negó un juicio justo» cuando el Tribunal de Casablanca le sentenció el pasado julio a seis años de cárcel por delitos de violación y espionaje.
Su juicio en apelación fue aplazado hasta el 9 de diciembre para que pueda comparecer el reportero Imad Stitou, quien fue sentenciado como cómplice a un año de cárcel, cuando era testigo de que no hubo violación sino que fueron relaciones consentidas.
Radi fue «blanco de un continuo acoso estatal, ha negado todos los cargos en su contra. El juicio en el Tribunal de Primera Instancia de Casablanca se vio empañado por violaciones de las normas de juicio imparcial, incluida la negativa injustificada del tribunal a considerar las pruebas y escuchar a los testigos a favor de Radi, y a permitir que sus abogados interrogaran a un testigo de la acusación».
HRW recuerda que el periodista pasó un año en prisión preventiva, el máximo previsto por la ley marroquí. El juez de instrucción que examinó su caso y, posteriormente, el juez de primera instancia, denegaron al menos doce solicitudes de libertad provisional «sin dar nunca motivos individualizados y sustantivos, como lo exigen los estándares internacionales de derechos humanos».
El 19 de julio de 2021, el Tribunal de Primera Instancia de Casablanca lo declaró culpable tanto de violación como de espionaje y lo condenó a seis años de prisión, siendo también multado con 200.000 dírhams (18.890 euros) por daños y perjuicios por la denunciante de violación.
La ONG cree que «la sentencia escrita del tribunal incluyó varios argumentos dudosos para justificar un veredicto de culpabilidad por espionaje».
«La sentencia del tribunal, se basa en argumentos especulativos», afirma HRW, que denuncia, a través de su representante para el Norte de África, Eric Goldstein, que se produjo «tras años de acoso policial» al periodista.
«Omar Radi está pasando su segundo año entre rejas en lugar de informar sobre la corrupción gubernamental», afirma Goldstein, quien acusa a las autoridades marroquíes de querer silenciar «a uno de los últimos periodistas críticos del país».
Radi, explica HRW, publicó en 2016 artículos sobre el llamado caso de las ‘áreas privadas del Estado’ o ‘servidores del Estado’, una trama de adquisición urbanística en la que citaba a un centenar de personas, incluyendo cargos y oficiales de alto rango, que adquirieron terrenos públicos por un precio muy inferior al de mercado, entre los que se encontraba el entonces embajador marroquí en España, Mohamed Fadel Benyaich, hermano de la actual embajadora en Madrid, Karima, quien ‘heredó’ el cargo y que actualmente lleva seis meses ausente tras ser llamada desde Rabat.
«Antes de ser detenido por espionaje y violación, Radi fue detenido, juzgado y condenado por un tuit, fue objeto de espionaje en su teléfono móvil y experimentó una campaña de difamación en páginas web conectadas con los servicios de seguridad», asegura HRW.
Hace un mes su caso fue citado en primer lugar de la clasificación de urgencias de la coalición ‘One Free Press por la libertad de prensa’ formada por 32 periódicos y agencias de prensa, entre los que se encuentran Reuters, Time, la agencia española Efe, Al Jazeera Media Network, la agencia Associated Press, The Washington Post y Deutsche Welle (DW).
Omar Radi fue uno de los tres nominados al premio ‘Periodistas más resilientes’ 2021 que otorga el Ayuntamiento de La Haya, junto a los también informadores Raman Vasio Kovic de Bielorrusia y Rozina Islam de Bangladesh, que fue quien finalmente se alzó con el galardón el pasado 2 de noviembre.
Amnistía Internacional también denunció reiteradamente su situación y fue la que alertó el pasado junio de que su móvil había sido espiado por el Gobierno marroquí mediante el uso del software ‘Pegasus’ desarrollado por la empresa israelí NSO.