«Sus manos están manchadas de sangre y siempre será perseguido por el alma del difunto». Esta frase, pronunciada por la familia de Aït Benaïssa El Jid, ha perseguido desde hace treinta años al que fuera representante de la Cámara de Consejeros (Senado marroquí) y dirigente del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD) Abdelali Hamieddine.
Pero ahora, el martes 11 de julio de 2023, la sala de lo penal del Tribunal de Apelación de Fez condenó en primera instancia a Hamieddine a tres años de prisión, por su implicación en el asesinato del estudiante de izquierdas Aït Benaïssa El Jid, cerca de la Universidad Sidi Mohammed Benabdellah de Fez, en febrero de 1993.
El dirigente del PJD fue procesado bajo fianza por su participación en el homicidio doloso del estudiante de izquierdas, en un «delito de golpes y lesiones que conducen a la muerte sin intención de causarla».
Además de la condena a tres años de prisión firme tendrá que pagar una indemnización de 20.000 dírhams (1852 euros) en beneficio de la familia del joven asesinado.
Hamieddine ya fue condenado en 1994 por participar «en una reunión sediciosa con resultado de muerte» a dos años de prisión, que cumplió, habiendo obtenido además una indemnización de 82.900 dírhams (7680 euros) en 2004 de la Comisión de Equidad y Reconciliación (IER), por «torturas sufridas durante su detención».
Pero la familia del asesinado se opuso entonces a esa salida de la cárcel y recurrió en varias ocasiones, en 2011, 2013 y finales de 2017. El testigo principal, Haddioui El Khemmar, ha tenido que declarar más de ochenta veces en los tribunales sobre este caso reafirmando la presencia de Hamieddine en el asesinato. Incluso el tribunal que lo ha juzgado ha aplazado veintidós veces el caso, el último fue el pasado 21 de febrero de 2023.
Al salir del Palacio de Justicia, tras la sentencia, Hamieddine aseguró que apelará, negando todos los cargos que se le han imputado, en particular el asesinato premeditado. En una red social dejó el mensaje: «Dios es suficiente para nosotros y es quien dispone».
Su partido, el PJD siempre le apoyó y ahora ha pedido que no se haga ninguna declaración o comentario sobre la sentencia. Cuando estaba en el Gobierno, el que fuera ministro de Justicia, Mustafa Ramid, fue uno de los responsables de que las denuncias del caso fueran rechazadas y desestimadas por lo que fue acusado de «abuso de poder» por la familia del asesinado.
El que fuera presidente del Gobierno y líder del PJD Abdelilá Benkirán, se jactó incluso de que su condena «nunca iba a llegar».
Hamieddine fue declarado persona non grata en varias facultades de Derecho de Marruecos -curiosamente es profesor de Derecho Constitucional- y siempre recibió manifestaciones en los campus para recordarle el asesinato. En este sentido, incluso denunció a medios que mencionaban el caso. En 2019 renunció a la presidencia de la asociación Al Karama para los derechos humanos, cercana al PJD, por su procesamiento.
El político lleva años alegando su inocencia, haciendo hincapié en el principio de cosa juzgada (res iudicata). En otras palabras, «la consecuencia jurídica de una sentencia que ha entrado en vigor ya no es susceptible de recurso (Non bis in idem)».
La autoridad de cosa juzgada obliga normalmente a las partes y a todos los tribunales, lo que les impide decidir de nuevo sobre la misma materia del contencioso.
Sin embargo, la Sala de Apelación de lo Penal del Tribunal de Apelación de Fez decidió lo contrario tras la comparecencia de nuevos testimonios. Así fue reabierto el expediente, veinticinco años después de los hechos, y en diciembre de 2018, el juez de instrucción ordenó la reapertura del caso, basándose en nuevos testimonios.
Posteriormente, el Tribunal de Apelación de Fez condenó a cuatro antiguos estudiantes miembros del PJD, en septiembre de 2019, por el mismo caso. Fueron condenados a entre tres meses y tres años de prisión.
Dicho tribunal declaró culpables a Taoufiq Ngadi y Abdelouahed Kriouel de «participación en un asesinato premeditado», siendo condenados a tres años de prisión, mientras que Abdelkebir Kassem y Abdelkebir Ajili fueron condenados a tres meses de prisión junto con una multa de mil dírhams (92 euros) cada uno por «golpes y heridas con arma blanca».
Los hechos
Aït Mohamed Benaïssa El Jid era un líder nacional de la facción estudiantil de ‘baazistas progresistas’ (Al Kaïdyyine) de inspiración marxista y que ya había pasado por prisión. Formaba parte de la representación de todas las facciones históricas de la Unión Nacional de Estudiantes de Marruecos (UNEM).
Hamieddine estaba afiliado a Islah wa El Tajdid (Reforma y Renovación) que, posteriormente cambió su nombre a Movimiento de Unidad y Reforma (Harakat al Tawhid wal Islah) en 1996, y ya en 1998 se convirtió en PJD.
En la Universidad de Fez el 25 de febrero de 1993, después de un acalorado debate en la facultad de Derecho, entre estudiantes de izquierda y los islamistas, un grupo de estudiantes afiliados a dos facciones aliadas islamistas, Al Adl wal Ihsan (Justicia y Caridad) y Fasil Al Wahda Tawasoul wat (Unidad de Energía y Comunicación), -enlazadas con Islah wa El Tajdid– interceptan un taxi cerca del campus universitario en Fez en el que había dos estudiantes izquierdistas, Aït Mohamed Benaïssa El Jid y Haddioui El Khemmar.
Los dos estudiantes fueron sacados del taxi y brutalmente agredidos por casi treinta islamistas cerca del campus universitario Dar el Mehraz, de la universidad Sidi Mohamed Ben Abdellah. Benaïssa El Jid muere el 1 de marzo de 1993 como consecuencia de las heridas provocadas y de un fuerte golpe en la cabeza.
El otro agredido que se escondió tras la agresión por temor a represalias, Haddioui El Khemmar es el testigo. Afirmó que reconoció como Hamieddine participó en la mortal agresión. Fue objeto de un intento de asesinato y todavía sufre consecuencias físicas y psicológicas por lo ocurrido. El taxista, otro testigo, murió a los pocos años de lo sucedido.
La familia, después del asesinato, trasladó el cuerpo de Fez a Tata, al sur de Marruecos, y luchó durante años y años, en un interminable proceso, contra la impunidad del ahora, por fin, condenado.