A pesar del asombro de muchos de quienes lo descubren en exposiciones como esta, Carlos Cánovas (Hellín, 1951) no es un recién llegado al panorama de la fotografía española contemporánea. Su calidad ya estaba presente en su primera retrospectiva, “Paisajes fugaces”, expuesta en el IVAM de Valencia en 1997, que reunía su obra desde que diez años antes decidiera dedicarse a la fotografía como profesional.
En ella ya estaban los espacios solitarios, vacíos, desiertos, una constante en la obra de Cánovas, en los que sobrecoge la ausencia de la figura humana. Son paisajes urbanos, muchos de ellos del extrarradio, en los que el fotógrafo introduce una intensa sensación de soledad y abandono a través de su dimensión estética. A estas primeras fotografías se añaden ahora otras tomadas desde aquellas fechas hasta la actualidad, hasta reunir más de un centenar de imágenes agrupadas en series que recogen en orden cronológico lo más representativo de la obra de Cánovas: Tapias (1980), Extramuros (1983-1990), Vallès oriental (1990), Paisaje sin retorno (1993-1994), Paisaje anónimo (1992-2005) y Séptimo cielo (2007-2017).
Carlos Cánovas titula sus fotografías con la fecha y el nombre de donde fueron tomadas: “Pamplona, 1984”, “Barakaldo, 1993”, “Alicante, 2001”, “Zizur Mayor, 2016”… pero en realidad estas imágenes son intercambiables porque no identifican esos lugares ni el momento en que fueron fotografiados. Son astilleros, cementerios, puentes, edificios solitarios, vías de ferrocarril, postes telegráficos, muros, paisajes desolados… que podrían pertenecer a cualquier barrio urbano o al extrarradio de cualquier ciudad de cualquier país. Más que a lugares concretos representan a espacios comunes que sugieren interpretaciones diversas y actúan como símbolos de los márgenes de la civilización actual y de la lucha entre naturaleza y cultura urbana. Son escenarios espectrales, predominantemente de suburbios y afueras, cargados de un misterio reforzado por la ausencia de seres vivos.
Cánovas registra el urbanismo interior de las ciudades, para lo que se sirve de Pamplona, en su serie “Extramuros”. Luego, en la serie “Tapias”, sale al extrarradio para mostrar los límites en los que la ciudad muere, allí donde muros y paredes limitan el borde de las ciudades y donde la naturaleza comienza a sustituir al cemento. En su serie “Vallès oriental” es la naturaleza y su relación con el urbanismo la que protagoniza las imágenes de sus fotografías. Y en “Paisaje sin retorno”, realizada entre 1993 y 1994, Carlos Cánovas se dedica a registrar fábricas, instalaciones industriales y altos hornos de una manera similar a como lo hicieran Bernd y Hilla Becher en Alemania. En “Paisaje anónimo” vuelve a la periferia para registrar los espacios sin nombre que circundan todo territorio urbano. Finalmente, en “Séptimo cielo”, ya en color como en la película de Frank Borzague en la que se inspira el título, vuelve a Pamplona, su ciudad, esta vez al barrio residencial en el que vive (metáfora de cualquier barrio residencial de cualquier ciudad donde el urbanismo ha invadido la naturaleza), para situarse a sí mismo en el paisaje cotidiano en el que siempre hay algo por descubrir.
Carlos Cánovas es, además de fotógrafo, profesor y estudioso de la historia de la fotografía y de los movimientos que han influido en la marcha de esta manifestación hacia una autonomía artística propia. En su obra hay ecos de Eugène Atget, de Walker Evans, de los Becher, como ya hemos dicho, y de los mejores fotógrafos documentales y paisajistas. La ausencia de personas en sus espacios también identifica su fotografía con la obra de Humberto Rivas. Es autor de una decena de fotolibros en los que se recoge su obra y otros varios relacionados con la historia de la fotografía.
TÍTULO. En el tiempo. Carlos Cánovas
LUGAR. Museo ICO. C/. Zorrilla, 3. Madrid
FECHAS. Septiembre de 2018
