Hace unos meses Antonio Lobo Antunes (83 años) manifestaba públicamente su intención de dejar la escritura. Tal vez sea esta novela, con el expresivo título de «La última puerta antes de la noche» (Penguin House), su última aportación a una literatura que hace muchos años que me tiene cautivado.
La obra de Lobo Antunes puede abordarse de dos maneras. Una es dejándose llevar por el placer de la lectura de su prosa, seductora y envolvente, sin preocuparse de los avatares de sus protagonistas, sumergiéndose el lector en el mar de una literatura en estado puro, a veces poética, siempre fascinante.
Otra forma de leer a Lobo Antunes es examinando minuciosamente los largos monólogos interiores de los personajes de sus obras, dando con las relaciones que los unen, con las claves que explican las vidas de esos personajes, como si el lector estuviera resolviendo una larga operación matemática cuya solución será el desenlace de una historia protagonizada por vivos y por muertos, por personajes reales y entes de ficción, por fantasmas que acuden al llamado de unas voces desamparadas que reclaman una justicia que no llega.
En «La última puerta antes de la noche» el hilo conductor que relaciona las vidas de los personajes de la novela es un crimen mafioso inspirado en un episodio real cometido en el marco de la corrupción inmobiliaria de Portugal, tan parecida en todos los países en los que se desarrolla, pero no se trata de un relato de serie negra.
Como en casi todas las novelas de Lobo Antunes, tampoco aquí el episodio es una trama enigmática o misteriosa, ni un episodio de suspense que va tomando cuerpo a medida que se desarrolla la acción. Casi desde el principio no sólo se cuenta todo lo que ocurre en relación con el asesinato sino que se intuye el destino de los personajes.
El valor de la novela no es el de la trama que se desarrolla en sus páginas, la de un crimen con su correspondiente banalización del mal, sino la profundización en las vidas y las circunstancias de quienes la han llevado a cabo, unas vidas que Lobo Antunes analiza a través de los monólogos interiores de cada uno de los personajes, que se mezclan, se entrecruzan y se contaminan, al tiempo que describen a una sociedad con las imperfecciones que los empujan hacia la delincuencia.
Un análisis muy sicológico de cada uno de ellos (no hay que olvidar que Lobo Antunes es siquiatra de profesión) que actúa como un bisturí con el que disecciona sus emociones y sus sentimientos.
Dos hermanos herederos de una empresa financiera que se enriquece a costa de las deudas de sus clientes, un herborista de vida aciaga que ambiciona una existencia mejor, y dos empleados de un billar cuya clientela pertenece a los bajos fondos, ejecutan el secuestro y asesinato de un antiguo cliente que reclama a la empresa una cantidad de dinero y unos edificios que le había confiado durante una operación de evasión de capitales.
A lo largo de la novela cada uno de ellos analiza su pasado y su vida, la suya y la de las personas que los han rodeado y los que aún los acompañan, familiares, parejas, amigos y conocidos, rescatando con nostalgia recuerdos que van desde la niñez hasta su situación actual, precaria y desgraciada, en monólogos a través de los que reflexionan sobre una vida llena de errores y de irresponsabilidades; también de desgracias familiares y fracasos sentimentales.
Otra novela, en fin, de Lobo Antunes, que refuerza sus méritos para ese Nobel que no acaba de llegar.
