“Túnez, Pakistán, Costa de Marfil, Argelia e Irak: la mayoría de los migrantes llegados a Italia por mar en 2019 proceden de esos cinco países. La mayoría tienen escasas probabilidades de conseguir protección en Europa”, escribe Ralph Janik en la versión italiana del digital europeo Vox Europa.
(Nada que ver con el partido político ultraconservador y xenófobo español. El nombre de esta publicación es muy anterior a la aparición de Abascal a caballo).
Algunos de los motivos, según un documento de la Comisión Europea de febrero de 2017, es que los procedimientos de demanda de asilo “a menudo se aplican mal o de forma indebida”, y que las oficinas que se encargan de las peticiones de asilo se encuentran “sobrecargadas de demandas presentadas por migrantes que no buscan protección sino una mejora en sus condiciones de vida, con frecuencia catastróficas”. En aquel momento, la Comisión estimaba que alrededor del 70 % de los náufragos salvados en el Mediterráneo central “no escapaban de zonas de guerra o regímenes opresores”. Según el autor del artículo, la cifra de 2019 se eleva al 80 %, aunque no menciona si el dato también procede del organismo europeo o de otra fuente.
Mientras que la mayoría de los migrantes que llegan a Grecia proceden de países con muchas probabilidades de que se les conceda asilo –Siria, Afganistán, República Democrática del Congo Irak, la situación no es la misma para quienes llegan a otras costas del sur europeo: en Italia, en 2017, el porcentaje sería de un 50 %, cantidad que no ha variado en 2018 y 2019,mientras que en España el porcentaje es aún menor, dado que los migrantes proceden de países con escasas posibilidades de tener éxito en su demanda de asilo, como son Marruecos, Mali, Guinea, Costa de Marfil y Senegal.
El Mediterráneo –confirma esta publicación- “es el confín más peligroso del mundo”. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2016 perdieron la vida en el Mare Nostrum 3230 personas. Aunque la cifra ha disminuido en los años siguientes, el Mediterráneo continúa siendo la mayor tumba a cielo abierto del planeta.
La Operación Sophia (EUNAVFOR Med Sophia) de la Unión Europea, que tiene como objetivo luchar contra el tráfico de personas, junto al entrenamiento de la guardia costera libia para interceptar y rechazar a quienes pretenden cruzar el mar para llegar a Europa, deberían contribuir a una reducción drástica del número de personas que desaparecen en aguas mediterráneas. Y aunque, en efecto, se ha reducido el número de aspirantes a la travesía, y por tanto de muertos, ha sido también a costa de muchas violaciones de los derechos humanos; la ONU ha denunciado casos de tortura, esclavitud y violaciones en grupo cometidos en Libia, un país con inestabilidad crónica desde la caída del régimen de Gadafi, un gobierno ausente y unas milicias que de hecho detentan el poder.