Un informe publicado en la revista Science augura el fin de las inyecciones de insulina gracias a una futura cápsula que liberará la misma gracias a que está adherida al estómago.
Esta píldora, creada por científicos del hospital Brigham and Women’s de Boston, está compuesta por una cápsula biodegradable del tamaño de un garbanzo que contiene una microaguja de insulina. Cuando llega al estómago, la cápsula se disuelve y la aguja se autoinyecta. Este dispositivo, llamado SOMA, se auto orientará en el estómago de forma que se inyecte correctamente y, a pesar de ello, no cause dolor, dado que no existen fibras nerviosas receptoras que lo acusen.
Actualmente este estudio se ha probado en cerdos, a los que se les administró la insulina, y constataron un descenso de los niveles de glucosa similar al de las inyecciones y no fueron detectados daños en los tejidos del estómago. La idea es que este sistema permita suministrar otros medicamentos mediante el mismo procedimiento, sobre todo para tratar enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, y otras enfermedades inflamatorias intestinales.
La insulina es una hormona polipeptídica sintetizada por las células beta de los islotes de Langerhans en el páncreas. En su forma activa, consta de dos cadenas polipeptídicas, la A de 20 aminoácidos y la B, de 31. Cuando estas dos cadenas se unen entre sí, por medio de dos puentes disulfuro, la insulina se sintetiza como preproinsulina.
La insulina es una hormona reguladora del nivel de glucosa en sangre (glucemia), dado que nuestras células requieren energía para realizar sus procesos. La fuente principal de esta es la glucosa que obtenemos de los alimentos que ingerimos, los cuales son convertidos en nutrientes. Cuando existe hiperglucemia se excreta insulina, es decir, cuando nuestra sangre tiene mucha glucosa. Al captar y almacenar el consumo de glucosa en casi todos los tejidos del cuerpo, sobre todo los músculos, el tejido adiposo y el hígado, este hace que la insulina facilite la entrada de glucosa en las células hepáticas, se evita la liberación de glucosa a la sangre y se promueve la síntesis de glucógeno. Gracias a la insulina, en el músculo se incrementa el transporte de glucosa hacia el interior de las células musculares y en el tejido adiposo la insulina promueve indirectamente el depósito de grasas en forma de triglicéridos.