El Centro Nacional de Difusión Musical presentó el viernes 4 de marzo 2016 en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Madrid un espectáculo de lujo, correspondiente al ciclo Andalucía Flamenca, al número uno de los Cantes de Cádiz, el cantaor y compositor David Palomar. Acompañado por las guitarras de José Quevedo Bola y de Rafael Rodríguez y por las palmas y coros de Anabel Rivera y Roberto Jaén.
Dicen que es el sucesor de Chano Lobato, de El Beni de Cádiz, de Mariana Cornejo y de El Niño del Mentidero. Sin duda han sido sus maestros y David Palomar los menciona a cada paso, sobre todo al Tío Chano, cuenta sus cosas, les dedica cantes. Pero David Palomar es otra cosa, otra voz y sobre todo que se ha impuesto la misión de crear una antología viva de las formas flamencas gaditanas, un sueño que puede darse por conseguido a través de sus tres producciones discográficas: Trimilenaria, (2008) La Viña, cantón independiente, (2010) y Denominación de origen. (2014) De este último nace su concierto de hoy.
He tenío la inmensa suerte de nasé en Cái, en er barrio de La Viña. Soy viñero y a orgullo lo tengo. Este es su saludo cuando se dirige al público, después de iniciar el concierto por todo lo alto, apareciendo en escena flanqueado por Anabel Rivera y por Roberto Jaén, sin guitarras, en pie, cara al público, dominando la escena. Con una bulería suya, la Bulería del Duende.
David Palomar tiene una voz clara, potente, bien trabajada. Eso se ve en cada cante, cantes suyos, de denominación de origen Palomar. Cantes recién salidos de fábrica, pero que suenan a flamenco clásico, con toda la frescura de los cantes festeros de Cádiz, y para más, entre cante y cante se sale a la puerta de su casa del barrio de la Viña, en verano, a contar las cosas del barrio con las vecinas, algo que completa el ambiente, algo con lo que termina de meterse al público en el bolsillo. Pero también David está dando una clase magistral, como si atendiese a la formación flamenca del público. Algo de eso hay y así se siente.
Ya está ahí la guitarra de Rafael Rodriguez. Y siguen por bulerías, ahora el cuarteto, a un ritmo de palmas que es otra clase magistral, de las muchas de esa tarde, que rinden homenaje y recuerdo a Manolo Caracol, a la abuela Mariana Cornejo. Y es que David Palomar, cantaor que se ha recorrido todos los mundos, que ha merecido y se ha llevado muchos premios, que ha hecho sus cantes para todas las guitarras famosas de este país, con una trayectoria de lujo en su carrera, siempre llevando a Cádiz por bandera, tiene un sentido innato y bien aprendido de la puesta en escena y de ahí esta entrada de concierto que deja bien patente su carácter, su maestría, su cercanía con el público, su amor a su tierra, a su barrio viñero.
Llega ahora el tiempo de las seguiriyas , primero cantando a los puertos, luego una de Jerez, Si tú quieres que te quiera… Y luego la suya Ceniza y Fuego. No es que lo diga yo/ te lo manda. Lo tienes o no lo tienes/Si no lo tuviera yo, no habría nada…Bueno, pues toca presentar al Tío Chano, Chano Lobato y se enreda en una larga historia, contada al más puro estilo de dimes y diretes a la puerta de casa, como si ahí estuviera él. Y quien sabe… Redondea el recuerdo, solos él y la guitarra, con un Garrotín de los que se escuchan poco en estos tiempos y luego sigue por Tangos del Piyayo y más tangos, toda una serie, vamos de clases magistrales esta tarde. Las dos voces, la suya y la de la guitarra, en perfecta armonía, marcando tiempos y pausas, causando asombro y regocijo. Y es que esto es Cái, casi ná.
Con la entrada de la segunda guitarra, la de José Quevedo El Bola, otra guitarra habitual en los conciertos y grabaciones de Palomar, una guitarra que también ha recorrido esos mundos de Dios, que ahora llegan a este escenario con un bolero por bulería, Borrasca de Nelson Pinedo. Y van desgranando él, sus guitarras y sus palmeros, Cuando se nuble nuestro limpio cielo/ cuando aparezca nuestro amor, borrasca/ Hay que salvar la tempestad/ y entonces esperar/ que una nueva Paz renazca.
Ya se estaban haciendo esperar las Alegrías, el palo más festero de Cádiz y con ellas el turno de homenaje torero, que el cantaor anuncia a su puro estilo de contar antes de cantar y cuenta que estas alegrías que un día se dedicaron a Joselito El Gallo, él las dedica hoy a José Mari Manzanares junior.
En esta tarde de recuerdos a varios de los más grandes no podía faltar el homenaje a La Faraona, Lola Flores, con la sevillana made in David Palomar, A los genios del Arte. Y junto a Lola, como no podía ser de otra manera, el recuerdo a Caracol, a aquel niño que con ocho años ganó aquel concurso de flamenco de 1922, en Graná, organizado por un joven García Lorca y por Manuel de Falla, otro gaditano universal. A la gran Carmen Amaya, De Barcelona a Nueva York, a la Venta de Vargas, José Monge Camarón, Paco de Lucía y más…Suena como una oración.
Malagueñas, Granaína, la minera Mi Cái no tiene mina; A la mina yo no bajo/ mi Cái no tiene mina/ yo he nacido marinero/ y no cambio el oro que haya abajo/ por el mar y mi pesquero.
Al final fiesta con más homenajes, de nuevo al Chano con El Cacharrito de Tomasa de Antonio Murciano con arreglos de David Palomar; Tangos del Aljibe de Javier Osuna, arreglos con denominación de origen y por último último, la bulería De fiesta con Mariana. Un fin de fiesta trepidante, con el cuarteto en acción, que incluye pasos de baile por parte de los palmeros y del propio David Palomar.
Ya nadie se siente en un auditorio madrileño, estamos en Cái y dan ganas de bailar, de unirse a la fiesta del escenario, y lo que si se une son las palmas al compás de todo el personal presente. Tarde inolvidable.
