La semana pasada, motivado por la alta frecuencia con que aparecen en los medios de comunicación social y se mantienen en el habla cotidiana, comencé un repaso sobre casos que he comentado en reiteradas oportunidades, con la finalidad y el deseo de que los interesados puedan disipar sus dudas.
Tanto la entrega anterior como la de hoy, tienen como destinatarios directos a los profesionales de la comunicación social y educadores, por tener ellos la responsabilidad moral de hacer un buen uso del lenguaje que emplean. ¿O no?
Me han señalado como el sabelotodo del lenguaje y del periodismo, lo cual no es cierto, pues simplemente soy un aficionado del buen decir. Admito que en muchas ocasiones, por la vanidad natural que caracteriza a los seres humanos, haya habido momentos en los que a algunos les parezca que pretendo ser el non plus ultra; pero no es la generalidad.
Ahora, he dicho y siempre repito, que manejo con relativa facilidad el lenguaje escrito y oral, lo cual no implica que me crea «la mamá de Tarzán» de estos menesteres, como se les dice en Venezuela a las personas que se creen más que los demás. En el estado Zulia las llaman «la pepa del queso».
El sábado 14 se enero les hablé de lo lamentable que es el que muchos profesionales de la comunicación social y de la educación, por lo menos en mi país, tengan una redacción pobre y además plagada de impropiedades, de las que pudieran zafarse si valoraran el rol que les corresponde desempeñar ante la sociedad.
Es inadmisible que muchos de ellos no sepan distinguir entre «esta» y «está»; «este» y «esté», y cuando alguien les hace una observación, le echan la culpa al teléfono. Y tal como lo anuncié, les hablaré con más amplitud del gerundio; mostraré casos puntuales sobre los signos de puntuación, con especial énfasis en la coma.
El mal uso de los verbos en gerundio es quizás uno de los vicios más frecuentes en los medios de difusión masiva. Lo cuestionable es que quienes incurren en el despropósito, son personas a las que nadie se atrevería a tacharles una falta de esa naturaleza, por su alto nivel intelectual.
La manera más elemental de saber qué es un gerundio, es tener presente que son las palabras terminadas en «ando» y «endo». Deberá usarse para expresar anterioridad, simultaneidad o posteridad casi inmediata a la acción que indica el verbo principal. Es frecuente leer u oír frases como: «Comencé mis estudios en 2013, terminando en 2016»; «Salió de su casa, llegando a trabajar media hora después»; «El homicida huyó, siendo atrapado por la Policía al día siguiente». Ese último ejemplo se ha convertido en una especie de comodín de muchos redactores de sucesos, que aparte de tener una pobrísima redacción, siempre incurren en las mismas impropiedades.
El gerundio encierra una noción de tiempo, que como lo señalé antes, debe ser anterior, posterior casi inmediata o simultánea con la que indica el verbo principal. Entonces, es menester reconocer la acción principal, pues eso arrojará luces que podrían ser útiles para el buen uso. Los tres casos muestran desconocimiento del asunto. La forma adecuada es: «Comencé mis estudios en 2013, y los terminé en 2016»; «Salió de su casa, y llegó a trabajar media hora después»; «El homicida huyó, y fue atrapado por la Policía al día siguiente». En ellos no hay simultaneidad, anterioridad ni posteridad casi inmediata; solo hay una marcada posteridad.
En cuanto a los signos de puntuación, la situación es interesante, pues la coma se ha convertido, como lo señalan en video didáctico que de cuando en cuando aparece en las redes sociales: en una especie en extinción. Solo por adivinación podrá entenderse lo que algunos desean expresar, motivado por la ausencia de ese importante signo.
Ante eso es prudente recordar que se usa para separar elementos, para separar elementos gramaticalmente similares, para aislar sustantivos que funcionan como vocativos (coma del vocativo), entre otros. Pareciera un asunto muy complicado eso de la coma; pero si se le presta la debida atención podrán superarse los escollos.
Había estimado dedicar solo dos artículos al repaso de casos ya tratados; pero ante amables peticiones de lectores, que se han autodenominado asiduos seguidores de este trabajo de divulgación periodística, dedicaré otro.
Repasaré lo de la coma y volveré a hablarles de mayúsculas, minúsculas y de a, ha, he, halla, haya, aya y allá.