Este triste martes 6 de abril 2021, acerté, contrito y abatido, a escribir: triste, muy triste noticia, mi muy querida amiga Adriana Tavira García, después de una lucha férrea por la vida, ya descansa en el éter eterno. Sus sufrimientos serán recompensados. Nos deja un vacío enorme. El gremio periodístico está de luto.
La idea de unificar a este conglomerado de la comunicación requiere ante todo determinación y entrega; es una lucha titánica, porque la historia nos recuerda las organizaciones que han surgido y que han desaparecido.
En suelo del Estado de México, la tierra de Adriana, se fundó hace diecinueve años la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, Fapermex y, como consecuencia, el Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, Conalipe.
Adriana, desde las infanterías de la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca, APVT, organización fundadora de la Fapermex, determinó integrarse en ese cometido; el futuro le sonreía y años después se convirtió en la líder de su organización.
Fue la primera mujer en ocupar la presidencia de la APVT; se distinguió de tal manera, de acuerdo a su ideología gremial, que en poco tiempo se incorporó al Consejo Directivo de la Fapermex; fallece cuando ocupaba el cargo, muy delicado por cierto, de Secretaria de Protección a Periodistas.
Fuimos testigos, no pocas veces, de, más que discutir, convencer a los compañeros colegas de la importancia y trascendencia intrínseca que representa estar unidos.
Con un currículo impresionante, tanto en la academia como en el desarrollo de la peligrosa y apasionante profesión del periodismo, se tituló de Licenciada en Periodismo por la Secretaría de Educación Pública por el moderno sistema de Reconocimiento de Saberes Adquiridos.
El reto como Presidenta de la APVT lo enfrentó con una doble característica: determinación y delicadeza. Cumplió en todo y la entregó fortalecida. Trabajó intensamente para que sus agremiados hicieran la maestría; los resultados de sus esfuerzos fueron óptimos.
También, hasta su desaparición física, fue mi directora del diario «Impulso» del Estado de México, donde escribo diariamente. Nunca fue de los dirigentes que esperan pacientes o impacientes las notas y las colaboraciones, cotidianamente intercambia puntos de vista con la planta «reporteril» y editorial.
En el aspecto familiar, fue núcleo de unión con su ahora afligida madre. Varias veces estuvimos en su casa, que había adquirido con no pocos esfuerzos.
Sus responsabilidades profesionales, gremiales y familiares, de ninguna manera le quitaron el gusto por la vida: era amante del teatro, del baile y de la bohemia, compartía alegre con todos.
La partida de esta joven profesional del periodismo, por la COVID-19, nos ha dejado un hondo vacío en el gremio, en el rotativo; dígalo si no el estimado amigo Alejandro Zendejas, presidente y director general de «Impulso» y, en forma primordial, en su adorada familia. Su madre en primer lugar.
Solidarios en el dolor con familiares e incontables amigos y colegas, hoy entregamos una rosa y una lágrima por la querida amiga Adriana Tavira García. In memoriam.
